Cómo manipular un virus
Los resultados, que aparecen publicados en el último número de la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, sugieren potenciales aplicaciones en el campo de la biotecnología y la nanotecnología.
El investigador del Centro de Biología Molecular Mauricio García-Mateu, codirector del trabajo junto a Pedro de Pablo, de la Universidad Autónoma de Madrid, contextualiza la investigación: “Los virus, siempre que puedan ser modificados mediante técnicas de Biología Molecular, constituyen un prometedor campo de actuación en biotecnología y nanotecnología.
Sus potenciales utilidades incluyen su uso como vectores para terapia génica, nanocontenedores para la liberación dirigida de fármacos, marcadores para diagnóstico y componentes de nanodispositivos electrónicos“.
Para el desarrollo de algunas de sus aplicaciones, es probable que las partículas víricas deban ser genéticamente alteradas. “En algunos casos sería necesario modificar los virus o sus corazas, las cápsidas, para hacerlas térmica, química o mecánicamente más estables y robustas”, explica el investigador.
La investigación se centra en el virus diminuto del ratón (MVM, en su acrónimo inglés). En un estudio previo el equipo ya determinó que el ADN de este virus no sólo transporta la información genética sino que además sirve de elemento arquitectónico del patógeno, permitiendo que su estructura sea más rígida.
A partir del citado hallazgo, que publicó hace dos años Proceedings, los investigadores Carolina Carrasco, Milagros Castellanos, de Pablo y García- Mateu han empleado ingeniería de proteínas para romper algunas de las conexiones entre la molécula de ADN y la cápsida del virus. Este proceso logra reducir la rigidez mecánica del virus, lo que ha sido determinado mediante la novedosa utilización de la microscopía de fuerzas atómicas para medir las propiedades mecánicas de virus individuales.
“Los resultados apuntan posibilidades concretas para manipular de modo inteligente las propiedades mecánicas de virus, con la intención de hacerlos más adecuados para ciertas aplicaciones en biotecnología y nanotecnología”, concluye García-Mateu.
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