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Reichsbürger, el movimiento conspiranoico detrás de la trama golpista de Alemania

La policía alemana junto a uno de los sospechosos detenidos
10 de diciembre de 2022 22:18 h

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A las seis de la mañana del miércoles, fuerzas especiales alemanas irrumpieron en una casa del barrio berlinés de Wannsee, junto al lago, donde detuvieron a Birgit Malsack-Winkemann, exdiputada de la formación ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). Tres minutos después, otra unidad entró en el pabellón de caza Waidmannsheil, en Bad Lobenstein (Turingia). Hubo redadas simultáneas en otros 30 lugares, entre ellos un taller de coches y uno de carpintería, así como en la estación de esquí de Kitzbühel (Austria) y en la ciudad de Perugia (Italia).

Entonces 25 personas fueron detenidas. Entre ellas, un abogado, un piloto, un chef de alto nivel, un soldado en activo del mando de fuerzas especiales y un príncipe, el presunto cabecilla de los planes para derrocar al Estado alemán y sustituirlo por un “orden monárquico”.

Como dijo un diputado del partido de izquierdas Die Linke, parecía sacado de una novela negra. También se ha comparado con la exitosa serie de televisión Babylon Berlin, ambientada en la capital alemana durante los embriagadores días de la época de Weimar, cuando abundaban los enfrentamientos violentos entre formaciones paramilitares al margen de la ley y la democracia estaba al borde del colapso.

Pero la trama es auténtica, por mucho que los fiscales hayan descrito a sus presuntos protagonistas como un “grupo variopinto” de personajes inverosímiles. También son auténticas las armas en su poder, las licencias para usarlas y el hecho de que entre ellos hay miembros en activo de la policía y del ejército.

Complots frustrados

El grupo de los reichsbürger es el que más predomina dentro de este “conglomerado de teóricos de la conspiración”, como fueron descritos los miembros del complot por los fiscales del Estado.

A los reichsbürger les une la creencia de que el actual Estado alemán es una construcción artificial sin legitimidad para sustituir al “Deutsche Reich” de la época nazi. Hasta ahora no se sabía mucho de ellos fuera de Alemania, pero en los últimos años se han vuelto cada vez más conocidos dentro del país, con varios complots frustrados. Entre ellos, el protagonizado en octubre por una profesora jubilada de 75 años.

El fiscal jefe de Alemania, Peter Frank, había alertado este verano de la radicalización en ambientes derechistas, señalando específicamente a los reichsbürger. Según Frank, los reichsbürger y otros conspiracionistas estaban cada vez “más dispuestos a usar la violencia”. “Sería una imprudencia no hacer nada ante el peligro”, añadió.

En su rechazo al Estado alemán moderno, los que se consideran parte del grupo se niegan a pagar impuestos y a menudo tienen conflictos con las autoridades. Algunos se autodenominan “selbstverwalter” o autogobernados.

Según la agencia de inteligencia interior de Alemania (BfV), hay unos 21.000 seguidores del movimiento reichsbürger en todo el país. Se estima que alrededor del 5% (unos 1.150) son extremistas de derechas. En 2021, la BfV les atribuyó unos 1.011 delitos extremistas.

Se ha puesto en duda la capacidad del grupo de llevar a cabo sus planes de derrocar al Estado alemán, asaltando el edificio del Reichstag para esposar y detener a los diputados. Pero el alivio porque no lo hayan conseguido también ha sido grande. La diputada de Los Verdes Sara Nanni dijo que no habían tenido la suficiente inteligencia como para llevar a cabo sus “fantasías violentas” (como las describió la ministra de Interior, Nancy Faeser), pero también envió un mensaje de precaución. “Por burdas que sean sus ideas y lo inútiles que sean sus planes, el mero intento es peligroso”, dijo Nanni.

Operación “sombras”

Las fuerzas de seguridad han sido elogiadas por la exhaustiva operación, considerada la mayor investigación contra actividades terroristas que se ha hecho en Alemania. Comenzó a principios de septiembre tras un soplo. Con el nombre en clave de schatten (sombras), comenzaron a seguir las actividades de 52 sospechosos.

Pero una pregunta sigue estando vigente: ¿hasta qué punto las fuerzas de seguridad tuvieron suerte? ¿Hasta qué punto los reichsbürger representan un peligro para la Alemania actual? El grupo contra el que se actuó el miércoles parecía ir en serio. Según los investigadores, a sus miembros se les obligaba a firmar un acuerdo de no divulgación y cualquiera que pensara en romperlo era amenazado con la pena de muerte.

Para comunicarse entre ellos habían comprado teléfonos por satélite Iridium (valorados en 20.000 euros) que habrían funcionado si la red eléctrica se hubiera venido abajo, algo que al parecer también formaba parte de su plan para sembrar el caos. “Vamos a acabar con ellos ahora, ¡se acabó el tiempo de la diversión!”, se oye decir al príncipe Heinrich y presunto cabecilla en una conversación interceptada el último verano.

De acuerdo con las investigaciones, para comprobar la viabilidad de su plan y la fiabilidad de los miembros, el grupo llegó a contratar los servicios de videntes. En los mensajes hablaban de un “cambio de sistema” y de “exterminar” a sus enemigos.

Hace semanas se advirtió a la policía de que se preparase para intentos de asaltar el Parlamento y las autoridades aumentaron la vigilancia del edificio del Reichstag. También reforzaron la protección personal de los políticos en todo el país. La BfV creó un grupo de trabajo, con el nombre en clave de Kangal, para ocuparse de una amenaza que era considerada como muy real y creíble.

“Sería demasiado fácil tachar a esta gente de locos, de teóricos de la conspiración, gente a la que no hay que tomar en serio... pero eso sería ingenuo”, escribió Jörg Schmitt en un editorial del periódico Süddeutsche Zeitung. “Entre los 52 acusados de planear en Alemania el derrocamiento del sistema por medio del ejército hay gente que procede de la clase media, son profesores, médicos y empresarios”, escribió. “Esa gente de la que normalmente se espera que sean pilares de la democracia”.

Traducción de Francisco de Zárate

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