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Xi Jinping inicia la gran marcha china hacia el fin de la pobreza rural

Xi Jinping se ha propuesto acabar con la pobreza en las zonas rurales de China para el año 2020

Tom Phillips

Xiao Ercha vive en una chabola ruinosa junto a un poblado, a miles de kilómetros y a un mundo de distancia de los rascacielos de Pekín y Shanghái.

Una mosquitera raída cuelga de unos palos de bambú que sujetan el agrietado techo de uralita; por el suelo de tierra campan a sus anchas gatos y gallinas. Xiao, de 57 años, sacude la cabeza cuando le pedimos que nombre al líder de su nación, la segunda economía más grande del mundo.

“¿Xi Jinping? ¿Quién?” dice Xiao. “Reconozco su cara de la televisión, pero no sé su nombre”.

Eso está a punto de cambiar. Xiao, que nació y creció en una aldea en una cumbre montañosa cerca de las fronteras del suroeste de China con Myanmar y Laos, es uno de los millones de ciudadanos chinos empobrecidos que están siendo reubicados como parte del esfuerzo ambicioso, y muy político, del gobierno para erradicar la pobreza extrema en la nación más poblada del mundo.

En los próximos tres años de la cruzada contra la pobreza de Xi Jinping –que el líder del Partido Comunista señaló como uno de sus objetivos principales en los cinco años de su segunda legislatura– se reubicará a millones de residentes en poblaciones rurales en hogares subvencionados por el gobierno.

Algunos están siendo reubicados lejos, en urbanizaciones residenciales, otros simplemente en poblaciones rurales algo menos remotas. Otras tácticas –como préstamos, promover el turismo o asignar a familias empobrecidas una autoridad local cuyas carreras están vinculadas a sus situaciones difíciles– también se están llevando a cabo.

Objetivos para 2020

Para 2020, Pekín espera ayudar a 30 millones de personas a salir del umbral de la pobreza –algunos viven con 80 céntimos de euro al día–, al mismo tiempo que refuerza la autoridad, ya bastante considerable, de Xi Jinping, actualmente reconocido por el Partido Comunista como el gobernante más poderoso desde Mao Zedong.

El impresionante ascenso económico en China ha ayudado a cientos de millones a salir de la pobreza desde los 80 pero a finales de 2015 al menos un 5,7% de su población rural seguía viviendo en la pobreza, según un informe reciente de la ONU. La cifra asciende a un 10% en algunas regiones occidentales y a un 12% entre algunas minorías.

Un perfil propagandístico reciente de Xi Jinping llevado a cabo por la agencia pública de noticias Xinhua sostiene que alcanzar los objetivos para 2020 constituye “un paso contra la pobreza sin precedentes en la historia de la humanidad”. En su discurso anual de Año Nuevo el 31 de diciembre, Xi Jinping hizo una “promesa solemne” a ganar su guerra contra la necesidad. “Una promesa, una vez hecha, tiene el mismo valor que como mil onzas de oro”, dijo Xi Jinping.

La ola actual de reubicaciones contra la pobreza –9,81 millones de personas entre 2016 y 2020– está teniendo lugar prácticamente en todo el país, en 22 provincias. Sin embargo, la periferia occidental, todavía muy por detrás de la próspera costa Este, está en el centro de las medidas.

Mejoras para comunidades aisladas

El año pasado en Guizhou, una de las provincias más desfavorecidas de China, tenía como objetivo reubicar a alrededor de 750.000 personas de unas 3.600 poblaciones rurales. Más de un millón de personas iban a ser reubicados en Gansu, Sichuan y Guangxi, mientras que la provincia de Yunnan esperaba reubicar a unas 677.000 personas a unos 2.800 pueblos nuevos.

Una de estas comunidades es Padangshang, una aldea aislada en la cumbre de una colina de la prefectura de Xishuangbanna en Yunnan, una zona tropical de colinas onduladas y puestas de sol impresionantes, y uno de los cuatro principales campos de batalla contra la pobreza.

Los 143 residentes de Padangshang –agricultores de té, café y nueces de la minoría hani– empezaron a mudarse a sus nuevas casas a principios de noviembre después de abandonar su aldea, en la que el acceso al agua era complicado. “Teníamos que llevar el agua desde el pie de la colina… ahora tenemos agua corriente en casa”, cuenta entusiasmado el jefe del Partido Comunista en la comunidad, Liu Hengde, entrevistado en el salón de su nuevo hogar, que ha amueblado con un sofá en forma de L y una televisión de pantalla plana.

“El gobierno está ayudando al pueblo llano a tener una buena vida”, añade Liu, de 30 años, antes de agarrarse el machete a la parte trasera de su uniforme azul marino y ofrecer una visita guiada por el recién construido pueblo, al que ya se han mudado 13 familias. “Xi Jinping siempre dice que si le damos una vida mejor al pueblo llano, todo el país estará mejor”.

