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The Guardian en español

Las mujeres lideran las protestas contra las políticas nacionalistas en India: “El primer ministro nos tiene miedo”

26 de diciembre de 2019, India, Guwahati: las mujeres gritan consignas durante una protesta contra la ley de ciudadanía.

Hannah Ellis-Petersen y Shaikh Azizur Rahman

Delhi / Calcuta —

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Canta con entusiasmo, al tiempo que esboza una sonrisa sin dientes y levanta un puño cerrado hasta lo más alto. Asma Khatun, de 90 años, grita “azadi”, que en hindi significa 'libertad' y se une a un sonoro coro que resuena por todo Shaheen Bagh, un barrio del sur de Delhi que en las últimas semanas se ha convertido en el símbolo de la resistencia de la ciudadanía contra las nuevas medidas gubernamentales.

En su casi un siglo de vida, Khatun ha vivido el dominio colonial británico, la guerra de independencia y la sangrienta división de India con Pakistán, pero como ama de casa siempre se ha mantenido al margen de la política. Su actitud cambió el mes pasado. Durante más de 40 días, esta frágil pero combativa nonagenaria ha acampado en las calles día y noche junto a cientos de mujeres y ha desafiado las temperaturas más bajas de Delhi registradas en más de cien años.

“Soy una anciana, me duelen los huesos por el frío y mis hijos están muy preocupados por mi salud, pero estoy aquí sentada porque no me quedaré de brazos cruzados mientras Modi [primer ministro de la India] trata de dividir a la sociedad y se atreve a afirmar que el país donde he vivido durante 90 años no es mi hogar”, señala Khatun.

“¿Asustada yo? ¿Quién ha mencionado la palabra miedo? Nunca antes había participado en una protesta, pero no me moveré y si muero aquí, entonces moriré luchando por mis hijos y mi país”, añade con tono desafiante.

Nada hace prever que las protestas que se iniciaron en India el mes pasado tras la aprobación de una nueva ley de ciudadanía que muchos creen que discrimina abiertamente a los musulmanes y socava los fundamentos laicos de la Constitución del país vayan a perder intensidad.

Cada semana, millones de personas han seguido tomando las calles en contra de la Ley de Reforma de la Ciudadanía, y lo que muchos ven como un intento inaceptable del primer ministro, Narendra Modi, y su Gobierno del Partido Popular Indio [El Bharatiya Janata Party, BJP], de implementar su agenda Hindutva [nacionalista hindú] y redefinir India como un país puramente hindú.

El Gobierno ha intentado sofocar las protestas. A tal efecto ha prohibido las reuniones de más de cuatro personas y en las últimas semanas han aumentado los casos de violencia policial y de tortura. Esta reacción solo ha servido para avivar la llama de descontento en el país.

Las mujeres son las que más han levantado la voz para protestar. Desde activistas y abogadas hasta estudiantes, amas de casa y abuelas, tanto hindúes como musulmanas, las mujeres de toda la India han estado al frente de la resistencia a la nueva ley de ciudadanía y a un examen de ciudadanía a nivel nacional, conocido como NRC, que podría dar lugar a que millones de musulmanes fueran declarados extranjeros ilegales en su propio país. Para muchas de estas mujeres es la primera vez en su vida que participan en la vida política del país.

El despertar político impulsado por las mujeres y provocado por la ley de reforma de la ciudadanía se materializó en un encuentro celebrado en el barrio de Shaheen Bagh, de mayoría musulmana, a finales de diciembre, cuando cientos de mujeres bloquearon una carretera principal e iniciaron una sentada contra la nueva ley. Desde entonces, las cifras han aumentado, y personas de todas las edades, en su mayoría mujeres, se han sumado a la protesta. Este movimiento no tiene precedentes en el país.

Bilkis, de 82 años, es una de las mujeres que participa en las protestas y hace más de un mes que acampa en la calle. “Es la primera vez en la vida que participo en un movimiento político”, afirma. “Antes de esto era ama de casa y nunca salía de casa. Ahora como y duermo aquí, vuelvo a casa cada dos días para cambiarme de ropa”.

“A veces hace frío, pero no es difícil ¿Cómo iba a quedarme de brazos cruzados sabiendo que mis hijos pueden ser expulsados de este país que es su hogar y obligados a ir a la cárcel o enviados a Pakistán? Sólo me iré de este lugar cuando la vida de mis hijos esté a salvo. Somos un movimiento poderoso y Modi nos tiene miedo”, concluye.

Nusrat Asra, de 43 años, explica que por primera vez en su vida ha optado por no quedarse en casa y ha decidido sentarse con las mujeres de Shaheen Bagh todos los días. En un inicio, su esposo había mostrado sus reservas, “pero ahora él sabe por qué estoy luchando”.

