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Los nuevos pasos del Plan Ceibal, la imparable revolución educativa uruguaya

El programa abarca a alumnos desde primero de educación primaria hasta tercero de educación media

Víctor David López

Ha pasado de ser la anécdota de un ordenador para cada alumno a convertirse en una imparable revolución educativa. El Plan Ceibal (Conectividad Educativa de la Informática Básica para el Aprendizaje en Línea), creado en 2007, sigue avanzando: acaban de organizar el II Seminario de Pensamiento Computacional y de inaugurar en la red la Biblioteca País, con mas de cuatro mil libros digitales a disposición de los usuarios.

Ceibal ha superado una crisis económica mundial que pasó de refilón por Uruguay. Allí suelen notarse más los malos momentos de sus vecinos y grandes socios comerciales Argentina y Brasil, como ahora. El programa recogió el guante lanzado por el neoyorquino Nicholas Negroponte en 2006 y sus pequeños ordenadores de 100 dólares por unidad. Todo los alumnos tendrían uno. En 2007, cuando el presidente Tabaré Vázquez asumió el proyecto directamente desde la Presidencia de la República con un decreto que más tarde se convirtió en ley, esos humildes aparatos significaban mucho, pues no había smartphones todavía, ni redes sociales tan potentes como hoy en día.

El programa abarca a alumnos desde primero de educación primaria hasta tercero de educación media, y actualmente se encuentra en un estado muy evolucionado con respecto a lo que era hace once años. En 2010 comenzó a explotar de verdad, y hoy las niñas y niños uruguayos hablan de pensamiento computacional –proyecto lanzado en 2017– con una tranquilidad que asusta. Basan su aprendizaje en esta metodología de identificación y resolución de problemas reales, preocupaciones de los propios estudiantes, con razonamiento, comprensión y diseño y puesta en practica de soluciones innovadoras y por etapas.

“Si hace cinco años hubiéramos dicho que iba a haber un seminario de pensamiento computacional lleno en el salón de actos del LATU [Laboratorio Tecnológico del Uruguay], con 400 o 500 grupos de educación primaria y media, nos hubieran llamado tecnócratas y no sé cuántas otras palabras más que durante muchos años se han dicho de nosotros”. Miguel Brechner, director del Plan Ceibal, abría con esta reivindicación el más reciente acto de un programa que mueve un presupuesto que representa el 0,1% del Producto Interior Bruto del país –aproximadamente 56 millones de dólares, 1.800 millones de pesos uruguayos–.

Llevan once años bañando de tecnología las aulas de las escuelas públicas, tratando a su vez de hacer pensar a los alumnos. Diego, estudiante de sexto curso de la Escuela Nº112 de Pando (Canelones), explicaba en el seminario que los profesores les pidieron seleccionar un problema de los que tenían en su centro. “El problema que encontramos”, contaba Diego, “fue el poco espacio en nuestro patio”. Era casi imposible resolverlo desde el punto de vista de la ingeniería o de la arquitectura, pero podían intentarlo echando mano de la imaginación y la organización.

“Lo que estaba a nuestro alcance”, proseguía el alumno, “era realizar distintos juegos, con el apoyo de aplicaciones en la web, para entretener a los niños y mantenerlos calmados en una zona”. Evitaban así esas carreras por el minúsculo patio que muchas veces acababan en encontronazos.

Otros grupos de pensamiento computacional en las escuelas uruguayas identificaron como problemas, por ejemplo, la humedad del techo de las aulas. Vieron que necesitaban un dron para captar imágenes aéreas del tejado y ellos mismos lo programaron. Llegaron a la conclusión de que la ejecución de la obra de esa cubierta no había sido la correcta. Por el camino, los chavales van cosechando una enorme cantidad de conocimientos.

La ministra de educación uruguaya, María Julia Muñoz, acompañaba al director de Ceibal en la apertura del seminario que cerraba el año educativo. Reconoció que le ha sorprendido la eficacia de los profesores remotos, mediante el sistema de videoconferencias de alta calidad. Se utiliza fundamentalmente en las clases de ingles: “Lo remoto para ellos tiene un significado tan diferente que es maravilloso”.

Inevitables críticas y grandes retos

Es inevitable, por otra parte, que una iniciativa con tanta importancia y visibilidad sea ajena a las criticas, tanto desde parte del mundo del profesorado como desde los partidos políticos de la oposición –Ceibal ha resistido tres legislaturas, pero siempre con el Frente Amplio en el poder–. Entre las objeciones lanzadas contra Ceibal destacan el gasto –demasiado para los logros obtenidos, opinan algunos–, la falta de auditorias externas –sobre todo en lo relacionado con los aparatos entregados a los alumnos, y el control de existencias–, o la falta de formación continua de los docentes.

Los retos aún son mayúsculos. Uno de ellos es que tan solo el cuarenta por ciento de los estudiantes de secundaria logra finalizar sus estudios. Esa franja de edad escapa de la acción del programa, pero desde Ceibal confían en que la mayor motivación que existe hoy entre los mas pequeños en la actualidad mejore los datos a medio o largo plazo. Los proyectos más potentes del programa se han ido creando en cascada, y no han llegado a su apogeo. En lo que respecta a pensamiento computacional, el objetivo para 2019, según Brechner, es que 1.500 grupos de alumnos estudien bajo este concepto. Para 2020, afirma, el reto es que la totalidad de los alumnos (y sus profesores) lo hayan asumido.

En este II Seminario de Pensamiento Computacional, Daniela, otra de las alumnas de la Escuela Nª 112 de Pando, explicaba a auditorio lo que para muchos adultos es negativo, pero para ellos no. “Los inmigrantes que han venido a Uruguay este año”, anunciaba como temática de su estudio. “No queremos ver eso como un problema sino como una oportunidad de conocer culturas nuevas: palabras, juegos, bailes. Y poder integrar a esas personas que vienen a Uruguay, y que no se sientan discriminados”. En su centro hay niñas y niños cubanos, argentinos, japoneses y peruanos. Además, desde su solidaridad y a través de la amistad con sus nuevos compañeros, su grupo ha intentado analizar el flujo migratorio, que no siempre entiende de rutas y de lógicas. “¿Por qué los inmigrantes vienen para acá”, se preguntaba esta estudiante de quinto curso, “y no se van a Europa, que sería como el primer mundo?”.

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