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The Guardian en español

Sin olivos y sin trabajo: los agricultores de Cisjordania denuncian que Israel está arruinando su cosecha

Imagen de archivo de agricultores palestinos protestando ante un soldado israelí tras la orden de talar sus olivos en Belén.

Jason Burke / Sufian Taha

Al Sawiya (Cisjordania) —

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Shaadi, Isa y Mahmud Saleh contemplan el valle, se muerden las uñas y se frotan las manos con ansiedad. No hay trabajo en la zona y desplazarse para encontrarlo es prácticamente imposible debido a las restricciones impuestas por Israel en la Cisjordania ocupada tras los atentados del 7 de octubre de Hamás en los que murieron más de 1.200 personas. La carretera principal de acceso a su pueblo está prácticamente bloqueada y las deudas se acumulan.

“Nunca había pasado nada igual”, dice Isa, de 73 años. “No se puede vivir con normalidad”. Esta afirmación se cumple en estos momentos más o menos en todo Israel y los territorios ocupados. En Gaza, la ofensiva israelí ha reducido a escombros zonas enteras, ha desplazado a más de un millón de personas y ha matado a unas 15.000. Según las autoridades locales del territorio gobernado por Hamás, cerca del 40% de las víctimas mortales son menores de edad.

En Cisjordania se ha producido una oleada de violencia que incluye incursiones militares israelíes, enfrentamientos armados entre tropas y facciones palestinas, ataques aéreos, lanzamiento de piedras durante las protestas... La represión de las fuerzas de seguridad ha provocado miles de detenciones y amplias restricciones de circulación. Según los palestinos, las medidas son las más severas en toda una generación.

Las autoridades israelíes afirman que la represión es esencial para proteger a los israelíes y evitar nuevos actos de violencia planeados por Hamás y extremistas en Cisjordania. Afirman que los detenidos son dirigentes de Hamás o planean atentados. Las ONG y otras entidades cuestionan esta afirmación y señalan que de las de alrededor de 2.000 personas que han sido detenidas, muchas son inocentes y que las medidas de seguridad adoptadas no obedecen a criterios objetivos.

La cosecha de la aceituna

“Esto va más allá de proteger a nadie... Es un castigo colectivo en respuesta a los atentados del 7 de octubre”, afirma Mahmud Saleh, de 48 años.

Lo que más preocupa a la familia Saleh son sus aceitunas. Se acerca el final de la temporada tradicional de cosecha y ellos, como los aldeanos de toda Cisjordania, no tienen acceso a muchos de sus árboles. En la práctica esto significa que no habrá aceite, jabón ni otros muchos productos derivados de la aceituna, ni tampoco los ingresos por su venta.

Ha quedado interrumpida una temporada de cosecha de vital importancia para los casi tres millones de palestinos de Cisjordania. Riham Jafari, que vive en Belén y trabaja para ActionAid Palestine, afirma que la temporada de cosecha de la aceituna es tradicionalmente “una época especial y alegre para los palestinos, en la que las familias y los amigos se reúnen para recolectar sus aceitunas, cantar y compartir la comida”.

Según Abbas Milhem, de la Unión de Agricultores Palestinos (PFU), las aceitunas son el mayor producto agrícola de Cisjordania y este año habrían reportado a los agricultores unos 64 millones de euros.

El impacto es enorme: 110.000 agricultores se benefician directamente de la cosecha de aceitunas y otras 50.000 personas obtienen gran parte de su sustento trabajando con los árboles y sus productos. Entre un cuarto y un tercio de la población palestina de Cisjordania se ve afectada.

La violencia de los colonos

Milhem culpa a los colonos israelíes de atacar e intimidar a los aldeanos. Según él, esa violencia hará que cerca de la mitad de la cosecha de Cisjordania se quede en los árboles.

Las ONG palestinas e internacionales afirman que los colonos, cuya presencia es ilegal según la mayoría de las interpretaciones del derecho internacional, están explotando el nuevo clima de miedo en Israel tras los atentados del 7 de octubre para promover su propia agenda ideológica.

“Este año es muy diferente. Hay mucha violencia e intimidación, con árboles cortados, arrancados e incendiados. No se trata solo de un problema económico. Los olivos son nuestra conexión con la tierra. Es muy importante para nuestra identidad como palestinos”, afirma Jafari, cuya familia tiene olivos.

Milhem afirma que el cambio desde los atentados del 7 de octubre ha sido drástico. “Antes había pocos agricultores cerca de un asentamiento o del muro [que divide la Cisjordania], pero desde los atentados y la escalada del conflicto, es la peor situación que recordamos en décadas. Por desgracia, la escalada coincidió con el comienzo de la temporada de cosecha”.

Benjamín Netanyahu, primer ministro israelí, culpó recientemente a un “pequeño puñado de extremistas” de la violencia contra los palestinos y advirtió de que sus acciones podrían causar problemas en Cisjordania. Sin embargo, los críticos afirman que el Gobierno israelí, que integra a una serie de partidos de extrema derecha, ha respaldado a los colonos y sus reivindicaciones, a pesar de los llamamientos internacionales para frenarlos.

