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Mustafa Amine Badreddine, el líder de Hizbulá que no dejaba rastro

Mustafá Badredine, jefe militar de Hizbulá, murió esta semana en un ataque aéreo israelí.

Kareem Shaheen

Beirut (Líbano) —

Elias Saab. Sami Issa. Safi Badr. Zul Fikar. Todos fueron aliados del misterioso comandante militar de Hizbulá, Mustafa Amine Badreddine, descrito en las actas judiciales como un “fantasma que no deja rastro”.

Se conocen muy pocos detalles de Badreddine, que murió esta semana en una misteriosa explosión en una base de Hizbulá situada cerca del aeropuerto de Damasco. Esta falta de información contrasta con el hecho de que se trata de uno de los líderes más importantes del partido y del cuñado del célebre Imad Mughniyeh, a quien reemplazó como comandante militar después de que este falleciera en 2008 en Damasco, en el transcurso de una operación conjunta de la CIA y el Mossad.

Nacido en Ghobeiry, un suburbio situado en el sur de Beirut, el 6 de abril de 1961, Badreddine tenía una pronunciada cojera que probablemente adquirió luchando con las milicias propalestinas y panárabes durante la invasión israelí de Líbano en 1982.

Su nombre de guerra era Sayyed Zul Fikar: Sayyed para indicar que descendía del profeta Mahoma; Zul Fikar por ser el nombre de la espada de dos hojas de Imam Alí, el primo del profeta y una de las personas más admiradas por los chiíes.

En 1983, Badreddine fue detenido y condenado a muerte en Kuwait por su supuesta participación en una cadena de atentados con bomba perpetrados en el pequeño emirato árabe. Los ataques también iban dirigidos contra las embajadas de Estados Unidos y Francia. Se cree que fue un acto de represalia contra Kuwait y contra Occidente por haber apoyado a Irak en su guerra contra Irán.

Esta sentencia, que más tarde tenía que ser aprobada por el emir, nunca se llegó a cumplir, tal vez como consecuencia de una serie de ataques y de secuestros a aviones en los que se exigió la liberación de los autores de los atentados de Kuawit. Todo parece indicar que Mughniyeh estaba detrás de estos ataques. La sentencia tampoco se ejecutó porque cuando el dictador iraquí Saddam Hussein invadió Kuwait en agosto de 1990, abrió de par en par las puertas de las cárceles del país y Badreddine pudo escapar.

Tras su huida, le perdieron la pista. Ya no se volvió a hablar de él hasta 2011, cuando la fiscalía del tribunal especial que instruyó un atentado perpetrado en Beirut en 2005 y que causó la muerte del primer ministro del país, Rafik Hariri, procesó a Badreddine. Alegó que el hombre era el coordinador de una sofisticada red que vigiló y asesinó al popular multimillonario.

Acusado de conspiración y atentado terrorista

Las actas judiciales del tribunal especial para el Líbano permiten vislumbrar algunos detalles de la vida de Badreddine. Lo acusaron de conspiración para cometer un atentado terrorista, comisión de un atentado terrorista con artefacto explosivo y de homicidio doloso.

Badreddine estudió Ciencias Políticas en la Universidad Americana de Líbano de 2002 a 2004. Tenía un Mercedes Benz, era el propietario de una joyería en Beirut y de un apartamento en Jounieh, una localidad costera situada al norte de la capital famosa por su vida nocturna y donde aparentemente recibía a sus amigos.

La fiscalía indicó que la lista de contactos de su teléfono incluía los nombres de compañeros de la universidad y socios comerciales, agentes de Hizbulá y guardaespaldas, familiares y supuestas novias.

En 2008, Badreddine se convirtió en comandante militar. Reemplazó a su cuñado, que murió en el acto cuando explotó una bomba colocada en el reposacabezas de su coche.

Mughniyeh había diseñado la estrategia de defensa de Hizbulá en Líbano durante la guerra contra Israel en 2006 y en los noventa también participó en el atentado con bomba contra una sinagoga en Argentina.

Prácticamente no hay fotografías de Badreddine. El tribunal difundió dos imágenes. La primera de cuando era adolescente. En la segunda, probablemente de su etapa en Kuwait, se ve a un atractivo joven que luce pelo rizado y bigote, con traje pero sin corbata. Este viernes, el departamento de comunicación de Hizbulá difundió una fotografía del comandante en la que aparece sonriendo durante un entrenamiento militar y luciendo gafas y una barba gris de pocos días.

Badreddine dejó tras sí muy pocos documentos personales. El equipo que instruyó el caso indicó que no han hallado ni su permiso de conducir ni su pasaporte, ni bienes a su nombre, ni ninguna prueba de que hubiese viajado al extranjero, ninguna cuenta bancaria, ni fotografías de la época del asesinato de Hariri. Durante la primera sesión del juicio in absentia celebrado en La Haya, el fiscal señaló que el acusado parecía “un fantasma irreconocible que no dejaba rastro tras sí”.

Hizbulá niega las acusaciones de forma vehemente y no reconoce la legitimidad de este tribunal.

En los últimos años, Badreddine fue conocido por su liderazgo del contingente de Hizbulá en Siria, donde el grupo paramilitar fue clave para garantizar la permanencia del gobierno de Asad. Unos 900 combatientes de Hizbulá perdieron la vida en el campo de batalla, entre ellos Jihad Mughniyeh, el hijo de Imad.

El Departamento del Tesoro de Estados Unidos también sancionó a Badreddine por el papel que desempeñó en Siria en 2012.

Un periodista de investigación israelí que escribía un reportaje sobre el Mossad ha indicado que la operación que acabó con la vida de Jihad Mughniyeh cerca de los Altos del Golán el año pasado iba dirigida contra Badreddine.

Traducción de Emma Reverter

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