Cómo y por qué el AK-47 se convirtió en el arma preferida de los yihadistas
En los primeros años tras el 11-S, las armas preferidas de los yihadistas eran el cinturón bomba, el coche bomba y el dispositivo explosivo casero. Eran armas que podían esconderse, tenían un efecto brutal y eran difíciles de neutralizar.
El año 2015 terminó con atrocidades repartidas por todo el calendario (Charlie Hebdo, Sousse, Garissa, Túnez, Copenhague y París) y otro arma como protagonista: el AK-47.
A lo largo de toda Europa, en 2015 hubo más atentados con fusiles de asalto del tipo kalashnikov que con ningún otra arma. En los ataques del 13 de noviembre en París, los hombres bomba mataron a algunas personas, pero fueron los hombres provistos de fusiles los que masacraron a la mayoría. Lejos de allí, en Tunez y en Kenia, las armas automáticas también fueron las principales responsables de los daños.
Hace años que se sabe de la amplia disponibilidad de estas armas. Pero hacía falta que el número de muertes llegara a la escala a la que llegó en París en noviembre para que Europa decidiera ocuparse de la amenaza. Las fuerzas de seguridad de todo el continente están tratando ahora de encontrar respuesta a preguntas fundamentales. ¿De dónde vienen? ¿Quiénes son los intermediarios que negocian con estos fusiles mortíferos? ¿Y por qué han vuelto de nuevo a ser tan populares?
Parte de la respuesta puede encontrarse tras las montañas del centro de Montenegro, en una pequeña cabaña del interior de los Balcanes. Es un lugar pobre. El moho crece en las paredes, las manchas de humedad suben desde el suelo, y los únicos objetos a la vista son una vieja televisión, un fogón y una nevera.
En una de las dos habitaciones vacías de la cabaña, Zeljko Vucelic da una fuerte calada a un cigarrillo. Su familia lleva generaciones viviendo con lo justo. Zeljko se acaba de enterar de que su hermano, Vlato, había estado intentando ganar un poco de dinero extra jugando a ser una pequeña pieza en el gran negocio del contrabando de armas. Zeljko dice que lleva varias noches sin poder dormir: “Estoy tratando de pensar si hay algún recuerdo en el que hurgar, algo a lo que agarrarme para seguir adelante”.
El 5 de noviembre su hermano Vlatko Vucelic fue detenido en una autopista alemana. En el maletero llevaba todo un arsenal: un revólver, dos pistolas, dos granadas, 200 gramos de TNT, y ocho kalashnikovs. La policía no ha relacionado a Vlatko con ninguna trama terrorista. Creen que era un eslabón más, aunque fuera uno pequeño, en la cadena del contrabando mundial de armas, un negocio que mueve 320 millones de dólares al año.
Según los detalles del navegador de su propio coche, su viaje siguió la que para los expertos es la ruta más transitada de los traficantes de armas: Montenegro, Croacia, Eslovenia y Austria hasta una frontera en el sur de Alemania, cerca de Rosenheim. El destino final, un parking de París.
Punto de partida
Cuando la policía emplea la palabra kalashnikov para describir las armas que incautan en verdad se están refiriendo a una marca legendaria con muchas reencarnaciones. Diseñada por el general soviético Mikhail Kalashnikov, el primer modelo del rifle, el AK-47, entró a formar parte del armamento del Ejército soviético a partir de 1948. Hoy el nombre se usa para 200 tipos diferentes de fusiles de asalto, todos basados en el AK. Según Michael Hodges, autor del libro AK-47: La historia del arma del pueblo, el número de kalashnikovs en el mundo podría ascender a 200 millones. Un kalashnikov cada 35 personas.
Se siguen fabricando de forma legítima en más de 30 países, con China como el principal fabricante y el mercado internacional como destino. Pero las armas fabricadas legalmente pueden transformarse rápidamente en contrabando ilegal. El principal mercado de exportación de China son los estados africanos, donde muchas veces terminan en el mercado negro porque los soldados malpagados las venden o porque algunos estados las emplean para armar con ellas a fuerzas rebeldes de otros países.
