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The Guardian en español

Los pobres no votan y eso es un problema

Lucia Graves

Lucia Graves —

Bernie Sanders dijo algo que no tenía que haber dicho: los pobres no votan. Aunque sea cierto que la participación electoral es inversamente proporcional al ingreso, tras el comentario de Sanders en Meet the Press sólo se habló de cómo el candidato se había mostrado a la defensiva y debilitado en el programa de televisión. Quedó en segundo plano lo que dijo, un hecho que debería sorprendernos, incluso avergonzarnos, y por el que deberíamos hacer algo más.

Sanders respondió con ese imprudente comentario cuando le preguntaron por qué había perdido donde debía haber ganando (ha perdido en 16 de los 17 estados con mayor nivel de desigualdad económica). Lo más sencillo era reconocer que su campaña no ha podido ganarse a las minorías, generalmente de menos recursos. Pero no quiso decir eso en televisión y tomó la decisión de hablar sobre algo mucho más importante que su situación personal. 

“Los pobres no votan; es así; la triste realidad de la sociedad estadounidense”, dijo. También, que en las elecciones de 2014 “el 80% de los pobres no votó”.

La televisión y la radio se encargaron de castigarlo por actuar más como analista que como candidato presidencial y por sincerar los resultados de su campaña de la forma equivocada. Los que se dedican a verificar la información se pusieron manos a la obra inmediatamente para refutar lo que había dicho. No solo comprobaron que “casi todo era verdad”, sino que incluso, si se mira de manera detenida, es completamente correcto.

Según lo que encontró Politifact, “en 2014, cerca del 75% de la gente que ganaba menos de 10.000 dólares y cerca del 69% de aquellos que ganaban por debajo de los 30.000 dólares, no participaron de las elecciones”. “Sin embargo, si nos enfocamos en la inseguridad financiera, Sanders estaba absolutamente en lo correcto”. Pero está claro que la inseguridad financiera no puede excluirse de un análisis sobre la votación de los pobres en 2014. 

La observación de Sanders es tan válida como preocupante. En 2014, votó solamente el 36,4% de los censados. La participación electoral fue la más baja que Estados Unidos tuvo en 72 años. Según el análisis del centro de investigación Pew, por lo general, los que no votan son los que tienen menos educación, menos dinero, los jóvenes y los de otras razas y etnias.

El último ciclo electoral fue tan malo para las comunidades más vulnerables que estableció un nuevo récord. Sanders tiene éxito con algunas de esas comunidades (por ejemplo, los jóvenes), pero no tanto con otras (los votantes afroamericanos). Un análisis del periódico The Washington Post confirmó un dato obvio que sabemos hace tiempo: el verdadero problema de Sanders es con los afroamericanos, con mayor probabilidad de estar entre los de menos recursos, que con los votantes pobres.

No es ninguna sorpresa que Sanders está perdiendo y que en algún momento lo reconocerá: ha estado perdiendo desde que comenzó la carrera electoral. Pero no hay nada peor que una declaración desafortunada en un programa de domingo. En este momento de vulnerabilidad, Sanders ha aportado nuevos datos de algo obvio y un tanto incómodo para él.

Es una forma de admitir que su revolución ha fracasado. Y, lo que es más importante, ha fracasado en su expreso deseo de despertar a los pobres y desamparados de Estados Unidos, concederles derechos civiles y, en definitiva, darles poder.

Si Sanders no ha podido motivar a los que menos tienen es porque ha fallado en su intento de arreglar el problema arraigado en la democracia estadounidense con su fenomenal y exitosa campaña de rebeldía, muy probablemente insuficiente. 

Tal vez debamos ocuparnos más en comprender plenamente nuestra democracia que en señalar todos los puntos en los que Sanders se quedó a medias de arreglarla. Obstáculos para el voto como las colas enormes y las estrictas leyes de identificación contribuyen a reducir la participación electoral. También, un aumento en el uso de papeletas provisionales entre las minorías. Una reforma en esas áreas tendría efectos significativos.

Como escribió en The Root Danielle C. Belton, a los que más necesitan ser representados, más se lo niegan. “La razón por la que los políticos ignoran a tantos trabajadores pobres es porque no votan”, escribió. “Y la razón por la que tantos trabajadores pobres no votan es porque ciertos políticos se han asegurado de que votar les sea lo más incómodo posible”.

De eso tendríamos que estar hablando. No de un desliz que demuestra por cuánto está perdiendo Bernie Sanders.

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