“No tengo miedo de nada, no tengo miedo de la policía, no tengo miedo de que me golpeen, estoy aquí sólo para defender la libertad”, afirma Asra, con entusiasmo y una expresión de determinación. “No estamos luchando por ningún dios ni por ningún partido político, estamos luchando por nuestros derechos. Y mi hija de 12 años me acompaña todos los días porque quiero que aprenda a levantarse y a luchar por sus derechos”.

“Conocemos la exclusión de forma visceral”

Las razones por las que las protestas han tocado la fibra sensible de las mujeres son múltiples. Desde un punto de vista práctico, es probable que la nueva ley les perjudique de forma desproporcionada, ya que exige ciertos documentos para probar la ciudadanía.

En India, las mujeres suelen tener menos documentación, ser más pobres y suelen quedar más excluidas de la administración oficial. Además, a menudo sus nombres no figuran en los documentos de propiedad, se han alejado con frecuencia del lugar donde nacieron para casarse y tienen menos probabilidades de que sus nacimientos sean registrados.

Sin embargo, para Karuna Nundy, una de las abogadas más destacadas del país, la raíz de esta reacción es mucho más profunda. La jurista se ha manifestado en contra de la reforma y ha hablado en muchas protestas para criticar las medidas del Gobierno. “Ser mujer en India alimenta la experiencia y la resistencia a la opresión. Conocemos la exclusión y la conocemos de forma visceral”, afirma.

“Es importante tener en cuenta que el Hindutva se ha consolidado, en parte, debido a una masculinidad tóxica”, añade. “Muchas de las imágenes y acciones del Hindutva son muy machistas, violentas, explícitamente supremacistas y hostiles hacia las mujeres. Nuestra constitución habla de camaradería entre los ciudadanos. Lo que estamos viendo en el liderazgo de algunas mujeres y en Shaheen Bagh es una energía más suave. Es más feliz, más constructiva y, sin embargo, fuerte y decidida. Y creo que ofrecemos al país un contrapeso a la masculinidad tóxica del Hindutva”.

Además de las mujeres de Shaheen Bagh, algunas de las imágenes más icónicas de las protestas han sido de mujeres de todo el país, a menudo hindúes y musulmanas, enfrentándose codo a codo y valientemente a la embestida de los policías, todos hombres, desplegados para dispersar las manifestaciones pacíficas.

Uno de los vídeos más virales muestra a cinco mujeres estudiantes de la Universidad Jamia Millia Islamia de Delhi, que rodearon a un joven para evitar que la policía lo golpeara después de que irrumpieran en el campus de la universidad de forma violenta.

Chanda Yadav, una estudiante de 20 años que es una de las cinco mujeres del vídeo, explica que procede de una familia conservadora de la zona rural de Uttar Pradesh, donde se enseña a las mujeres a no alzar la voz o a defenderse cuando son atacadas y ha sido la primera mujer de su aldea que participa en las manifestaciones. “No tengo miedo”, afirma Yadav. “Quería salvar a mis amigos y a mi país, y por eso luché contra la policía ese día y por eso he protestado contra la reforma desde entonces”.

El espíritu de Shaheen Bagh ha demostrado ser contagioso y en las últimas dos semanas han surgido sentadas similares dirigidas por mujeres en todo el país, incluso en el parque Circus Maidan de Calcuta.

Navamita Chandra, de 25 años, estudiante de la Universidad de Jadavpur en Calcuta, es una de las mujeres que participa en las sentadas. De hecho, ya mostró su oposición a la reforma cuando se negó a aceptar que el vicerrector de la universidad le hiciera entrega de su título, en protesta contra los ataques de la policía a los estudiantes en Delhi y Uttar Pradesh durante las manifestaciones contra la ley. Al subir al escenario, sostuvo una pancarta que rezaba: “No puedo obtener mi título en una ceremonia mientras mis compañeros son golpeados, cegados y asesinados”.

“Las mujeres de todos los estratos sociales están tomando conciencia y están tomando las calles de una forma que no tiene precedentes. Es increíble”, señala Chandra. “No permitiremos que nuestros hermanos y hermanas musulmanes sean demonizados y amenazados. Mi padre no está entusiasmado con mi implicación, pero en cambio mi madre me apoya, entiende por qué estoy saliendo a las calles y se da cuenta de que hemos llegado a un punto en el que levantar nuestras voces es más importante ahora que nunca”.

Para Shafqat Rahim, una estudiante de derecho de 25 años de una familia musulmana conservadora, las protestas contra la ley en Calcuta han sido un momento de despertar político. “Las protestas se están perfilando como una revolución en la que las mujeres han asumido el liderazgo”, afirma. “Nosotras, las mujeres, acabaremos con los gobernantes fascistas”.

Traducido por Emma Reverter

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