Con una guerra civil que alimentar y un estado de anarquía sin comparación en casi ningún otro país del continente, Libia se ha convertido en un embudo gigantesco para las armas ilegales. Según el informe del comité de expertos de la ONU que controla el embargo de armas en el país norteafricano, las armas viajan desde Libia hacia otros 14 países. Aunque aún no haya evidencias de que las armas usadas en Europa puedan venir de Libia, la mayoría de los expertos cree que sólo es cuestión de tiempo antes de que aparezcan.
Además de la producción constante de nuevos kalashnikovs, que se fabrican a un ritmo de un millón por año, en los Balcanes occidentales, en la ex Unión Soviética, y en el norte de África hay decenas de millones de kalashnikovs. A pesar de haber sido fabricados –por lo menos– en 1980, aún funcionan perfectamente. Sólo en Albania, tras los disturbios de 1997 desaparecieron 750.000 kalashnikovs y pasaron a engrosar el mercado de armas ilegales.
A menudo reconstruidas por intermediarios, estas armas viejas siguen siendo usadas por criminales y terroristas gracias a su extraordinaria durabilidad.
Según Mark Mastaglio, un experto en balística de Reino Unido, el kalashnikov tiene la virtud de ser “un equipo muy simple”. “Es muy fácil de usar, por eso hay niños de 12 años con ellos; es resistente, funciona en todo tipo de ambientes, con la arena y el calor del desierto y también con el frío de Siberia; y aguanta donde quiera que sea almacenada, por eso es tan popular”.
Se calcula que en Serbia hay hasta 900.000 armas ilegales, en su mayoría del tipo AK. La cifra para Bosnia es de 750.000. En muchos casos, son armas que volvieron a casa con los soldados a finales de los años noventa, cuando las prolongadas guerras de los Balcanes se terminaron.
Según el experto en armas Aleksandar Radic, “batallones completos se llevaron las armas a sus casas”. “Durante los primeros años, muchos las escondieron, sólo por si acaso. Luego la gente empezó a venderlas en el mercado negro por tan poco como 100 euros”.
Mucha de la artillería usada en la masacre de París parece haber venido de los Balcanes. Según Milojko Brzkovic, director de la fábrica de armas serbia Zastava, el número de serie de ocho de los fusiles encontrados por la policía francesa podría corresponder a armas fabricadas por su empresa. Los fusiles de asalto M70 (la versión yugoslava del AK-47) descubiertos en Francia formaban parte de un lote que su empresa había enviado a depósitos militares de Eslovenia, Bosnia y Macedonia.
Descubrir el origen de un arma es útil pero no alcanza para entender el camino que hizo antes de llegar a las manos de un extremista islámico. Según Ivan Zverzhanovski, que desde Serbia trabaja para un proyecto de la ONU creado para terminar con la proliferación incontrolada y el tráfico ilegal de kalashnikovs y otras armas pequeñas en Europa, “es de verdad difícil seguir el ciclo de vida de un arma”: “Tal vez se sepa que las armas pertenecieron al Ejército yugoslavo a finales de los ochenta, pero no dónde estuvieron entre ese momento y 2015. Por eso es de verdad difícil saber cómo están llegando hasta Europa. Conseguir la información correcta es crucial”.
La ruta
Vlatko Vucelic era supuestamente parte de lo que los expertos llaman “el comercio hormiga”, contrabando de poca monta para llevar armas a Europa y a través del continente. Vlatko no es ningún pez gordo del hampa. Hasta el momento en que fue detenido, había tenido una vida común y corriente. Soltero, sin hijos, ni siquiera tenía antecedentes. Según su hermano, se las arreglaba para sobrevivir con lo justo gracias a 400 euros mensuales que ganaba en verano trabajando en un viñedo.
Nunca había salido de su país. En pocas ocasiones se alejó más de un par de kilómetros de su casa en coche. Sin embargo, un mes y medio antes de su viaje, solicitó su primer pasaporte y un carné de conducir internacional. A su hermano Zeljko aún le cuesta comprender: “Deja su país por primera vez y es para llevarse un arsenal encima, ¿cómo se explica eso?”. Pero es un fenómeno completamente posible, ahora que los traficantes están tratando de abastecer la demanda de armas de uso militar en Europa.
