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El vertido de un barco encallado en isla Mauricio obliga a declarar el “estado de emergencia medioambiental”

El vertido de un barco encallado en isla Mauricio obliga a declarar el “estado de emergencia medioambiental”

Néstor Báez

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El granelero MV Wakashio, con bandera panameña, encalló, por razones aún desconocidas, el pasado 25 de julio en la costa este de isla Mauricio. Sin embargo, no fue hasta el pasado jueves cuando las autoridades de Mauricio hicieron público que el barco tenía una brecha por la que se estaba derramando la carga de combustible que transportaba. Esto pone en grave peligro los arrecifes, las albuferas y las playas cercanas. Al día siguiente, el viernes, se declaró el “estado de emergencia medioambiental”.

El barco iba cargado con un total 4.000 toneladas de combustible, de las que mil ya han ido a parar al océano, según ha informado Akihiko Ono, vicepresidente de Mitsui OSK Lines, la compañía encargada del buque.

En un comunicado difundido a través de medios locales, la empresa ha afirmado que la prioridad en estos momentos es “reducir los efectos del derrame y proteger el medio ambiente”. Del mismo modo, se han “disculpado profundamente ante el pueblo de Mauricio” y han adelantado que “harán todo lo posible por proteger el medio ambiente y mitigar los efectos de la contaminación”.

El gobierno de la isla Mauricio ha ordenado el despliegue de dos barcos cisterna y varios remolcadores para ayudar a retirar el fueloil y pasarlo de un barco a otro usando una manguera, operación que ya se ha puesto en marcha. Además, también se han trasladado a la zona helicópteros para llevar a tierra los contenedores que se vayan llenando de combustible. Todo esto en una operación que está siendo seguida de cerca por un equipo de especialistas coordinados con las autoridades locales.

El primer ministro de Mauricio, Pravind Jugnauth, ha informado de que ya se han bombeado unas 500 toneladas de fueloil del barco, pero “todavía quedan 1.959 toneladas métricas” más de combustible a bordo, lo que hace que los buques de rescate tengan que trabajar a contrarreloj para conseguir bombear todo el petróleo antes de que el barco se rompa y cause una catástrofe medioambiental aún mayor.

Este vertido ya se considera una de las crisis más grandes por las que ha pasado nunca la isla. Una isla que es precisamente famosa por sus playas paradisíacas de aguas cristalinas que, ahora, se encuentran en grave peligro. Más aún teniendo en cuenta que la zona más afectada es una región de arrecifes de coral que han estado rehabilitándose durante quince años y que albergan una gran diversidad marina y terrestre.

Algunos expertos ya han calculado que se necesitarán “al menos diez años para que el ecosistema marino se parezca al que era” y ponen aún más presión sobre los profesionales encargados de bombear el combustible, ya que si el barco se rompe “habrá entre ocho y diez veces más de combustible en las albuferas”.

En las tareas de limpieza de la playa y la construcción de barreras de contención ha participado un número enorme de personas, ya que no se trata solo de un desastre natural, sino también económico en un lugar en el que muchos de sus más de un millón de habitantes viven del turismo y la pesca.

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