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The Guardian en español

El documental que muestra la dura batalla de la selección femenina de fútbol de EEUU por la igualdad salarial

En la imagen, Megan Rapinoe.

Lisa Wong Macabasco

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El deporte rey esconde un lado oscuro. Los ejemplos son múltiples: el racismo que lo impregna, las acusaciones de soborno y corrupción que rodean el proceso de selección del anfitrión de la Copa del Mundo y la adjudicación de los derechos de transmisión del evento y la codiciosa construcción de la Superliga Europea, entre otros.

LFG, un nuevo documental de HBO, examina otra de las facetas más oscuras del fútbol: la batalla por la igualdad salarial entre la Federación de Fútbol de Estados Unidos y su selección nacional femenina.

Andrea Nix Fine y Sean Fine, un matrimonio de directores de documentales que siempre trabajan juntos y que han ganado un Oscar [categoría de documental corto por Inocente], el Peabody y el Emmy [por Life According to Sam, la vida según Sam, un documental de HBO], abren su último documental con la demanda colectiva por discriminación de género presentada en marzo de 2019 por las jugadoras de uno de los equipos más exitosos de la historia del deporte contra su empleador, la Federación de Fútbol de Estados Unidos.

El documental sigue de cerca a seis jugadoras (incluida la estrella y excapitana Megan Rapinoe) durante el año siguiente, en un momento en el que el lema “igual salario por igual trabajo” se convierte en un grito de guerra literal para las mujeres de todo el mundo que se enfrentan al hecho de que se les pague menos que a sus homólogos masculinos y que constantemente tengan que demostrar su valía.

La demanda, que denuncia años de desigualdad en el trato y la remuneración, sorprendió al mundo justo tres meses antes del mundial femenino de la FIFA 2019.

Los Fine –cuyas películas anteriores se han centrado en los niños refugiados, los jóvenes sin hogar y sin papeles y un niño con una enfermedad rara y mortal que provoca un envejecimiento prematuro– consideraron que esta historia tenía la suficiente importancia como para ser contada. “Nuestros documentales anteriores giraban en torno a historias de grandes dificultades, de lucha, de tener que enfrentarte a un tipo malo y de la trascendencia. Inmediatamente pensamos que esta situación encajaba con el territorio en el que solemos movernos”.

Los directores comenzaron a planificar el documental poco después de la presentación de la demanda y casi inmediatamente se encontraron con problemas de acceso. Las jugadoras estaban secuestradas por los entrenamientos de la Copa del Mundo y, además, al equipo del documental no se le dio acceso para filmar en los campos de la Federación.

“No creo que la Federación de Fútbol de Estados Unidos quisiera que este documental saliera a la luz”, afirma Sean a The Guardian. (La Federación se negó a participar en ninguna entrevista ante las cámaras y esta semana expresó sus objeciones al documental en una serie de tuits).

“No creo que estén muy entusiasmados. No nos permitieron filmar a las jugadoras en el vestuario y en el campo y nos dejaron muy claro que si esta película trataba sobre la igualdad salarial, no iban a poner facilidades”, indica.

Sorprendentemente, uno de los productores identificó un vacío legal relacionado con dos partidos que escapaban del control de la Federación: “Sacamos la artillería pesada”, entre la que destaca un director de fotografía de NFL Films –el estándar de oro de la fotografía deportiva– que rodó a cámara lenta con una cámara Phantom de alta velocidad, dice Sean, añadiendo que el material fue fundamental para la película.

Un movimiento histórico

Cuando el equipo ganó la Copa del Mundo de ese año, tras una temporada récord, los Fine abordaron a Rapinoe con su idea, justo después de que esta volara de Francia a Estados Unidos y momentos antes del desfile del equipo en Nueva York. Rapinoe accedió a participar, pero dejó claro que no hablaría en nombre de sus compañeras.

Los Fine abordaron entonces a las jugadoras, una por una, y muchas de ellas aceptaron participar, incluida Jessica McDonald, que acababa de entrar en su primera convocatoria. “Ni siquiera lo dudé”, dice McDonald a The Guardian. “Fui consciente de la importancia de este documental. Es un movimiento, es algo histórico. Una vez que Andrea y Sean me contaron su visión, tuve plena confianza en que este documental iba a tener una gran repercusión”.

McDonald es la única jugadora del equipo que tiene un hijo. “Es una posición en la que estoy muy acostumbrada a estar”, dice. “No se oye hablar de muchas madres que son atletas profesionales y uno de los motivos es que los salarios son bajos”. En la película aparece enseñando a jugar al fútbol a niños para llegar a fin de mes.

Como señala Julie Foudy, comentarista de fútbol y capitana de la selección estadounidense ganadora del Mundial de 1999, el problema se remonta a décadas atrás. “En aquel entonces, la mentalidad era: 'Deberías estar agradecida, querida, por tener un lugar donde jugar'”, dice, detallando el estipendio de 10 dólares al día, los uniformes incómodos, las habitaciones de hotel con cucarachas e interminables vuelos comerciales sin asientos asignados.

