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The Guardian en español

Ciudades y empresas intentan reparar en EEUU el daño causado por Trump a la lucha contra el cambio climático

Manifestación en Wall Street, en Nueva York, por su papel en el cambio climático.

Oliver Milman

Donald Trump no tuvo ni tiempo de irse del Rosedal de la Casa Blanca donde anunció que Estados Unidos se retiraba del histórico Acuerdo de París por el cambio climático, cuando comenzaron las reacciones negativas a la decisión.

El acuerdo voluntario, cuyo objetivo es controlar el aumento de la temperatura global manteniéndola en menos de 2ºC, era “draconiano” y “empeoraría la calidad de vida” de los estadounidenses, dijo Trump el 1 de junio del año pasado. “Me eligieron para representar a los ciudadanos de Pittsburgh, no de París”, añadió el presidente.

Casi inmediatamente, Bill Peduto, alcalde de Pittsburgh, respondió vía Twitter: “Os aseguro que seguiremos las directivas del Acuerdo de París por el bien de nuestro pueblo, nuestra economía y nuestro futuro”.

En este año que ha pasado, una alianza de ciudades, estados y grupos ecologistas del país se ha volcado a llenar el vacío que dejó la decisión de Trump cuando retiró al segundo país más contaminante con carbono de un acuerdo que buscaba preservar la habitabilidad de gran parte del planeta.

Esta coalición ha tenido unos 12 meses muy difíciles, durante los cuales los triunfos a nivel local han sido constantemente empañados por la intención del gobierno nacional de derruir cualquier estructura que luche contra el cambio climático.

Pittsburgh es una de los 405 municipios que –en representación de 70 millones de estadounidenses– han firmado la iniciativa Alcaldes por el Clima, que ha cobrado fuerza el último año. Más de 80 ciudades del país –algunas incluso gobernadas por los republicanos, como San Diego– se han comprometido a utilizar energías renovables al cien por cien.

Un grupo más amplio de varios miles de empresas –incluidas Amazon, Levi Strauss y Google–, ciudades y estados se han comprometido a promover los objetivos del Acuerdo de París a través de la coalición Seguimos Aquí, liderada por el multimillonario exalcalde de Nueva York Michael Bloomberg y el gobernador de California, Jerry Brown.

Brown ha atacado la “imprudente indiferencia” de Trump hacia el cambio climático y anunció que California lanzará sus propios satélites para monitorear el clima, si los republicanos recortan los programas científicos de la NASA.

“Los compromisos colectivos de empresas y gobiernos estatales han enviado la poderosa señal de que no se alinearán con el gobierno nacional respecto de la cuestión del clima, y deben continuar con determinación”, dijo Heather Clarkson, directora ejecutiva del Grupo por el Clima, que dirige un pacto de 100% de energías limpias al que se unieron empresas como Apple, Kellogg’s y Visa.

En reacción a la decisión de Trump, algunas ciudades han apurado el paso en ciertas áreas –Nueva York electrificó su flota de autobuses y Los Angeles ha prometido abandonar la electricidad a carbón. Nueva York también ha prometido abandonar los combustibles fósiles y está denunciando a las empresas petroleras más grandes del mundo por su papel en la subida del nivel del mar, las olas de calor y los desastres naturales.

Muchas iniciativas frente a Trump

Mientras tanto, estados como California y Nueva Jersey han intensificado sus objetivos para recortar las emisiones de gas invernadero, a la vez que han aumentado su capacidad de energía solar y eólica.

Grupos ecologistas, animados por un aumento en las donaciones tras el triunfo electoral de Trump, han presionado para que cierren las plantas de carbón del país, con algunos triunfos: más de la mitad de las fábricas de carbón que operaban en 2011 están camino al cierre, principalmente por la competencia que representa el gas natural, que es más barato.

“Trump mató el impulso con que veníamos, así que el trabajo ahora es reconstruir ese impulso”, afirmó Bill McKibben, co-fundador del grupo 350.org. “Es poderoso ver que las ciudades y los estados han redoblado los esfuerzos. El calentamiento global es lo peor que ha hecho la humanidad, y en un mundo racional todos nos uniríamos para combatirlo. Pero no vivimos en un mundo racional, así que las ciudades pequeñas están teniendo que llenar ese vacío”.

Aún así, el desprecio del Gobierno de Trump por las políticas contra el cambio climático está haciendo estragos. Las emisiones del país están en su punto más bajo de los últimos 25 años gracias a las tendencias de eficiencia energética y el descenso en el uso de carbón. Pero hacen falta recortes más estrictos para llegar a menos de 2ºC de calentamiento global y Estados Unidos corre el riesgo de estancarse. Se estima que el país alcanzará en 2025 sólo la mitad de las reducciones que le exigía París, según un nuevo análisis.

El Gobierno de Trump amenaza con abrumar a las ciudades y a los estados que lo han desafiado revirtiendo los estándares de las emisiones de vehículos, relajando las normativas sobre la perforación de petróleo y gas, y trabajando para abandonar el plan de Obama sobre energía limpia. Trump, que durante la campaña electoral de 2016 utilizaba un casco de minero del carbón, ha declarado que ha “finalizado la guerra contra el hermoso y limpio carbón”.

La promesa de Trump de retirar al país del Acuerdo de París, que no puede ser una realidad hasta noviembre de 2020 por los períodos de notificación establecidos, no ha logrado que el acuerdo se caiga. Pero sí ha cambiado la dinámica internacional en torno al acuerdo, a pesar de los mejores esfuerzos compensatorios de las ciudades y estados estadounidenses.

“Es bueno que no se hayan retirado otros países”, afirmó Todd Stern, que dirigió las negociaciones de Estados Unidos en París. “La parte menos positiva es que esto ha sido muy dañino para los Estados Unidos. Al haberse retirado EEUU, algunos países están intentando echarse atrás sobre lo que habían acordado en París. Si el emisor históricamente mayor se retira del acuerdo, obviamente esto no es bueno”.

El año pasado, Estados Unidos fue azotado por tres huracanes salvajes que causaron daños récords y sirvieron de recordatorio de que, incluso si las jurisdicciones anti-Trump intentan compensar las reducciones, no sería suficiente para detener algunas de las peores consecuencias.

“Todos están haciendo todo lo que pueden, pero no hay apoyo del poder en Washington en este momento”, dijo McKibben. “El problema con el cambio climático es que corremos contra el tiempo. La física del planeta no espera. Si perdemos unos años, nos cargamos una capa de hielo”.

Traducido por Lucía Balducci

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