Carmen Soto: “Para mí es más difícil contarlo que vivirlo”

Rioja2

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Carmen Soto tiene una amplia experiencia en proyectos de emergencias con Médicos Sin Fronteras que inició en los campos de refugiados por el conflicto de Ruanda en 1994, ha continuado su colaboración con al Organización en proyectos en Kenia, Sudan, Angola, Sri Lanka, Uganda, Tanzania , RDC, etc.

Como enfermera su labor profesional la ha desarrollado como expatriada en proyectos de emergencias por epidemias, conflictos bélicos y catástrofes naturales. Tiene una formación complementaria enfocada a la cooperación internacional con cursos de Medicina Tropical, emergencias, respuesta a epidemias, etc.

Carmen estuvo sobre todo en el Hospital de Jacmel, una población en la que el 60% de las infraestructuras han sido destruidas. En coordinación con las autoridades sanitarias, el grupo de MSF comenzó actividades de cirugía y obstetricia. Asimismo, realizaron la distribución de material de primera necesidad a 1.300 familias.

¿Qué es lo primero que sintió cuando llegó allí?

Pues el caos. Hasta que llegamos a la oficina de Médicos Sin Fronteras atravesamos Puerto Príncipe y empezamos a ver la realidad, lo que había pasado allí. La oficina también estaba llena de heridos. Lo que faltaba era coordinación. La gente había tenido asistencia pero no un seguimiento. Había mucha gente que con toda su buena voluntad iba, hacía y se iba, pero no había constancia de lo que habían hecho. Por ejemplo, había muchos vendados pero no se sabía lo que tenían. Los primeros días yo me desesperaba.¿En qué consistió su trabajo?

Lo primero cuando llegamos nos pidieron si por favor podíamos ir a quirófano para sustituirles esa noche porque llevaban mucho tiempo trabajando. Fue mi compañera a quirófano y yo me quedé en el hospital de 7 a 7 haciendo un seguimiento de los enfermos o de los recién operados. En Puerto Príncipe no dábamos abasto. Además los cargos no llegaban porque había problemas con el aterrizaje pero sí supimos responder porque Médicos Sin Fronteras estaba en Haití desde hacía 19 años. Nosotros operamos desde el primer día, pero no todo lo que hubiéramos querido porque no nos llegaba el material que necesitábamos. Luego nos enteramos que en Jacmel estaban muy afectados por el terremoto, entonces a los 4 o 5 días fuimos para allí. Montamos tiendas para diferentes salas: pediatría, medicina interna, etc. Una vez que lo organizamos, lo rápido y de hecho, me quedó la satisfacción de que gente de otras organizaciones y voluntarios nos preguntaron qué había que hacer para trabajar con Médicos Sin Fronteras y que qué bien habíamos respondido.

¿Desde Médicos Sin Fronteras España cuánta gente fue a Haití?

Acabo de hablar con una amiga que va a ir el día 18. Hay gente que se está yendo todavía y gente que también ha vuelto. En el primer grupo, que nos llamaron el día 13 de enero, íbamos 7, yo la única riojana. En dos días ya habíamos llegado igual 30. Ahora a nivel Médicos Sin Fronteras de todos los países estamos unos 350 expatriados más unos 25 o 50 en camino. Hay relevo y aumento del personal.

Hemos conocido la terrible situación de tener que amputar miembros a los supervivientes porque no había recursos médicos en el momento y las heridas se gangrenaban. ¿Cómo ve el futuro del país más pobre de América y que además muchos supervivientes se encuentran con un miembro amputado?

Partimos de una base de que antes del terremoto estaban fatal y ahora un poco peor, que es horrible como están, pero es que estaban fatal ya. Ahora se ha añadido que van a estar inválidos pero la situación era horrible antes. Lo que pasa es que hasta que no ha pasado ésto la gente no ha mirado para Haití. Ya era un país inestable, el más pobre de América. Hay que hacer mucho todavía, lo que acabo de hacer no es nada. Va a necesitar mucho tiempo.

Ahora parece que las necesidades de los pacientes vuelven a las afecciones normales que se atienden en un centro médico.

Está todo colapsado. Los centros médicos no existen, no hay sistema de salud como tal y tampoco existía uno antes bueno. El día que me vine todavía me llegaban fracturas. Había gente que ni siquiera tenía asistencia porque no tenía acceso por carretera. Se ha hecho mucho pero todavía falta los operados, los post-operados, el seguimiento, las curas...

Las heridas llegará un momento que se cierren, pero los traumas psicológicos de los supervivientes de la catástrofe durarán mucho en el tiempo.

Se nota la actitud de ellos y la que hubiéramos tenido nosotros, pero Médicos Sin Fronteras también está tratando este aspecto. Hace cirugía, estabilización y atención al postoperatorio, atención psicológica y también agua y saneamiento. Por ejemplo, en Jacmel a parte del hospital hacíamos letrinas, puntos de agua, distribución de necesidades básicas y materiales de primera necesidad.

¿Tuvo la sensación de que su vida peligraba en algún momento?

Yo no pero en una distribución sí que se alteraron un poquillo y hubo que suspenderlas. Una de las normas de MSF es trabajar sin armas y no estábamos escoltados ni nada pero no hemos tenido grandes problemas. Es un país que ya antes era inseguro, uno de los más corruptos y armas había por todos los lados. MSF ya hacía curas de herida de bala antes del terremoto. Encima la cárcel se destruyó y todos se escaparon. Esa inseguridad existe aunque yo no la he vivido.

Por qué si inclinó por una labor profesional tan complicada como ésta. ¿Qué es lo que le motiva y le aporta?

No sé. Yo pensé que con mi profesionalidad y siendo enfermera podía ayudar y simplemente es parte de mi trabajo. Y ya llevo 17 años. Hay situaciones duras e incomprensibles y algo que no entiendo es por qué seguimos manteniendo a países en estas condiciones. Cada vez que lo veo, me cabrea más. Yo lo considero un trabajo que a la vez tiene una recompensa personal pero en principio estás pensando en las necesidades de ellos. Un trabajo más. Para mí es más difícil contarlo que vivirlo. Son situaciones muy difíciles de describir.

Ha estado en muchos conflictos, ¿ésta es la situación más dura que ha vivido?

Esta ha sido dura pero es que cada conflicto tiene lo suyo. Es el momento, la situación... La malnutrición en Angola. Llegamos a un pueblo de unos 15.000 habitantes y en 3 meses se habían muerto 5.000 de hambre, no de enfermedades y dices: pero ésto cómo puede ser. Tras estar trabajando tres meses allí, lo que era el pueblo en blanco y negro, muerte y un pueblo fantasma a un pueblo de vida, los niños jugando, las madres bailando... una fotografía en color. Hay muchos ejemplos.

¿Qué imágenes se lleva de allí y no podrá olvidar nunca?

Un niño no sé si sabía que sus padres se habían muerto pero cuando le dormimos un poco para las curas hablaba y gritaba: el temblor de la tierra, papá, mamá... Tendría un trauma psicológico, claro. Otros niños te pedían que les cortaras las piernas. Los mayores también. Mucho sufrimiento. Una cosa que me puso muy contenta fue el niño ese que a los 8 días lo encontraron porque a ese le vi yo, vi la casa, vi la satisfacción de la madre. Son momentos muy duros pero hay algunos que dices: merece la pena estar aquí.

¿Volverá algún día a Haití?

No tengo ni idea. Lo mismo dentro de un mes me llaman porque se necesita y voy. No planifico mi vida en este tipo de trabajo. Normalmente suelo salir ya, sin pensarlo.

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