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The Guardian en español

Omar, atrapado en la 'jungla' de Calais

Imagen de archivo de un joven en el campo de Calais

Jessica Elgot

Durante los últimos seis meses, la casa de Omar ha sido una cabaña de madera improvisada en la “jungla” del campo de refugiados de Calais. El adolescente duerme solo bajo una pila de mantas donadas. Pero, a diferencia de los miles de refugiados que viven en tiendas y contenedores cerca del paso, este adolescente sirio tiene una casa esperándole en Reino Unido.

El Ministerio del Interior ha aprobado que Omar pueda cruzar a Reino Unido bajo el reglamento de Dublín, el cual otorga el derecho al tímido adolescente de 17 años de unirse a su tío y primos en el noreste de Londres. Sin embargo, todavía está viviendo en el campo de refugiados temporal, sin manera de saber cuándo estará todo listo para salir. Ha estado esperando su traslado a Reino Unido casi dos meses.

Los voluntarios que trabajan en el campo dicen que la violencia se está elevando a medida que la población se incrementa debido al buen tiempo, algo que hace que más gente intente la travesía. Omar (este no es su nombre real) relata que no le ha contado a su familia en Siria nada sobre los peligros a los que se enfrenta cada noche. “No podría contárselo, no. Se asustarían mucho”, cuenta.

Por el momento, mientras la atmósfera en el campo se vuelve más tensa, Omar explica que permanece callado en su habitación o se dirige hacia la carretera principal para pasar el rato debajo de un puente a las afueras del campo, alejado del tumulto.

El Ministerio de Interior sufre cada vez más la presión de acelerar el proceso de trasladar a los niños que tienen derecho de estar en Reino Unido. A esto también se suman los grupos de derechos humanos que aseguran que los niños están siendo expuestos a los peligros de la violencia y de la explotación.

La exportavoz laborista de Interior, Yvette Cooper, escribió a la ministra Amber Rudd la semana pasada para decirle que el mes pasado el Ministerio recibió los detalles de 110 niños y jóvenes que estaban todavía en Calais y que tenían el derecho de reunirse con sus familiares en Reino Unido por el reglamento de Dublín. Todavía no se ha llevado a cabo ninguna acción sobre sus casos, apuntó Cooper. Con el ritmo actual se tardaría un año en reunir a cada niño con su familia.

Siguen sin cumplirse las cuotas

Otros 200 niños en el campo de Calais son candidatos a pedir asilo en Reino Unido bajo la enmienda de Dubs para traer niños refugiados a Reino Unido. El encargado de presentar esta enmienda fue su colega laborista Alf Dubs, quien fue un niño refugiado. El acuerdo obliga al gobierno a recolocar a menores no acompañados en Europa “lo antes posible”. Aunque los ministros prometieron que Reino Unido acogería a unos 3.000, tan solo ha llegado alrededor de una décima parte.

El martes, durante una visita al campo con Save the Children y dos parlamentarios conservadores, Heidi Allen y David Burrowes, Cooper dijo que el retraso en el caso de Omar y de otros era difícil de entender. Los tres aseguraron que pedirían una reunión con Rudd con el objetivo de presionar para que Interior nombrase un representante ubicado en Calais. Un representante de este tipo ya ha sido destinado a la Unidad Dublín del Ministerio de Interior francés en París.

Por ahora, Omar está en un limbo. Todo el papeleo está en regla y aún así ha estado esperando más de seis semanas sin ninguna información sobre cuándo podrá cruzar a Reino Unido finalmente. Ha oído historias sobre Willesden, el barrio donde algún día vivirá. “Me han contado que es tan bonito que no te lo puedes ni imaginar”, comenta. Burrowes, parlamentario por Enfield Southgate, sonrió y estuvo de acuerdo: “Es bonito por la libertad y la seguridad que te brinda. Es bonito en ese sentido, por las oportunidades”.

El campo está al límite cuando los parlamentarios lo visitan. La noche anterior ha habido disturbios, una pelea entre dos bandos del campo. Los voluntarios advierten de que muchos de los chicos del centro están necesitados de cuidados especiales y de atención después del episodio de violencia.

Mientras Omar espera en el campo, cada día supone un nuevo riesgo. “Todo es malo aquí, hay mucha violencia”, comenta. “No hay ley en la jungla, hay mucha gente tratando de sacar su parte del pastel de esta situación”.

Duros enfrentamientos entre refugiados

Un día, volviendo a su habitación, se topó con una pelea entre refugiados sudaneses y afganos. “Era una pelea realmente grande, de unas 600 personas, se tiraban piedras unos a otros”. Una de ellas le alcanzó en un ojo y su cara todavía tiene marcas. Ninguna ambulancia llegó al campo, explica, por lo que caminó a un paso subterráneo donde esperó media hora por la ayuda médica.

Laura Griffiths, alto cargo de Safe Passage, quienes han estado llevando el caso de Omar, dice que es importante seguir recordando a las autoridades que los retrasos no solo dejan a los niños en un limbo si no también en peligro. “Estás sentado aquí y estás en peligro”.

Entre los que esperan ser transferidos está Ahmed, un niño de 13 años con dificultades de aprendizaje al que le han dado una autorización especial para ir a Reino Unido junto a su padre, por sus solicitudes de discapacidad. Quedan pocos amigos de Omar en el campo y duerme solo en el contenedor, decorado con alfombras de lana y pósters con citas en inglés. Una de ellas dice: “Amo Siria más que a mi vida”.

Omar cuenta que espera poder volver allí. Por ahora, está más interesado en preguntarle a los parlamentarios que pueden hacer para ayudarlo. “Solo tengo una pregunta, ¿a qué estoy esperando”. No hay respuesta, nada aparte de papeleo.

La comunidad siria que vive en el campo se ha reducido en unas 50 personas de 8.000. Los voluntarios aseguran que el sistema es lento, que ahora hay rutas oficiales preparadas para ayudar a los sirios a solicitar asilo en Francia o para ayudar a los niños a buscar a sus familias en Reino Unido.

Preocupan las niñas jóvenes no acompañadas

Alrededor de 30 jóvenes sirios se han reunido con sus familiares en Reino Unido a través del trabajo de Safe Passage. Pero para otros, este tipo de sistemas no existen. Los voluntarios están particularmente preocupados de las chicas jóvenes no acompañadas, la mayoría de Eritrea, cuyas cifras están aumentando, ahora mismo en el campo hay hasta 50.

Si decidieran pedir asilo en Francia y mudarse a una vivienda oficial, tan solo se ofrecen seis camas para mujeres jóvenes y los voluntarios aseguran que muchos jóvenes solicitantes de asilo de ambos sexos son frecuentemente rechazados, a pesar de que se les anima activamente a pedir asilo en Francia.

Johnny Willis, un coordinador de voluntarios de Help Refugees que dirige el centro juvenil del campo, cuenta que ha llegado a tener diez solicitudes de asilo rechazadas por las autoridades en un solo día. “Permanecer en Francia es la única cosa segura que realmente podemos recomendar. Y están desperdiciando su juventud aquí. Este grupo de niños tiene mucho talento, tienen mucho que ofrecer y es simplemente doloroso verles aquí durante meses y meses. Pero ellos dicen: 'Vale, seguiremos en Francia', después hacemos la llamada telefónica y nos responden diciendo que no hay espacio”.

Traducido por Cristina Armunia Berges

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