A principios de noviembre, el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, un colono que lidera uno de los partidos de extrema derecha, pidió que se prohibiera a los palestinos cosechar aceitunas cerca de los asentamientos israelíes de Cisjordania. Smotrich exigió zonas “estériles” prohibidas a los palestinos cerca de los asentamientos y sus carreteras de acceso.

Los colonos argumentan que los lugareños los atacan y que actúan en defensa propia. Afirman que están atemorizados por amenazas violentas cada vez que salen de sus casas.

Tras la muerte de un soldado israelí en un puesto de control de la ruta 60 de Cisjordania a principios de mes, el ultranacionalista Itamar Ben-Gvir, ministro de Seguridad Nacional, declaró que Israel tenía que hacer frente a Hamás en Cisjordania “exactamente igual que en Gaza”.

Nuevas restricciones

En años anteriores, la cosecha de aceitunas ha sido cuidadosamente coordinada por las autoridades palestinas locales y el Ejército israelí para permitir a los agricultores fechas específicas en las que pueden llegar a sus árboles. El día antes de que Hamás atacara el sur de Israel, se publicó un calendario para los agricultores de Al Sawiya.

Mahoud Ahmed, de 66 años, líder del consejo de la aldea, afirma que desde entonces se han denegado todas las solicitudes de permiso para llegar a la mayoría de los olivos.

“Siempre consultamos, pero ahora la Autoridad Palestina nos dice que no hay respuesta de la parte israelí y sin respuesta no podemos ir a ningún sitio con seguridad”, afirma. “Desde el 7 de octubre no ha habido actividad económica en el pueblo. La mayoría de los lugareños dependen de los trabajos de construcción para conseguir empleo y eso se ha acabado por completo. Nadie puede ir a ningún sitio, y mucho menos a Israel a trabajar”.

Las nuevas restricciones significan que la mayoría de los que antes trabajaban en Israel, a menudo como constructores, ahora no pueden cruzar desde Cisjordania.

En un comunicado, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) afirmaron que desde el 7 de octubre se ha producido un aumento significativo de los atentados terroristas en Cisjordania, con más de 550 intentos de atentado registrados: “La misión de las FDI es mantener la seguridad de todos los residentes de la zona y actuar para prevenir el terrorismo y las actividades que ponen en peligro a los ciudadanos del Estado de Israel”.

“Debido a la presencia constante de las FDI en la zona, los soldados se encuentran con incidentes de violaciones de la ley por parte de israelíes, algunos pueden ser incidentes violentos o dirigidos contra palestinos o sus propiedades. En estos casos, los soldados deben actuar para detener la violación y, si es necesario, retener o detener a los sospechosos hasta que la policía llegue al lugar”, reza el comunicado. “En las situaciones en las que los soldados no cumplen las órdenes, los incidentes se revisan minuciosamente y se aplican las medidas disciplinarias correspondientes”, añade.

En medio de las casas de bloques de hormigón, las carreteras llenas de baches y los campos sembrados de basura de Al Sawiya, existe una profunda preocupación por que la situación actual se prolongue durante meses, incluso años.

Shaadi Saleh, que suele ganarse la vida pintando casas, dice que necesita 13.000 séqueles israelíes (unos 3.000 euros) que le habría reportado la cosecha de aceitunas para pagar las tasas escolares de sus cuatro hijos. “No puedo hacer nada. Estoy sentado en casa. No tengo trabajo ni aceitunas”, lamenta este hombre de 45 años.

Adiós a Bilal Saleh

El peor incidente se produjo el mes pasado, cuando Bilal Saleh, primo de Mahmud y Shaadi, fue asesinado a tiros en un olivar, presuntamente por colonos. Bilal Saleh era conocido en toda la región por las hierbas silvestres que vendía en una carretilla por las calles de Ramala, capital de la Autoridad Palestina. Fue asesinado, según parece por un disparo efectuado por un colono, mientras cosechaba olivos en los límites de las tierras comunales del pueblo.

Los árboles se encuentran a unos cientos de metros de las puertas de Rehelim, un asentamiento situado en la cresta frente a Al Sawiya. Los dirigentes de los colonos afirman que el homicidio se produjo en defensa propia después de que los colonos fueran “atacados con piedras por decenas de alborotadores partidarios de Hamás”.

La familia Saleh afirma que Bilal Saleh era un hombre “tranquilo y humilde” que había estado con su mujer y sus hijos minutos antes del tiroteo y había intentado huir, pero se volvió para coger el teléfono. “No hemos ido al campo donde tenemos los olivos desde que dispararon a Bilal”, dice Shaadi. “Hay que entender que los olivos tardan mucho en crecer. Tal vez 50 años o más, no puedes sustituirlos así como así. Para mí, mis olivos son como mis hijos. Todos son mis hijos”.

Traducido por Emma Reverter

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