11-M, cinco años después
A las 7.37 minutos de una mañana gris de marzo se detuvo el reloj para miles de personas que viajaban en el tren de cercanías de Madrid. A esa hora una bomba estallaba en un tren de cercanías de la Estación de Atocha. Un minuto después otras dos bombas explotaban en el mismo tren. El terror, la muerte y el humo ocupaban los vagones en los que viajaban miles de trabajadores y estudiantes como cada mañana. A las 7.38 estallaban dos bombas en un convoy de la estación de El Pozo y Santa Eugenia. 60 segundos más y se producen cuatro explosiones en otro tren a su paso por Atocha.
En apenas tres minutos, 191 personas fallecen en el atentado más sanguinario de la Historia de este país. Otras 1.500 resultan heridas, muchas de ellas sobreviven con secuelas físicas y psicológicas que no superarán jamás.
Madrid y toda España permanece atenta a los medios de comunicación. La información es confusa y el número de muertos va creciendo a medida que pasa la mañana. En plena jornada electoral, Al Qaeda irrumpe en España sembrando de terror unas elecciones que marcaron el devenir de la sociedad española.
Madrid se convierte en un caos: ambulancias que vuelan hacia las estaciones de metro y regresan con la misma velocidad a las salas de urgencias de los hospitales madrileños, colapsados de heridos. Los ciudadanos se echan a la calle para ayudar, para lo que sea, y los taxistas de Madrid dejan de serlo por un día y se convierten en improvisadas ambulancias. Todas las manos son pocas ante la tragedia. Miles de madrileños hacen cola ante los centros de donación de sangre que han habilitado autobuses para recabar toda la sangre posible. La ciudad está sitiada por la alerta, se activa la operación “jaula”, todos los accesos a la capital permanecen cerrados.
Allí viven muchos riojanos. Estudiantes universitarios que viven en primera mano el terror que los islamistas sembraron en su ciudad de acogida. Una de esos riojanos es Irene Lozano, una estudiante de Audiovisuales que había empezado a trabajar hacía unos meses como becaria del programa de Telemadrid “Madrid Directo”. Trabajaba por las tardes así que a la hora fatídica todavía dormía. Fue su novio, residente en Estados Unidos, quien la despertó llamándola por teléfono y le dió la terrible noticia. “Lo primero que hice fue llamar a mis amigas porque ellas sí que cogían esa misma línea de ferrocarril” asegura Irene, “pero no cogían el teléfono, las líneas estaban sobrecargadas”. Tras unos momentos de incertidumbre y de miedo pudo contactar con sus seres queridos y comprobar que se encontraban bien.
“Una amiga me explicó que había cogido el tren posterior al del atentado. Se había detenido en mitad del trayecto y había tenido que volver a la estación andando entre las vías” asegura Irene. “Mis padres me llamaron desde Logroño para pedirme que no fuera a trabajar pues yo también tenía que coger un tren para ir a los estudios de Telemadrid”. Pero finalmente se subió a un metro, le pudo más su instinto periodístico. “En el vagón nadie hablaba y había muy poca gente. Íbamos en silencio y cualquier ruido nos ponía en alerta” recuerda Irene.
Cuando llegó a Telemadrid, a las cuatro y media de la tarde de ese 11 de marzo de 2004, se encontró con el mismo panorama: “Silencio, mis compañeros trabajan cabizbajos, tristes”. Irene tuvo que editar algunas imágenes para la cabecera del programa y recuerda como el editor jefe les pidió que evitaran aquellos planos con cadáveres o sangre. No querían que el morbo fuera el protagonista en un momento así. “No me dejaron ver algunas imágenes de aquella mañana por su crudeza. Uno de los editores, llorando, no pudo continuar con su trabajo”.
“Teníamos miedo, no sólo aquel día, sino días después, cuando cogías un metro, un tren... Reconozco que tuve suerte, podía haberme pasado a mí”.
HOMENAJE A LAS VÍCTIMAS
El 11 de marzo de 2004 significó también uno de los peores atentados terroristas de Europa. Por ello, la Unión Europea eligió este día como el Día Europeo en Recuerdo de la Víctimas del Terrorismo.
Hoy en toda Europa y en España se sucederán actos de homenaje y recuerdo a las víctimas de todos los atentados, pero especialmente a las del 11-M.
La Asociación de Víctimas del Terrorismo en La Rioja ha organizado un homenaje, que dará comienzo a las 19 horas en El Paseo del Espolón, junto al Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Logroño. Allí se procederá a la lectura de un manifiesto conjunto en distintas ciudades europeas, seguido de un minuto de silencio y una ofrenda floral. A este homenaje asistirá el Presidente del Gobierno de La Rioja, Pedro Sanz, acompañado de varios miembros del Ejecutivo. El alcalde de Logroño, Tomás Santos, también participará en esta ofrenda floral de El Espolón en homenaje a las víctimas.
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