Bendito socavón
Valladolid es una ciudad a la que sólo se va por obligación: una novia o una herencia. Hace frío. Mucho. Y viento. Más. No se puede fumar, porque el aire consume los cigarros llevándose el humo y la nicotina junto a las esperanzas. Tampoco jugar al fútbol. Es imposible. Sólo se puede intentarlo. Afrontar la empresa de domar el balón por encima de las inclemencias de la ciudad es una tarea que todos prueban, pero que la mayoría abandona a las primeras de cambio. “Esto no es para mí”. Hace falta paciencia para adaptarse en cada movimiento a las trampas escondidas en el José Zorrilla y sus anexos. El césped en el que juega el filial del Real Valladolid es la peor, pero la más a la vista. El resto se van descubriendo pelotazo a pelotazo. La UD Logroñés no supo este domingo mimetizarse con el entorno y quedó atrapada en las garras de un encuentro condenado desde su inicio.
El viento arreciaba fuerte. No se sabía de dónde venía ni a dónde iba. Perdidos entre esas rachas de aire estaban los pupilos de Carlos Pouso, hasta que apareció Titi en una contra letal. Desafió al propio aire y corrió contra él, directo hacia la portería defendida por Julio. En cada zancada levantaba la cabeza para mirar hacia la meta rival. La tenía en la cabeza. Sabía que era suya. Cruzó medio campo, se acercó al área y batió al arquero local cruzando el cuero de manera magistral. Tocando el palo. Fácil. Rápido. Su carrera y su disparo fueron como el dibujo de la Z de 'El Zorro'. Zas. La T de Titi. Titi-taka. La primera vez que el balón pasó por sus botas fue gol. El centrocampista asturiano dinamitó el partido, aunque la explosión apenas duró unos minutos. Llamó a la puerta del infierno con un aldabonazo que desató todos los males y no tardaron en esparcirse por el césped. De ello se aprovechó Guille Andrés para igualar la contienda.
Dos chispazos en dos jugadas. El pase de Jorge Hernández sobrepasó a la defensa blanquirroja y el delantero vallisoletano no perdonó. Miguel Martínez de Corta estaba batido antes de que éste recibiera el esférico. Acción, reacción. Un gol a favor y otro en contra. Los tres minutos de la locura. A partir de ahí, vuelta a empezar con las mismas trampas que se habían antojado olvidadas en ese esquizofrénico tramo del encuentro. No hubo más goles, pero sí ocasiones. Navas y Abaroa tuvieron los triunfos de sus respectivos equipos en sus pies, pero ambas porterías quedaron intactas.
La UD Logroñés cosechó en Valladolid, esa ciudad a la que sólo se acude por obligación, su tercer empate consecutivo. No gana, pero tampoco pierde. Sigue sumando y esta semana se mantiene en la segunda posición del Grupo I de Segunda B, pero se da la circunstancia de que es colíder: triple empate a puntos entre el Real Oviedo, el Real Murcia y los blanquirrojos. En el vestuario están tranquilos. Pouso, al ser preguntado por esta racha, bromea diciendo que ya ha puesto sus barbas a remojar porque tiene al equipo en un “socavón” del que es casi imposible salir. Bendito socavón, pensarán en el resto de ciudades.
FICHA
Valladolid B: Julio; Carmona, Ramiro, Iván Casado, Brian; Ángel (Javi Navas, min. 63), Dani Espinar, Jorge Hernández (Anuar, min. 89), Ayub, Toni; Guille Andrés (Dani Vega, min. 79).
UD Logroñés: Miguel; Gago, Herreros (Titi, min. 56), Moisés García, Miguel Santos; Joel Valencia, Jacobo Trigo, Amaro (Santelices, min. 58), Abaroa, Menudo; Ubis (Iker Alegre, min 69).
Goles: 0-1, Titi (min. 58); 1-1, Guille Andrés (min. 60)
Árbitro: Muñiz Ruiz (Comité gallego). Ha amonestado a Carmona, por parte del Real Valladolid B; y a Iker Alegre, por parte de la UD Logroñés.
Incidencias: 500 espectadores en los anexos del estadio José Zorrilla. Cerca de medio centenar de aficionados blanquirrojos han acudido hasta la capital vallisoletana, en un frío día.
0