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The Guardian en español

Yihadistas respaldados por ISIS intentan apoderarse de una ciudad filipina del sur del país

La violencia y la tensión aumentan al sur de Filipinas

Simon Tisdall

El violento intento de un grupo de rebeldes locales de tomar el control de una ciudad en la isla de Mindanao, en el sur de Filipinas, ha disparado los temores de un nuevo frente de ISIS en el sureste asiático en su lucha por la yihad global.

Las últimas informaciones desde la ciudad de Marawi, capital de mayoría musulmana de la provincia de Lanao del Sur, indican que 19 civiles fueron asesinados por radicales islamistas, que combaten en las calles con las fuerzas de seguridad. Las autoridades aseguran que entre los muertos hay un niño y tres mujeres.

En otro incidente, la policía descubrió los cuerpos de ocho trabajadores en las afueras de la ciudad. Algunos hombres tenían las manos atadas y la mayoría tenía disparos en la cabeza. Los cuerpos también tenían un cartel en el que se podía leer “munafik” (traidor).

Un portavoz de la policía dijo que, durante un intento de evacuación de la ciudad de Marawi, estos hombres fueron objetivo de los radicales porque no supieron recitar versos del Corán. La cifra total de muertos después de casi una semana de lucha asciende a 85, pero podría ser mucho mayor. Muchos residentes de Marawi, una ciudad de unos 200.000 habitantes, han huido. Aunque el Ejército ha desplegado tropas, helicópteros de combate y baterías de misiles, los duros enfrentamientos continúan.

La fuerza rebelde es conocida como el grupo Maute después de que dos hermanos, Omar y Abdullah Maute, que supuestamente dirigían una banda criminal cerca de Butig se pasaran a la insurrección armada. El desencadenante del levantamiento fue un intento fallido de arrestar a Isnilon Hapilon, el líder de Maute.

Antes de eso, Hapilon fue el segundo al mando del grupo terrorista vinculado a Al Qaeda, Abu Sayyaf, ubicado en Basilan, en el archipiélago de Sulu. La zona es conocida por los ataques con bomba, las decapitaciones de rehenes occidentales y sus conexiones con Jemaah Islamiya, que llevó a cabo los atentados de Bali en 2002.

Como Abu Sayyaf, otros grupos rebeldes islámicos en Mindanao como el Luchadores por la Libertad Islámica de Bangsamoro (BIFF) y el Ansar Jalifa Filipinas (AKP) se han unido recientemente a Maute y sus oscuros partidarios de ISIS.

En parte, el cambio refleja la frustración que ha supuesto que las largas negociaciones de paz patrocinadas internacionalmente entre el gobierno y el principal grupo rebelde, el Frente Moro de la Liberación Islámica, han fracasado a la hora de producir resultados concretos. El objetivo de los radicales es supuestamente obtener una mayor autonomía o independencia del gobierno cristiano de Manila. También aumentar el control de los grandes recursos naturales de Mindanao, que están siendo desaprovechados.

Pero el asedio de Marawi y, en particular, la toma de rehenes y la ejecución de civiles, han provocado que aumente el temor de que Maute esté deliberadamente imitando las tácticas de ISIS y haciendo méritos para ganar reconocimiento como el principal afiliado de ISIS en el sureste asiático. En tal caso, puede que esté funcionando. La agencia de noticias de ISIS, Amaq, reivindicó la responsabilidad del asedio la semana pasada.

El gobierno ha avivado el miedo a que un frente de ISIS se esté expandiendo en Mindanao al afirmar que radicales islamistas procedentes de Malasia, Indonesia y Singapur se están uniendo bajo la bandera de Maute. En un informe presentado al Congreso la semana pasada, Rodrigo Duterte, el presidente de Filipinas, culpó a los yihadistas extranjeros de estar impulsando la rebelión e impuso la ley marcial en el sur del país.

“ISIS ya está aquí”, aseguró Duterte, añadiendo que su propósito era crear un nuevo califato o “wilayat” (provincia). “Teniendo en cuenta la red y las actividades de creación de alianzas realizadas entre los grupos terroristas, los criminales locales y los hombres armados fuera de la ley, el cerco a la ciudad de Marawi es un eslabón vital para lograr su antiguo objetivo: el control total de Mindanao”.

Parte de la culpa de la escalada de las tensiones en Mindanao puede ser del propio Duterte. El presidente apoya descaradamente los métodos violentos como la tortura, la violación y los asesinatos extrajudiciales desde que tomó el poder en 2016. Su irresponsabilidad en torno al proceso de paz de Bangsamoro promovido por su predecesor, Benigno Aquino, también ha fortalecido a los extremistas que creen que la isla nunca tendrá un acuerdo justo que venga de Manila.

EEUU y China también tienen parte de culpa. Ambos países están maniobrando de una manera un tanto cínica por el control y la influencia en Filipinas y en áreas en disputa colindantes del Mar de la China Meridional.

Respaldando de manera implícita los métodos de Duterte, Donald Trump alabó al líder filipino y lo invitó a la Casa Blanca. China, Rusia y Japón también se afanan en cortejarlo. Mientras las grandes potencias se disputan una ventaja geopolítica, en Mindanao los terroristas siguen avanzando.

Traducido por Cristina Armunia Berges

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