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The Guardian en español

“Había sangre por todos lados”: la acusación por abuso sexual al presidente de la Federación de Fútbol afgana

El presidente de la Federación de Fútbol Afgana tiene prohibida la salida del país a raíz de los casos de acoso sexual.

Suzanne Wrack

Varias jugadoras de la selección femenina de fútbol de Afganistán han denunciado haber sufrido abuso físico y sexual por parte del presidente de la Federación de Fútbol nacional, Keramuudin Karim, según han detallado al periódico the Guardian. Lo han hecho de forma anónima por miedo a las represalias que puedan ejercer contra ellas o sus familias.

Las denuncias abarcan desde casos de violencia y acoso sexual a amenazas y coacción contra ellas y miembros de sus familias. Una de ellas relató que Karim la encerró en una habitación, donde abusó sexualmente de ella, y le propinó un puñetazo en la cara. Luego le apuntó con un arma en la cabeza, con la amenaza de matarla a ella y a su familia si contaba lo ocurrido a los medios.

Otra jugadora alegó que Karim la amenazó, en mitad de un entrenamiento con el resto de sus compañeras, con cortarle la lengua. Este episodio ocurrió poco después de que alegara haber escapado de un intento del presidente de atacarla sexualmente. También aseguró que en otra ocasión intentó quitarle la ropa.

Una tercera víctima denunció que Karim intentó besarla en el cuello y los labios en una habitación, y que cuando consiguió marcharse de la escena, el directivo la echó de la selección y la tachó de lesbiana. Otra de sus colegas aseguró que Karim difundió el mismo rumor sobre ella.

Pasado un mes desde que the Guardian publicara las acusaciones contra Karim, el presidente y otros cuatro miembros de la Federación del país han sido suspendidos por el Fiscal General de Afganistán, que ha iniciado una investigación. La Fifa constató que están analizando las acusaciones y suspendió de su puesto a Karim durante 90 días, un período que podría “extenderse según avancen los procedimientos”. The Guardian consultó a Karim sobre esta medida, a lo que el directivo no realizó ningún comentario.

El relato completo

“Fui a pedirle ayuda. Él intentó aproximarse a mi y me dijo: quiero estar más cerca de ti, quiero ver tu cuerpo”, afirma una de las futbolistas que le dijo Karim cuando acudió un día a su despacho para presentarle las facturas de transporte. “Yo intenté ignorarle. Fui muy amable con él. Le dije: 'Necesito dinero para el transporte, no tengo dinero. ¿Me puede ayudar? Si no puede ayudarme, por favor déjeme ir'. Él dijo que me iba a ayudar y que esperara un momento. Yo le dije que quería irme a casa. Me dijo: 'No te preocupes, te daré el dinero”.

“El presidente me dijo que le siguiera a otra habitación. Así que fui con él, de verdad pensaba que me iba a ayudar. Le seguí a la habitación de al lado. Él siguió hacia otra habitación y desde allí a otra contigua, muy oscura. Dentro de ese cuarto había una puerta, pero no se veía bien. Parecía una pared, era difícil distinguirla bien. Estaba abierta. Dentro era como una habitación de hotel, con cama y todo. También había un lavabo. Me dijo que entrara. Yo entré, él entró detrás de mí y cerró la puerta con llave”.

“Me dijo que me sentara en la cama. Yo tenía miedo, estaba temblando. Me dijo: 'Ahora quiero ver qué hay debajo de tu ropa'. Yo le decía: 'Déjeme en paz, quiero irme a casa'. Me puse de pie y le dije que quería irme y él me respondió: 'Grita todo lo que quieras, nadie te oirá. No pueden oírte'.

“Luego comenzó a empujarme hacia la cama. Volví a ponerme de pie. Le dije: 'Déjeme en paz. Yo solo vine a pedirle ayuda, pero ya no quiero que me dé nada. Por favor, déjeme ir'.

“Él me decía que ese día iba a averiguar si yo era o no lesbiana, porque yo pasaba mucho tiempo con otras chicas y parecía un poco un chico”.

“Me puse de pie e intenté luchar contra él, pero me dio un puñetazo en la cara y caí sobre la cama. Intenté volver a ponerme de pie y correr hacia la puerta, pero como se abría solo con sus huellas digitales, no me era posible abrirla. Así que no podía salir. Él me dio puñetazos en la cara y en la boca. Me sangraban la nariz y los labios. Comenzó a golpearme, caí sobre la cama y todo se oscureció”.

Cuando recuperé la consciencia, estaba desnuda y había sangre por todas partes. Yo temblaba. No sabía qué me había sucedido. La cama estaba cubierta de sangre, me sangraba la boca, la nariz y la vagina. Fui al lavabo. Me lavé la cara y me puse mi ropa. Volví y dije: 'Saldré así y le diré a los la prensa lo que me has hecho'. Él cogió un arma, su pistola, me apuntó a la cabeza y me dijo: '¿Ves lo que te he hecho? Puedo pegarte un tiro en la cabeza y tu cerebro quedará desparramado por todos lados. Y puedo hacerle lo mismo a tu familia. Si quieres que tu familia viva, no dirás nada'.

“Luego me tiró el dinero a la cara, me dijo que lo cogiera y que me fuese. Que no quería verme la cara. Abrió la puerta y me fui”.

