Canadá estrena una carretera para llegar a los confines del Ártico
Durante la mayor parte de su vida, si Laverna Smith quería un trozo de carne fresca tenía que subirse a un avión para ir a buscarlo a la carnicería más cercana. Pero a partir de esta semana podrá subirse a su camioneta y conducir hasta allí en cualquier día del año, aunque seguirá siendo un viaje de 276 kilómetros sumando ida y vuelta.
Canadá ha abierto este miércoles su primera autopista que une el sur del país y el Océano Ártico y que estará abierta durante todo el año. La carretera de grava de 250 millones de euros se extiende desde el centro regional de Inuvika y la ciudad costera de Tuktoyaktuk en los Territorios del Noroeste.
La carretera traza una línea directa a través de la tundra, convirtiéndose en el único canal de acceso al mar en la zona noroeste abierto al tráfico. Smith espera que la nueva carretera ponga fin al aislamiento que en ocasiones sienten los 800 habitantes de “Turk”. “Va a tener un impacto significativo, seguro”, sostiene Smith. “Podemos meternos en el coche y bajar hasta Inuvik cuando queramos”, añade.
La autopista se planteó por primera vez en los años 60, pero el Gobierno de los Territorios del Noroeste no hizo su primera propuesta al gobierno federal hasta 1998 y no fue hasta 2009 cuando se concedieron 168 millones de euros para el proyecto.
Durante ese tiempo, una carretera estacional de invierno ha permitido transportar bienes hasta Tuktoyaktuk por el hielo. Pero con un clima más cálido el único acceso de entrada o salida era el avión.
Prometida por el anterior primer ministro, Stephen Harper, como “la carretera a los recursos”, la autopista también es percibida como una forma de fortalecer los vínculos entre las comunidades al norte del paralelo 60 y los que están en lo que ellos llaman “exterior”.
También se vio en su momento como un posible apoyo para futuros desarrollos de gas y petróleo en la región, antes de que el gobierno de Trudeau anunciase el año pasado una moratoria conjunta con Estados Unidos en las perforaciones en las aguas del Ártico.
Como muchos en Tuktoyaktuk, Smith tiene la esperanza de que la carretera traiga otros beneficios. Smith es socia del hotel End of the Road y espera aprovecharse del previsible aumento en el turismo abriendo el único restaurante en el pueblo. “Ya estamos vendiendo comida para llevar”, cuenta Smith. “Simplemente estamos esperando a los últimos permisos”.
Algunos residentes locales han expresado sus preocupaciones de que la nueva carretera cambie el estilo de vida de Tuktoyaktuk. “Como todo lo nuevo, llevará un tiempo adaptarse”, afirma Smith.
Una de las preocupaciones es que la carretera aumente el acceso a las drogas y el alcohol, algo contra lo que luchan muchas comunidades norteñas. En 2010, esta aldea intentó poner restricciones a la bebida, limitando la cantidad a los residentes hasta 48 latas de cerveza o dos litros de licor. Aun así, el contrabando continúa.
Smith espera que la nueva carretera saque del negocio a los contrabandistas. Si cualquiera puede conducir hasta Inuvik para comprar alcohol, ya no habrá necesidad de comprarlo de contrabando, sostiene.
Uno de los beneficios más esperados es la reducción en el precio de la comida. De acuerdo con un informe de 2014, el Gobierno de los Territorios del Noroeste espera que la autopista ayude a reducir el precio de la comida, el combustible y otros bienes alrededor de 1.250.000 euros al año.
Traducido por Javier Biosca Azcoiti