Los aldeanos reubicados apoyaron la guerra de Xi Jinping contra la pobreza –y sus nuevas casas de dos plantas–. “Cuando era niño vivía en un bosque espeso. Había insectos y sanguijuelas, por todas partes. El transporte era malo. El suministro de agua era malo. El suministro energético era malo”, dice Li Ade, un granjero de 30 años. “Hoy en día la gente de Myanmar [al otro lado de la frontera] vive en la época de Mao mientras que la vida del pueblo chino ha mejorado”.

El pasado rural de Xi Jinping

Mark Wang, profesor de la Universidad de Melbourne, estudia el uso que hace Pekín de las reubicaciones para luchar contra la pobreza. Wang explica que Xi Jinping se centra en esta cuestión en parte por los siete años que pasó en el campo durante la Revolución Cultural de Mao.

Xi Jinping nació en la “aristocracia roja” de China –hijo del anciano revolucionario Xi Zhongxun– pero fue mandado al exilio a Liangjiahe, un pueblo árido, en los años 60 después de que su padre se viera enfrentado a Mao.

Wang dice que aquellos años de dificultades rurales siguieron dando forma a las prioridades políticas de Xi Jinping: “Conoce a los granjeros chinos desde lo más hondo de su corazón, entiende lo que quieren, hasta conoce las palabrotas que la gente usa en los campos cuando están labrando”.

Una estrategia política

Un análisis políticos estricto también explican el intento de Xi Jinping de mostrarse como defensor de los pobres, un esfuerzo socavado por su mano dura con los migrantes en Pekín recientemente, en el que se habría forzado a decenas de miles de trabajadores pobres a abandonar la capital.

“¿Cómo puedes asegurar que mil millones de personas confíen en ti y digan 'nuestro fuerte líder'”?, dice Wang. “Es algo que hará decir a la gente: 'Oh, ¡esto es algo nuevo! Por fin alguien que quiere arreglar este problema'”.

La función política de las reubicaciones es imposible de obviar en Padangshang, donde pósters de Xi Jinping visitando a otras minorías de Yunnan están presentes en prácticamente cada nueva casa. “El gobierno me lo dio. Le dieron uno a cada familia”, dice Xiao Ziluo, un albañil de 50 años, mientras que lucía su nueva casa, que mostraba el lema “construir un sueño chino con un corazón”.

Hay expertos que cuestionan la definición que Pekín hace de la pobreza –el Banco Mundial la define como alguien que vive con menos de 1,90 dólares (1,50 euros) al día, y si derrotar a la pobreza es un objetivo realista en un período de tiempo tan corto. Otros creen que se debería poner más énfasis en luchar contra la pobreza urbana.

Wang dice dudar de la capacidad de Pekín para vencer la pobreza por completo en un tiempo tan corto. Pero dada la abrumadora talla política de Xi Jinping, su decisión de hacer la campaña una política prioritaria –y hacer de los mandos del Partido Comunista responsables individuales de los apuros de las familias pobres en sus zonas– hará que los burócratas se afanen en lograr los objetivos. “Cada día, las autoridades locales piensan: ‘¡2020 se acerca! ¡Oh, Dios mío!”, dice Wang.

Reubicaciones polémicas

Las reubicaciones son el último capítulo de la tradición desde hace unas décadas de mover a la gente. Se le pidió –u obligó– a millones para abrir el camino hacia una gran nación, construyendo proyectos de infraestructura como el de Embalse de las Tres Gargantas, que desplazó a alrededor de 1,5 millones de personas, y el trasvase de aguas del sur al norte, que desalojó a al menos 345.000 personas.

Las reubicaciones relacionadas con proyectos de desarrollo han sido muy polémicas, con aldeanos muchas veces obligados con poca o ninguna ayuda o compensación.

Wang señala que las reubicaciones relacionadas con la pobreza, aunque no dejan de ser complicadas, son “las más amables” generalmente, ya que la mayoría de las veces permiten a los reubicados conservar sus tierras y hogares durante un período de tiempo. “[En] las otras reubicaciones, ellos [el gobierno] necesitan algo de ti: ‘necesitamos tu tierra. Necesitamos que te mudes para construir un embalse. Necesitamos convertir tus tierras en una [zona] urbana o industrial’. En las reubicaciones para aliviar la pobreza, el gobierno no quiere nada”.

Puede que sean demasiado generosos. Xiao Ercha, sin embargo, está entusiasmado con su nuevo hogar con suelo de hormigón, donde aún no se ha mudado porque no tiene dinero para amueblarlo. “¡Es bueno, bueno, bueno!”, exclama el granjero, que estima sus ingresos anuales en alrededor de los 1.939 yuanes (unos 250 euros), mientras que va al balcón del segundo piso de su recién terminada morada para mostrar unas vistas espectaculares al campo. “Nunca antes había visto una casa así”, dice Ercha.

Información adicional de Wang Zhen.

Traducido por Marina Leiva

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