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La justicia medioambiental, explicada por cinco expertos

La silenciosa crisis del agua en Estados Unidos

Nina Lakhani

Las personas racializadas, los pueblos indígenas y las capas de población con menores ingresos sufren las peores consecuencias de los riesgos ecológicos y los desastres climáticos. Algunos de los ejemplos más sangrantes son el envenenamiento por plomo en Flint, Michigan; la contaminación petroquímica en el 'cinturón del cáncer' de Luisiana; o el río que nace en Estados Unidos y desaparece en el momento en el que llega a la frontera con México. Un río que deja a los mexicanos sin agua.

Todos estos casos han impulsado la movilización de las comunidades afectadas y cuyo activismo puede inspirar a otras a hacerlo. Cinco de las personas más reconocidas del movimiento global en defensa de la justicia medioambiental explican la importancia de este concepto.

Doctor Bullard: “Padre de la justicia medioambiental”

El padre de la “justicia medioambiental”, Robert Bullard, es profesor de planificación urbanística y política medioambiental de la Universidad del Sur de Texas.

¿Cómo comenzó el movimiento de la justicia medioambiental?

Empecé a trabajar en cuestiones relacionadas con la raza y el medio ambiente allá por 1978 o 1979. Entonces buscaba datos sobre vertederos para una demanda colectiva que mi mujer presentó contra la ciudad de Houston y el estado de Texas, un asunto de derechos civiles. Aquel estudio descubrió que el 82% de la basura procesada en Houston entre 1930 y 1978 acabó vertida en barrios negros, cuando los negros eran el 25% de la población.

Se trataba de explicar que no era aleatorio ni aislado, sucedía de manera habitual e intencionada por todos los estados del sur y por todo el país. Perdimos el juicio, pero nació el concepto de racismo medioambiental.

De aquella pelea jurídica nacieron los principios de justicia medioambiental adoptados por la Cumbre Nacional de las Personas Racializadas para el Liderazgo Medioambiental, un encuentro que tuvo lugar en 1991 y del que nació un movimiento por la justicia social que se ha extendido por todo el mundo. Hoy, la misma discriminación y el mismo racismo que motivaron aquel encuentro, siguen dictando quiénes reciben recursos y quiénes son abandonados a la hora de mitigar los daños causados por inundaciones, incendios forestales y desastres naturales en general.

Por supuesto, quienes poseen la riqueza cuentan con mayor influencia política, quien tiene dinero, además, puede comprar agua embotellada o mudarse de casa. Los pobres nunca pueden ir a ningún sitio.

Kandi Mossett-White: Adalid de los derechos indígenas

Kandi Mossett-White, perteneciente a las naciones Mandan, Hidatsa y Arikara en Dakota del Norte, es la coordinadora nativa de campañas por la energía y el clima de la Red Medioambiental Indígena.

¿Cómo afecta la discriminación medioambiental a las comunidades indígenas?

No podemos hablar de injusticia medioambiental sin entender el contexto histórico de la colonización y el capitalismo. El Gobierno federal nos ubicó en reservas de tierra que creía sin valor, pero después resultó que muchas de ellas eran ricas en “recursos”, lo que significa que podríamos beneficiarnos.

En muchos casos no queremos que se desarrollen megaproyectos que destruyen nuestra tierra o ponen en peligro nuestra agua, pero, pese a todo, sucede. La situación es incluso peor para nuestras hermanas y hermanos del Sur, allí donde además se les silencia, se les hace desaparecer y se les asesina en aras del beneficio económico y sin esperanza de que se haga justicia.

Crecí en una comunidad atravesada por las injusticias medioambientales sin ser consciente de ello. Conocí a muchas personas, jóvenes y mayores, hombres y mujeres, que enfermaron de cáncer. Yo misma durante mi segundo año de universidad. Creí que era normal, pero no, nuestra tierra está contaminada por la industria del carbón, la minería del uranio, una fertilización excesiva y el petróleo.

La injusticia medioambiental es una maraña. Va mucho más allá de la mera contaminación. Allá donde aparece un nuevo megaproyecto, se produce una invasión humana, fluye el dinero y acaba apareciendo el crimen organizado. Tras el boom petrolero de 2007, aumentó el número de mujeres indígenas desaparecidas y asesinadas, como también lo hizo el tráfico de drogas. Llegaron las pandillas y reclutaron a nuestros jóvenes para la venta de droga. Muchos de ellos acabaron en la cárcel o muertos.

Mustafa Ali: Dejó su cargo en el Gobierno cuando Trump llegó a la presidencia

Mustafa Ali es experto en políticas públicas y activista. Dirigió el programa de justicia medioambiental de la Agencia de Protección del Medioambiente (EPA) de Estados Unidos y dimitió en 2017 cuando el gobierno de Trump comenzó a desmantelar la institución.

¿Qué papel juega el Estado en la creación de desigualdad?

La injusticia medioambiental sucede cuando el Estado sacrifica determinadas zonas en las que colocar lo que no quiere nadie. Siempre se esgrime una justificación económica para explicar los motivos por los que se instala una empresa química en tierra considerada barata, allí donde viven las personas racializadas o las personas con menos recursos. Si esa tierra es barata es porque primero se ha terminado con su riqueza, con sus posibilidades económicas. A las personas que viven allí ni se las ve ni se las escucha ni se las valora.

