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The Guardian en español

Monsanto deberá defenderse en los tribunales de EEUU contra una denuncia de ocultación de pruebas sobre riesgos de sus herbicidas

Sede de Monsanto en Enkhuizen (Holanda).

Carey Gillam

Con 46 años, DeWayne Johnson no está preparado para morir. Pero con un cáncer que se expande por todo su cuerpo, los doctores dicen que apenas si le quedan unos meses de vida. Ahora Johnson, marido y padre de tres hijos en California, espera vivir lo suficiente como para hacer que Monsanto asuma la culpa.

El 18 de junio, Johnson se convertirá en la primera persona en llevar a juicio a la multinacional especializada en semillas y productos químicos, acusada de ocultar durante décadas los peligros cancerígenos de sus populares herbicidas Roundup. Ahora su caso acaba de conseguir un gran impulso.

La semana pasada el juez Curtis Karnow emitió una orden para permitir que los miembros del jurado consideren no solo las pruebas científicas sobre el origen del cáncer de Johnson, sino también las acusaciones de que Monsanto eliminó pruebas de los riesgos que conllevaba utilizar sus herbicidas. Karnow dictaminó que el juicio seguirá su curso y que un jurado será el encargado de considerar las indemnizaciones punitivas.

“Las comunicaciones internas anotadas por Johnson podrían apoyar las conclusiones de un jurado de que Monsanto ha sido consciente durante mucho tiempo del riesgo de que sus herbicidas hechos a base de glifosato sean cancerígenos... pero ha buscando continuamente influir en las publicaciones científicas para evitar que sus preocupaciones internas llegasen a la esfera pública y para reforzar sus defensas en acciones de responsabilidad por sus productos”, escribió Karnow. “Por lo tanto, hay cuestiones enjuiciables de hechos materiales”.

El caso de Johnson, presentado en el tribunal superior del condado de San Francisco, en California, está en primera línea de la lucha legal contra Monsanto. Unos 4.000 demandantes han demandado a la empresa argumentando que la exposición al Roundup causó que ellos o sus familiares desarrollaron el linfoma no Hodgkin. En octubre, está programado que se juzgue otro caso en la ciudad donde Monsanto tiene su sede, San Luis (Missouri).

Estas demandas cuestionan la posición de Monsanto de que sus herbicidas son seguros y aseguran que la compañía ha sabido de los peligros y los ha ocultado a los reguladores y también a la población. Los litigantes citan varios estudios que indican que el ingrediente activo de los herbicidas de Monsanto, una sustancia llamada glifosato, puede provocar LNH y otras dolencias.

También citan investigaciones que muestran que las fórmulas del glifosato de sus productos comerciales son más tóxicas que el glifosato por sí solo. La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) clasificó el glifosato como una sustancia con potencial cancerígeno para los humanos en 2015.

Monsanto “defendió datos falsificados y atacó a los estudios legítimos” que revelaban los peligros de sus herbicidas, y lideró una “campaña prolongada de desinformación” para convencer a las agencias gubernamentales, agricultores y consumidores de que el Roundup era seguro, según la demanda de Johnson.

“Esperamos mostrar la manera en la que Monsanto ocultó el riesgo de cáncer y cómo contaminó la ciencia”, defiende Michael Miller, abogado de Johnson. “Monsanto no quiere que la verdad sobre Roundup y el cáncer salga a la luz”.

Monsanto ha negado de forma tajante las denuncias, diciendo que sus productos no producen cáncer. Según la empresa, los descubrimientos de la IARC son erróneos y también los estudios que concluyeron que el glifosato y los herbicidas a base de glifosato como el suyo son potencialmente cancerígenos. Monsanto señala que los hallazgos de la EPA (Agencia de Protección Ambiental de EEUU) y otras autoridades reguladoras respaldan su defensa.

“Los herbicidas a base de glifosato están respaldados por una de las bases de datos sobre efectos sobre la salud humana y el medio ambiente más extensas del mundo jamás recopiladas para un producto contra las plagas”, afirma Monsanto en su página web. “Amplios estudios toxicológicos y de impacto ambiental realizados a lo largo de los últimos 40 años han demostrado una y otra vez el fuerte nivel de seguridad de este herbicida tan usado”.

Un portavoz de la compañía no ha querido hacer comentarios a este diario.

La forma en la que se desarrolle la demanda de Johnson podría ser un indicador para otros demandantes sobre cómo proceder. Si Johnson lo consigue, podría haber muchos más años de duros litigios y duras reclamaciones por daños. Si Monsanto supera con éxito el desafío, podría frustrar otros casos y reducir la presión sobre la empresa.

Según los registros del tribunal, Johnson tenía un trabajo como encargado de mantenimiento del distrito escolar unificado de Benicia, lugar en el que se utilizó números tratamientos herbicidas de Monsanto sobre las propiedades de la escuela desde 2012 hasta, por lo menos, finales de 2015. Estaba sano y activo antes de que le diagnosticaran el cáncer en agosto de 2014.

En una declaración en enero, el médico que trata a Johnson testificó que más de un 80% de su cuerpo estaba cubierto de lesiones y que probablemente solo le quedaban unos meses de vida. Johnson ha mejorado desde que comenzó un nuevo tratamiento en noviembre, pero a veces sigue estando demasiado débil como para hablar o levantarse de la cama, han asegurado sus médicos y sus abogados en expedientes judiciales.

Los abogados de Monsanto planean presentar pruebas de que otros factores causaron el cáncer de Johnson, desafiar la validez científica en la que se basan las afirmaciones de Johnson y presentar sus propios expertos e investigaciones que apoyan que producen productos seguros. La compañía tiene un borrador de evaluación de riesgo de glifosato de la EPA que concluye que es poco probable que sea cancerígeno.

Carey Gillam es directora de investigación de la asociación de consumidores US Right to Know

Traducido por Cristina Armunia Berges

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