Según Zverzhanovski, “la hipótesis de trabajo, probablemente correcta, es que las armas siguen la misma ruta que las drogas para entrar en el continente”: “Un montón viene por carreterra pero es el tráfico más pequeño. No hay casos de contrabando a gran escala. No vemos camiones cargados sino dos, tres o cinco pistolas automáticas o rifles de asalto desmontados en autos y autobuses”.
En comparación con el tráfico de drogas, las bandas detrás del comercio de armas son a menudo pequeños grupos muy unidos. Las cantidades en juego son mínimas: unos cuantos kalashnikovs frente a las muchas toneladas en que se pasa la cocaína. De acuerdo con un informe de la oficina de la ONU contra las drogas y el crimen, “el grupo criminal responsable del tráfico de armas puede estar compuesto por tan pocas personas como un broker bien posicionado y los cómplices que reciben el cargamento”.
Si bien el tráfico de armas no es un negocio tan lucrativo como el de drogas, puede reportar enormes ganancias. Los kalashnikovs se compran en los Balcanes por entre 300 y 500 euros. El precio de venta en Europa es de hasta 4.500 euros, aunque según Nils Duquet, del Instituto Flamenco para la Paz, hay pruebas de que está cayendo hasta colocarse entre 1.000 y 2.000 euros para un fusil automático.
Otros atractivos del comercio de armas son las dificultades de su detección, especialmente en las fronteras de países Schengen, y el hecho de que en muchos países europeos las sanciones por el tráfico de armas sean menos severas que las del contrabando de drogas.
Si bien la existencia de personas como Vlatko Vucelic es crucial, los contrabandistas a veces ni emplean mulas. En Dinamarca, el principal método para introducir armas de fuego ilegales en el país es mediante vehículos pesados, en su mayoría provenientes de los Balcanes occidentales. En Suecia, el año pasado, la policía interceptó un envío de armas automáticas que iban dentro de una caja, en un autobús que viajaba desde un pequeño pueblo bosnio a Malmö y sin la compañía de ningún pasajero.
Los intermediarios
En los días posteriores a los atentados de París contra Charlie Hebddo, las autoridades eslovacas dieron marcha atrás con sus leyes sobre armas desactivadas: convertieron en ilegal su venta por Internet y obligaron a que registren el arma los coleccionistas que compran los kalashnikovs sacados de la circulación por la policía.
Tomaron esa decisión tras la creciente evidencia de que varias de los kalashnikov usados por los hermanos Kouachi en el atentado contra el Charlie Hebdo, y por su amigo Amedy Coulibaly (mató a cinco personas en un supermercado kosher dos días después), habían sido comprados en Eslovaquia y desmantelados para ser vendidos como artículos de coleccionista.
La activación ilegal de armas retiradas de la circulación, desde pistolas de fogueo hasta kalashnikovs, es algo que ocurre en toda Europa. En 2013, un informe de la Unión Europea dio cuenta de la amenaza: “Las fuerzas de seguridad están preocupadas por la cantidad de armas desmanteladas que están siendo ilegalmente reactivadas y vendidas con propósitos criminales”.
Las kalashnikov desmanteladas pueden ser compradas legalmente por coleccionistas, pero el procedimiento por el que la policía hace inservible el arma es diferente en toda Europa. Según Mastaglio, el método perfecto es en Reino Unido: es imposible que un arma de fuego desactivada por las autoridades británicas pueda volver a usarse. Pero en algunos otros países, entre ellos Eslovaquia, bastan un par de horas de trabajo para tener un arma letal de nuevo, a menudo simplemente desbloqueando el cañón y reinstalando el percutor.
La policía de Francia está siguiendo de cerca el comercio legal de armas decomisadas por su papel como fuente de artillería para criminales y terroristas. En una investigación que examinaba el “flujo entre redes criminales y coleccionistas de armas”, los franceses arrestaron en 2013 a 45 personas sospechosas de contrabando con armas de fuego desde Eslovaquia y Bulgaria.
El año pasado en Lille abrieron una investigación contra los intermediarios que activan armas de fuego desmanteladas. Entre los incluidos en la investigación figuran un ingeniero con residencia en Bruselas, un traficante en Bélgica, y Claude Hermant, un hombre de negocios de Lille que negocia con armas de fuego desmanteladas y que está arrestado desde enero, acusado de tráfico de armas. Según sus abogados, la investigación contra Hermant no tiene relación con la de los ataques en París.