La justicia medioambiental permite que las comunidades exijan su poder. Como sucedió cuando Spartanburg, en Carolina del Sur, recibió 20.000 dólares (18.000 euros) de la Agencia de Protección del Medioambiente para ayudar en la limpieza de lugares contaminados por la industria gracias a una subvención de apoyo a la justicia medioambiental. Con ese capital como punto de partida lograron recaudar casi 300 millones de dólares, cerca de 270 millones de euros, [de donantes públicos y privados para construir vivienda, un centro de formación profesional y centros de salud en las zonas rehabilitadas].

Llevó mucho tiempo crear una relación de confianza entre las diversas comunidades que permitiera luego la redacción de estatutos y el desarrollo de los programas. Ahora se está desmantelando todo ese trabajo. Los recortes al presupuesto de la Agencia propuestos por la administración Trump tienen como objetivo proteger a la industria que paga sus campañas, la estructura de poder y el sistema de discriminación. El mensaje a las comunidades racializadas y más desfavorecidas es que pueden hacer con ellas lo que quieran porque sus vidas no importan.

Jamie Margolin: Movilizando a los más jóvenes

Jamie Margolin es una joven activista climática fundadora del movimiento #ThisIsZeroHour

El combate por la justicia climática se ha convertido en piedra angular del movimiento por la justicia medioambiental ¿Por qué los jóvenes os estáis implicando con tanta intensidad?

La justicia climática ha movilizado a los jóvenes porque nos afecta a todos. Te importen los animales, la ciencia, la contaminación, el racismo o el machismo, todo está relacionado con la crisis climática del peor de los modos posibles. Es mucho más probable que las personas pobres y la gente racializada muera por un desastre climático que las personas con más recursos. Por eso hay que actuar contra el racismo, el colonialismo y el patriarcado. La desigualdad no sucede en el vacío. La crisis climática tampoco. Es el resultado de otros males que aquejan a la sociedad.

En mi caso la crisis climática lleva revoloteando sobre mí desde que nací y seguirá haciéndolo toda mi vida. En 2017 sucedieron tres cosas que me motivaron a actuar: Estados Unidos abandonó el Acuerdo de París, el Huracán María destruyó Puerto Rico y una serie de incendios forestales en Canadá provocó una densa cortina de niebla tóxica sobre Seattle que hacía sentir que el apocalipsis había llegado. Cuando comencé a soñar y organizar la campaña #ThisIsZeroHour (Es la hora cero) quería movilizar a los jóvenes en una marcha por el clima. Creció y creció y ahora hay unas cien agrupaciones locales. Por ahora está muy centrado en Estados Unidos, pero ya comienza a cambiar.

LeeAnne Walters: La activista más reconocida de Flint.

LeeAnne Walters, habitante de Flint, activista y ganadora del premio Goldman 2018. Fue una de las primeras y más activas habitantes de la ciudad a la hora de demostrar que los problemas del agua en Flint tenían que ver con el agua contaminada por plomo.

¿Cuáles son los aprendizajes de la crisis de Flint y la exposición de más de 100.000 personas al agua corriente contaminada por plomo?

Lo sucedido en Flint mostró a Estados Unidos y al mundo que el acceso al agua limpia en Estados Unidos no es algo que podamos dar por hecho. Mostró que nuestros mecanismos para verificar la calidad no funcionan correctamente y es necesario repararlos, también que en algunas ocasiones la gente cuyo trabajo es protegernos no hace lo que más nos conviene.

Mi misión personal es asegurarme de que conseguimos que se apruebe una ley federal sobre el cobre y el plomo que limite las concentraciones de esos metales pesados en el agua que bebemos. Quiero que todo el mundo sepa que, a día de hoy, la EPA no ha cumplido sus promesas legislativas y sigue permitiendo que los estados mientan en cuanto a la evaluación del agua.

¿Cómo puede una implicarse en el combate por la justicia medioambiental?

Yo sólo fui una más, una ciudadana normal y corriente que sintió que tenía que tomar cartas en el asunto después de notar que mis hijos aparecían cubiertos de erupciones, gritaban agónicamente al tomar un baño, enfermaban sin motivo y perdían cabello. Entonces se me decía que el problema era específico de mi casa aunque les pasaba lo mismo a otros niños por todo Flint.

Decidí aprender sobre tratamiento de aguas, sobre legislación federal y sobre cómo se controla su calidad, me daba asco que los funcionarios del Gobierno me mintieran a la cara. Cuando se dan estas situaciones la gente debe protegerse. Hay que seguir el instinto cuando se siente que algo no está funcionando. Hay que unirse porque unidas somos más fuertes.

Hay que sentarse junto al círculo más próximo, en la comunidad a la que se pertenece, y tener claras cuales son las fortalezas con las que se cuenta. Habrá victorias y podremos alegrarnos cuando sucedan. El medio ambiente juega un papel fundamental en nuestra salud y en la de las generaciones venideras, así que es nuestro deber como ciudadanas protegernos y devolver los golpes. Podemos conseguir que las cosas cambien.

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