Ayuda con cuentagotas para Indonesia
La situación humanitaria en la isla indonesia de Sumatra, después del terremoto, sigue siendo de lo más preocupante. La ayuda tras el desastre está llegando al país con cuentagotas, pues son muchos los trabajadores de los equipos de ayuda que todavía están intentando llegar hasta los supervivientes del terremoto, mientras que los equipos de rescate extranjeros comenzaron hoy a recoger su equipamiento para abandonar el país.
Las fuertes lluvias y las infraestructuras destrozadas
han dificultado que la ayuda llegue a las zonas afectadas. Mientras, los equipos de rescate de países como Corea del Sur, Singapur y Reino Unido comenzaron hoy a recoger los equipos y a dejar su base, situada en la casa del gobernador de Padang.
Los helicópteros son a menudo la única vía para que llegue la asistencia a algunas comunidades aisladas en las colinas que rodean Padang. “Vivo en una tienda de campaña y no hemos recibido ningún tipo de ayuda. Estoy muy enfadado con el gobierno local”, afirmaba un residente en una zona a las afueras de Padang, Ardi, de 31 años, que perdió a dos de sus cuatro hijos por los aludes.
El portavoz de la organización Save the Children, John Bugge, ha informado de que ahora mismo el mayor riesgo es la neumonía, que puede afectar especialmente a los niños, puesto que carecen tanto de alimentos como de refugio en las comunidades que rodean Padang. Aunque algunas escuelas han abierto sus puertas, de acuerdo con el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) más de 1.000 han resultado destrozadas o dañadas, por lo que se han abierto centros temporales en tiendas de campaña para que los niños puedan jugar.
“Aún estoy asustado porque pueda haber más terremotos, por lo que le dije a mi madre que nunca dormiré más dentro de nuestra casa, porque podría derrumbarse”, decía Yuhza Indra, de once años y que se aloja en un centro temporal a las afueras de Padang.
De acuerdo con Naciones Unidas, los residentes de la zona han comenzado a reciclar los materiales de construcción, y se estima que entre el 40 y el 70% de dicho material puede ser reutilizado. Además, los escombros pueden ser utilizados de nuevo para reparar las carreteras, aunque los residentes requerirán asistencia para el derribo de los edificios más inseguros.
Según las organizaciones que trabajan en el terreno, las informaciones indican que hay indicios de que la vida vuelve a la normalidad en algunas zonas de la ciudad, ya que los negocios comienzan a abrir sus puertas y las clases se han reanudado. De acuerdo con las autoridades educativas, al menos 70.000 niños han regresado a las clases, lo que supone un 40% de la población en edad escolar de la capital provincial.
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