Se cree que Bruselas es uno de los principales puntos de Europa para los intermediarios de armas ilegales. La sede de la Unión Europea está en el centro de las investigaciones sobre el armamento de los terroristas: la tradicional laxitud de las leyes belgas sobre armas de fuego y el comercio legal de armas en Bruselas hacen que muchos ingenieros especializados en armamento se encuentren en la ciudad.
Mehdi Nemmouche, acusado de matar a cuatro personas en el museo judío en Bruselas; Ayoub el-Khazzani, acusado de intentar un tiroteo en el tren Thalys en agosto; y Coulibaly son algunos de los que podrían haber comprado sus armas a través de intermediarios en Bruselas. La policía belga también sospecha que los tratantes locales proporcionaron algunas de las armas usadas por los terroristas que el 13 de noviembre dejaron a 130 muertos en París durante un ataque contra cafés, bares, un estadio de fútbol y una sala de conciertos.
La policía de Bélgica arresta con regularidad a personas que fabrican armas de cero sin permiso o que vuelven operativas armas que debían estar desactivadas. Un posible motivo que explica por qué a Khazzani se le atascó el arma en el tren de Thalys es que haya sido fabricada a partir de piezas sueltas ensambladas en Bélgica.
Se dice que la mayor parte del comercio ilegal de armas tiene lugar en las descuidadas calles que rodean a la Estación de Bruselas Sur. Aunque según Nils Diquet, el traspaso de armas puede ocurrir en cualquier lugar, “en un apartamento, en un bosque o en un parking”. “Está claro que no se limita al área alrededor de la Estación Sur”, asegura. En su opinión, se trata de “un problema europeo”. “Donde quiera que haya crímenes graves, habrá mercado negro de armas”, sostiene.
De acuerdo con Diquet, los terroristas cambiaron su modus operandi y sustituyeron bombas por armas de fuego en los últimos dos años. “Una razón posible es que los explosivos son más difíciles de conseguir y a las armas de fuego se accede más fácilmente en el mercado ilegal”, explicó. Según Diquet, “las armas automáticas son muy apropiadas para herir a un montón de gente en poco tiempo y eso es lo que quieren los terroristas”. “Hay una demanda y una oferta creciente”, dijo.
Una demanda que crece
En los últimos cuatro años, el comercio ilegal de armas creció para abastecer la demanda de criminales que en países como Francia, Suecia, Dinamarca y Holanda usan cada vez más el AK-47.
Según un alto cargo croata, hace poco el comercio de armas de fuego sobrepasó al de drogas como el favorito de los criminales. En 2010, las autoridades francesas informaron de que habían incautado un 79% más de armas, hasta un total de 2.710. Fue entonces cuando la policía francesa comenzó a darse cuenta de que los criminales usaban cada vez más los kalashnikovs.
Según Zverzhanovski, “lo que estaba surgiendo era nuevo”. “Los franceses, en particular, comenzaron a detectar un gran aumento en la actividad criminal con armas de fuego, especialmente con fusiles de asalto, alrededor de 2011. En el informe que hicieron sobre el tema se podía ver lo sorprendidos que estaban”, analiza.
“Hay una preferencia creciente [de las bandas criminales organizadas] por usar pequeñas armas pesadas como fusiles de asalto”, publicó en 2011 Europol, la división de inteligencia policial de la Unión Europea. La evidencia creciente de que se estaba convirtiendo en un problema hizo que los franceses ajustaran sus leyes sobre armas en 2012 y aumentaran los castigos por el tráfico, con multas de hasta 100.000 euros y penas de hasta siete años de cárcel.
Pero la disponibilidad y el empleo de los kalashnikovs no cesan, particularmente en lugares como Marsella. En 2012, criminales armados con kalashnikovs protagonizaron dos tiroteos en dos fines de semana consecutivos delante de clubes nocturnos del norte de Francia. En marzo, dos personas murieron y diez resultaron heridas cuando una banda criminal abrió fuego con kalashnikovs en un pub de Gotemburgo, en Suecia. En Holanda, según un miembro de la policía, en los 20 asesinatos o intentos de asesinatos que hubo entre bandas criminales desde 2012, se emplearon 44 tipos de armas de fuego: casi la mitad fueron fusiles de asalto del tipo kalashnikov.
