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ANÁLISIS

Petro se mira en el espejo de Lula en su pulso con Trump

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, en una fotografía de archivo.
23 de octubre de 2025 22:14 h

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A medida que se desvanece la sólida y casi inmutable relación de siglo y medio entre Estados Unidos y Colombia, se recrudece la confrontación verbal entre Donald Trump y Gustavo Petro. Y las consecuencias en una relación asimétrica para el país sudamericano, tanto en el plano económico como en el comercial, son inciertas.

El mandatario estadounidense no ha dudado en tachar a su homólogo colombiano de narcotraficante y retratarlo como “un lunático con muchos problemas mentales”. Desde Bogotá, se han equiparado las políticas migratorias de Washington con la forma en la que “Hitler trató a los judíos” y se ha calificado al magnate republicano de “grosero e ignorante”.

Trump, con varios frentes abiertos más urgentes en la geopolítica mundial, había mirado de soslayo los embates de Petro. Hasta este fin de semana. El punto de quiebre, al parecer, fueron las recientes afirmaciones del Gobierno colombiano de que una de las lanchas impactadas por Washington en el Caribe no pertenecía a los narcos, sino a un humilde pescador “amante del mar”. Acto seguido, el presidente estadounidense advirtió en una publicación de su red social Truth que cerraría el grifo de pagos y subsidios a Colombia.

Con el espejo del pulso diplomático que sostiene el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, Petro busca posicionarse como una figura de oposición a Trump en la región, donde EEUU ha disparado la tensión con ataques considerados ampliamente ilegales contra supuestas 'narcolanchas' en aguas del Caribe –y ahora frente a la costa pacífica colombiana– mientras rescata a Argentina con 40.000 millones de dólares a pocos días de las elecciones legislativas. En este intento de aumentar su influencia en América Latina, Trump premia a líderes afines como Javier Milei o el salvadoreño Nayib Bukele, quien acordó albergar en su cárcel de máxima seguridad a migrantes sin papeles deportados de EEUU. En cambio, redobla la presión sobre quienes le plantan cara, como Lula y, ahora, el presidente progresista colombiano.

El Ministerio de Exteriores de Colombia informó el martes que, tras una reunión en Bogotá entre Petro, el embajador colombiano en EEUU, Daniel García Peña, y el encargado de negocios de la Casa Blanca, John McNamara, se acordó avanzar hacia una solución al “impasse bilateral”. Un día después, tras la acción militar de EEUU en el Pacífico, el Ministerio de Relaciones Exteriores colombiano llamó al Gobierno de EEUU a “cesar este tipo de ataques” y a “respetar las normas que dicta el derecho internacional”.

Las presidenciales, en el horizonte

El choque entre Bogotá y Washington se ha agravado a siete meses de la primera vuelta de unas presidenciales en las que Petro no se puede presentar a la reelección. “El país no estaba en el lugar más visible de la política exterior de Estados Unidos hacia América Latina. No éramos protagonistas. Por eso han sido las declaraciones del presidente colombiano, con mucha gradualidad, pero también con mucha contundencia, las que nos ha puesto en esa palestra. Y creo que lo que uno se encuentra es, primero, una estrategia electoral. Él está pensando en su papel protagónico como líder de una sociedad civil transnacional”, explica Sandra Borda, profesora de Ciencia Políticas, a elDiario.es.

Habiendo tomado nota de los réditos que dejó a Lula el cisma político con Washington, Petro parece decidido a agudizar la ruptura. “En los casos de Brasil, México y Canadá, donde los presidentes y el primer ministro se han beneficiado de trazar una línea clara de entendimiento con Trump, ninguno ha forzado la situación. Ellos no han sido vocales en generar la tensión”, dice Borda. “Además, los tres tienen modelos distintos de control de daños, de negociación. Han sido tan firmes como prudentes e institucionales en el manejo de las relaciones con Estados Unidos. Su estrategia de política exterior ha primado y luego, de forma casi indirecta, han tenido resultados electorales positivos o buenos índices de favorabilidad. La historia de Petro, sin embargo, es al revés”.

Petro está pensando en su papel protagónico como líder de una sociedad civil transnacional

Sandra Borda Profesora de Ciencia Políticas

El analista Dorian Kantor coincide en que Gustavo Petro ha convertido la “confrontación en parte de su narrativa postcolonial de periferia contra centro”. Sin embargo, a diferencia de los movimientos del presidente Lula, en este caso entra en juego la enorme dependencia económica de Colombia, de los recursos que necesita para sostener el aparato militar contra los actores armados ilegales. “Ese componente es clave —aunque no el último— en la estrategia más amplia de lidiar con la violencia”. El país ha sido el mayor receptor de ayudas monetarias en medio siglo en el hemisferio occidental. La inversión extranjera directa estadounidense asciende al 42% del total recibido por el país sudamericano y el 29% de las exportaciones colombianas al mundo tienen como destino la gran potencia del norte.

El duro mensaje de Trump no se lo pone fácil a la oposición política en Colombia. Aunque las críticas al manejo diplomático han brotado en redes sociales y otros canales, las agresiones directas del republicano contra Petro resultan más difíciles de respaldar. “Es muy importante tener claro que la competencia por lanzar el peor insulto no empezó ayer. Esto es una situación que viene desde enero con el tema de los deportados. Desde entonces, Petro venía preparando el camino para ponerlo donde está”, afirma Borda. 

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, en una foto de archivo.

El presidente de izquierdas, a su juicio, ha salido beneficiado. A pesar de la reputación de saber aprovechar la debilidad de sus interlocutores, Trump parece haber mordido el anzuelo, según más de un estudioso. La receta es conocida: activar el discurso nacionalista en Colombia y delimitar cualquier duda ideológica en torno a su norte político. “Le sirve para cerrar filas en torno al candidato del Pacto Histórico (el partido de Petro). Es útil y eficiente en las urnas. Porque cualquiera que no esté ahí, es considerado un apátrida. Resuelve el problema de los indecisos”, precisa Borda. 

Venezuela, otra ficha clave

Venezuela es, por último, una ficha clave a la hora de entender la situación entre Colombia y Estados Unidos. Se trata de una relación triangular donde juegan aspectos de seguridad fronteriza, flujos migratorios e intereses petroleros. Con la nueva estrategia del Pentágono para combatir el narcotráfico, que incluye patrullajes y bombardeos a supuestas 'narcolanchas' en aguas del Caribe, los analistas intuyen que Gustavo Petro se irá despojando de las pocas ambigüedades que mantenía en su relación con Nicolás Maduro, cuya victoria en las últimas elecciones no ha reconocido.

Por su parte, Trump, en opinión de Dorian Kantor, también tendrá espacio para romper aún más costuras en el orden internacional y la lucha contra las drogas. “Al insistir en militarizar un problema multidimensional, intensifica un ciclo que América Latina conoce demasiado bien: más violencia, instituciones debilitadas y estancamiento estratégico”, concluye.

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