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The Guardian en español

Sólo tres meses de cárcel para el primer condenado por la muerte de una niña tras una mutilación genital en Egipto

Sohair al-Bata’a murió en 2013 // Fotografía: Women's Center for Guidance and Legal Awareness

Ruth Michaelson

El Cairo —

El primer médico que fue condenado en Egipto por haber practicado una mutilación genital femenina solo ha pasado tres meses en la cárcel, a pesar de que tanto los activistas como las Naciones Unidas consideran que este caso es un hito en la lucha contra esta práctica.

Sohair al-Bata’a, de trece años, murió a manos de Raslan Fadl en 2013, si bien Fadl siempre ha negado haber practicado la operación que la mató. Este caso levantó la indignación de los expertos internacionales y egipcios, y permitió condenar judicialmente una práctica que sigue siendo muy habitual en Egipto a pesar de que fue oficialmente prohibida en 2008.

Si bien en un primer momento fue absuelto, en enero de 2015 Fadl fue condenado a dos años y tres meses de cárcel por homicidio involuntario, aunque no cumplió la condena. La periodista de National Public Radio Leila Fadel lo localizó en un hospital público en diciembre de 2015 y constató que el hombre seguía practicando medicina cerca de Mansoura, su ciudad natal.

Según el abogado Reda al-Danbouki, que representó a Sohair en el juicio, hasta abril de este año Fadl no se entregó a las autoridades. El abogado explica que lo hizo tras obtener el perdón de la familia de la niña, lo cual conllevó la anulación de dos años de cárcel. Fadl solo tuvo que cumplir una condena de tres meses de cárcel y el pasado 2 de julio quedó en libertad.

“La familia está implicada en este crimen, esto no tendría que haber pasado”, indica Danbouki. En el juicio que tuvo lugar en enero de 2015 los fiscales alegaron que el padre de Sohair la había obligado a hacerse una operación que conlleva cortar los genitales y a veces extirpar el clítoris.

“Es necesario que se tipifiquen los delitos en torno a la mutilación genital femenina”, explica Dalia Abdel Hamid, de la Iniciativa Egipcia para los Derechos Individuales, con sede en el Cairo: “De esta forma no cabría la posibilidad de reconciliación”.

Abdel-Hamid indica que si Fadl hubiera sido condenado por un crimen más grave que el de homicidio involuntario no habría tenido la posibilidad de pedir el perdón de la familia de la víctima y esquivar años de cárcel.

“Falta la voluntad política de castigar este tipo de crimen y no presionan para que la ley que prohíbe la mutilación genital femenina se cumpla, ni siquiera hacen cumplir las penas de aquellos que ya han sido condenados por un juez”, lamenta. “El hecho de que la Administración no haya hecho un seguimiento de este caso demuestra que no cumple su función de proteger el derecho a la vida y a la salud de las mujeres. La Administración tiene la obligación de supervisar las clínicas así como los hospitales públicos y privados”, añade.

El gobierno egipcio se ha comprometido a eliminar la mutilación genital femenina antes de 2030. Según Unicef, el 74% de las egipcias de entre 15 y 17 años han tenido que someterse a esta práctica, mientras que el 54% de las mujeres y el 57% de los hombres encuestados está a favor de que se haga. El estudio de Unicef constató que desde 2008 la cifra de mutilaciones genitales femeninas ha ido disminuyendo lentamente, especialmente entre las jóvenes. Sin embargo, el 90% de las egipcias casadas ha tenido que someterse a esta operación.

“Pondremos este caso como ejemplo durante el juicio de Mayar para asegurarnos de que algo así no vuelve a suceder”, indica al-Donbouki, en referencia a un juicio que se celebrará próximamente y en el que un doctor deberá responder ante la justicia por la muerte de Mayar Mohamed Mousa, una joven de 17 años, en la provincia de Suez. Mousa falleció en el quirófano de un hospital privado mientras le hacían esta operación.

Los expertos se muestran especialmente preocupados por el elevado número de doctores que acceden a practicar esta operación. Según en UNFPA, el 82% de las mutilaciones genitales femeninas son practicadas por médicos.

Traducido por Emma Reverter

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