McDonald recuerda las historias de horror que le contaron del equipo del 99. “Algunas jugadoras cosían los números a sus camisetas en el autobús que se dirigía a un partido”. McDonald atribuye los modestos avances en materia de igualdad salarial al aumento de la popularidad de este deporte y al poder de las redes sociales, donde cada jugadora tiene una plataforma para hablar directamente con sus seguidores. “El fútbol femenino tiene ahora mucha más relevancia. El apoyo que tenemos a nivel mundial ha aumentado muchísimo. No se trata sólo de unas pocas personas en Estados Unidos: el mundo nos apoya”.

El documental muestra cómo las jugadoras dedican sus escasas horas libres a la preparación de la demanda, con tenacidad y determinación. “Son muy diferentes, pero cuando se juntan consiguen algo mágico”, se maravilla Andrea. “Es increíble lo que hacen, ya sea preparando juntas una demanda o saliendo al campo. Nunca he hecho una película que muestre a tantas mujeres poderosas que son un increíble modelo a seguir”.

Un momento único para la reflexión

Cuando irrumpió la pandemia de COVID-19 el documental se encontraba en fase de producción. Con las medidas de confinamiento, los Fine se apresuraron a enviar cámaras para que las jugadoras se pudieran grabar. Durante los momentos más duros de 2020, tanto los directores del documental como las jugadoras se cuestionaron el proyecto. “¿Tiene importancia lo que queremos contar en el contexto actual?”, recuerda haber pensado Sean, mientras la preocupación por la pandemia daba paso a la indignación y a las manifestaciones por la muerte de George Floyd.

Sin embargo, el documental parece haber encontrado ahora su espacio, con los debates sobre la pandemia y la salida de las mujeres del mercado laboral y el trabajo adicional no remunerado que han hecho este último año en casa en un contexto de confinamiento.

“En el contexto actual resuena la idea de la igualdad, cómo tratamos a los demás y lo que es correcto”, señala Andrea. “De hecho, es un momento bastante único para reflexionar y para que estas mujeres se expresen de la forma en que lo hicieron”.

Espera que el sentimiento de “haber pasado por una experiencia similar” resuene en otras mujeres: “No hace falta ser una deportista, basta con ser alguien que haya sido alguna vez despreciada, infravalorada o subestimada y verá que el documental se dirige a ella”.

Al ser uno de los dos únicos hombres del equipo, Sean es ahora más consciente de las diferencias de trato que recibe frente a su esposa Andrea. “Si es algo relacionado con la imagen o la cámara, se dirigen a mí, o si está relacionado con el vestuario, se dirigen a Andrea. Es una devaluación constante y dolorosa a partir de un sinfín de pequeños gestos. He aprendido a través de este proceso que incluso yo tengo que luchar contra esta discriminación de una forma más activa”.

“No se van a rendir”

La película termina de forma un tanto desalentadora. Un juez federal de distrito desestimó las demandas de desigualdad salarial del equipo el pasado mes de mayo. (Las jugadoras han apelado esa decisión). Los Fines debatieron si continuar con el rodaje, sobre todo teniendo en cuenta que los ojos del mundo están puestos en el equipo como favorito para ganar el oro en los Juegos Olímpicos del próximo mes.

“Hay un dicho en el mundo del cine: si no terminas una película, la abandonas”, dice Sean. Señala que el equipo ha cerrado el círculo desde la secuencia inicial de la película en 2019, pero tiene la esperanza de que su actuación en el escenario internacional se convierta en otro momento de impulso para su causa.

Y tiene claro que la campaña de las jugadoras para reivindicar la igualdad salarial no termina aquí, independientemente de si hay o no hay cámaras. “No se van a rendir”, dice Sean. “Al final del documental entiendes que cuando afirman que van a seguir luchando, lo dicen de verdad”.

McDonald asistió al estreno mundial de la película en el festival de cine de Tribeca a principios de este mes y la reacción del público en directo le animó. “Es positivo constatar que la gente ahora tiene una idea más informada sobre lo que está ocurriendo. Esperemos que esto haga temblar a la Federación, a sus abogados, a los jueces y a cualquiera que esté en contra de nuestra reivindicación, porque este documental cuenta una verdad”.

“Mi percepción de esta lucha es muy clara”, continúa. “Ninguna de nosotras va a bajarse de esta lucha hasta que la ganemos. Estamos luchando por todas las mujeres. Estamos luchando por las niñas que sueñan con poder estar en nuestro lugar algún día. Estoy orgullosa de ello. Probablemente nunca me compararán con Alex Morgan o Megan Rapinoe, pero sé que habré formado parte de este movimiento histórico y eso me basta”.

  • LFG ya está disponible en HBO Max

Traducido por Emma Reverter.

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