Incluso en Reino Unido, donde la ministra de Interior Theresa May presume de que estas armas no entran al país gracias a la dureza de los controles fronterizos, la policía incautó en agosto 22 rifles automáticos de asalto tipo kalashnikov, nueve pistolas ametralladoras Škorpion, 58 cargadores y 1.000 cartuchos. Las encontraron en una furgoneta que salía de la marina Cuxton en Kent, tras la llegada de un barco de Francia.
Para la policía que investiga cómo se las arreglan los yihadistas para apoderarse de su artillería, la conexión entre criminales y terrorismo es crucial. La relación es evidente en varios ataques terroristas de inspiración islámica: los atentados con armas de fuego de Mohamed Merah, en el sudoeste de Francia en 2012; los de Nemmouche; y los perpetrados en París en enero por los hermanos Kouachi y Coulibaly. Todos eran criminales que, una vez cumplidas sus sentencias de cárcel, salieron de la prisión convertidos en nuevos yihadistas radicalizados, con una libreta de direcciones llena de contactos de sus vidas anteriores.
Según Duquet, lo que está claro es que no basta con el dinero: sin conexiones no se puede comprar armas. En su opinión, por eso son importantes los lazos, a menudo infravalorados, entre las bandas criminales y las redes extremistas europeas.
La capacidad de estos criminales para acceder a equipamiento militar, entre los que se incluyen los kalashnikovs, está directamente relacionada con la creciente importancia de las armas de fuego como herramienta favorita de los terroristas en Europa. Según el informe de la Unión Europea sobre la situación actual y tendencia del terrorismo, las armas de fuego se han convertido en la principal forma de armamento para los atentados en la Unión Euroepa.
La respuesta estatal
Como telón de fondo de las investigaciones por la matanza de París, Europa se está apresurando a tapar agujeros legales y deficiencias en la forma de investigar que llevaban años sin ser corregidas. Cuando los criminales sólo usaban las armas para vengarse entre ellos, las autoridades europeas parecían no tener prisa. No fue hasta 2013 que Europol comenzó su unidad de expertos dedicados a armas de fuego. Según un informe de la Comisión Europea de 2014 sobre el tráfico de armas en Europa, la última operación conjunta por armas de fuego había sido en 2006.
Según el investigador del centro de estudios Small Arms Survey Nicolas Florquin, “es desde hace relativamente poco tiempo que el tráfico de armas en Europa se ha convertido en una prioridad”. “El conocimiento actual sobre contrabando de armas en Europa sigue siendo irregular y compuesto por arrestos e incautaciones específicas, lo que lleva a muy diferentes percepciones sobre la magnitud del problema”, explica.
En 2013, a medida que aparecían más y más pruebas de un comercio ilegal para rifles de asalto desmantelados, se comenzó a debatir en la Unión Europea sobre la necesidad de estandarizar métodos para inutilizar las armas. En principio, los cambios fueron catalogados como de “media” prioridad. Pero cuatro días después de los atentados de noviembre en París, escribieron a toda prisa una directiva que estandariza el proceso para inutilizar las armas retiradas de la circulación en toda la UE y que prohíbe la propiedad privada de fusiles de asalto del tipo kalashnikov, incluso cuando ya han sido desactivados. La propia Comisión admitió que el paso había sido “significativamente acelerado” por los últimos acontecimientos.
La familia de Vlatko Vucelic en Montenegro es mucho menos móvil que las armas con las que lo arrestaron. No pueden permitirse viajar hasta Traunstein, donde está detenido, para hablar con él. La policía de Montenegro les ha dicho que no hay indicios de que el comercio de Vlatko tenga relación con los atentados de París, pero eso no es algo que los consuele mucho.
“¿Cuánto pueden haberle pagado por esto?”, se pregunta su hermano. “Si era un millón, de alguna manera yo podría aceptarlo. Pero seguro que no fue eso. Hemos luchado 50 años de nuestra vida, podríamos haber seguido luchando otros 10 años o el resto de nuestras vidas. Si mi hermano es culpable de esto, yo personalmente lo condenaría a 30 años de cárcel”.
Traducción de Francisco de Zárate