Incapaz de contarle a su familia lo que le había sucedido, la joven se inventó una lesión. “Me sentía mal. Supe por mis amigas del equipo que el presidente estaba haciendo correr el rumor de que yo era lesbiana y que me había encontrado con otra chica y por eso me había echado de la selección. Fue muy deprimente y peligroso para mí”.

La decisión de la jugadora de hablar públicamente de los hechos acarrea un gran riesgo. “Sé que mi familia está en peligro y sé que lo seguirán estando cuando se sepan más cosas. Pero quiero alzar la voz por el futuro de otras chicas. Quiero que las chicas puedan jugar en un ambiente seguro”. Según ella, el comportamiento de Karim es bien conocido dentro y fuera de la plantilla. “Su comportamiento se volvió algo aceptado dentro del fútbol femenino”. 

Miedo a él y a su poder

¿Por qué no fue denunciado ante las autoridades? “Tiene muchísimo poder dentro del sistema y en el Gobierno”, dijo la afectada sobre Karim, quien ocupó el cargo de gobernador de la provincia de Panjshir y de jefe de gabinete del Ministerio de Defensa antes de asumir la presidencia de la Federación de Fútbol en 2004. “Nadie puede hacerle frente porque tiene mucho poder. Las chicas no pueden hablar porque le tienen miedo; podrían acabar muertas”.

Una segunda jugadora relató que un miembro de la Federación le pidió que fuera a la oficina de Karim. “Yo no sabía nada sobre él”, dijo. Afirma que Karim se sentó junto a ella en el sofá: “comenzó a hablarme y a coquetear conmigo. Me empezó a tocar e intentó besarme. Yo me puse a llorar, tenía miedo y entré en pánico. Intenté alejarle de mí”.

Dice que comenzó a gritar, a golpearle y que así logró zafarse. Estuvo escondida durante un mes: “me sentía muy débil y no podía contar lo que me había pasado. Mientras tanto, recibía llamadas de la Federación, especialmente del presidente, que me presionaban para que volviera porque si no iba a destruir su imagen”.

Ella volvió, pero su calvario ni mucho menos había llegado a su fin. “En pleno entrenamiento, Karim se acercaba y me decía delante de todo el mundo que yo no era amable, que hablaba mucho, y me amenazaba directamente diciéndome que si hablaba me cortaría la lengua. No paraba de acosarme y hostigarme”.

Esta jugadora relata que un día llegó temprano al entrenamiento en la Federación. “Estaba sentada en un banco, esperando al resto del equipo. Él me vio por las cámaras de seguridad y comenzó a llamarme por teléfono. Yo le ignoré, así que terminó por salir y me dijo que le acompañase. Tuve que seguirle, no me quedaba otra opción. Tuve que cruzar cuatro puertas. Él iba adelante y por teléfono me daba instrucciones de dónde ir”.

“Tras cruzar las cuatro puertas, me encontré en una habitación. Era como un hotel cinco estrellas, con un espejo, muebles modernos, una cama, cosas de mujer, perfumes y cosas en los cajones. Cuando llegué allí, comencé a recordar historias que había oído. Me dio miedo y me puse a llorar. Pensé que ahí se terminaba mi vida”.

“El presidente estaba desnudo, tumbado en la cama esperándome. Cuando yo me puse a llorar, él se puso de pie y corrió hacia mí. Me sujetó e intentó quitarme el pañuelo y el vestido. Me atacó y comenzó a romper mi vestido. Yo lloraba, gritaba, luchaba. Tuve mucha suerte. Su teléfono sonó. Yo comencé a gritar. Él me empujó e intentó silenciarme pero yo no paré de gritar. No tuvo más opción que abrirme la puerta. Cuando la abrió, salí corriendo”.

La tercera víctima afirmó que fue a la oficina de Karim a que le “firmara unos papeles” cuando comenzó su propio infierno. “Yo intentaba quitármelo de encima, pero él quería besarme el cuello y la boca. Yo le decía que se comportara, que tenía la edad de mi abuelo y que cómo podía hacer esto. Él me dijo que no sabía por qué yo me estaba comportando tan rara con él, si fuera me mostraba más amigable”.

“Yo le dije que pensaba que él era un amigo, que le veía muy sociable. Me dijo que es que 'al final, nuestra amistad supone tener relaciones sexuales'. Yo le dije: 'Odio siquiera escuchar esas palabras. Déjeme ir'. Lo empujé y me fui corriendo.

“Lo primero que hizo fue eliminarme de un viaje de entrenamiento al extranjero que iba a realizar con la selección. Me insultaba delante de todos y me acusaba de ser lesbiana. Finalmente, me echó”. La jugadora alega que fue testigo del abuso verbal contra la segunda supuesta víctima. “Ella lloraba. Todos lo vieron. Él la insultaba”.

Las investigaciones y el apoyo público de varios funcionarios del gobierno, incluido el presidente afgano Ashraf Ghani, son esperanzadoras, pero las tres jugadoras dicen que no tienen mucha confianza. “No puedo confiar en el gobierno”, dijo una de ellas. Otra lamentó que “Karim es un hombre con mucho poder; tiene mucha influencia y mucho dinero. Puede comprar a la gente”. Le reclama a la Fifa y a los gobiernos extranjeros presentes en Afganistán que tomen medidas.

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