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Cuenta atrás para derruir la posada de Grávalos, un edificio protegido del siglo XVII

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Clara Fraile es de Grávalos y acaba de lanzar una llamada de socorro por un edificio de su pueblo, la posada. Según esta vecina del pueblo, “la posada de Grávalos va a ser derruida”, un edificio, dice, “singular del siglo XVII y protegido”. El edificio, “se encuentra en una situación de indudable precariedad y el Ayuntamiento del municipio ha impulsado un expediente ruina de acuerdo a las leyes vigentes y con la aquiescencia de la Comisión de Patrimonio del Gobierno de La Rioja”.

Sin embargo, prosigue esta vecina de Grávalos, “no es menos evidente el valor de este edificio en sí mismo, por cuanto enriquece al patrimonio y forma parte de nuestra identidad. Las casas de un pueblo no solo son lugares donde vivimos, son también el reflejo de lo que somos y el soporte de nuestra memoria colectiva”.

Por esta razón, “y ante la urgencia de las fechas”, Fraile plantea varias soluciones. Una de ellas, detalla, pasaría porque el edificio pasara a ser propiedad municipal. “Para que esto ocurriera, el Ayuntamiento y propietaria tendrían que tener interés y voluntad de acuerdo, algo que parece muy difícil. Si el edificio pasase as propiedad pública podría acogerse a las ayudas previstas por el Gobierno Regional”.

Otra opción, explica, “sería encontrar una iniciativa privada, un mecenazgo o alguien capaz de sacar rentabilidad de este patrimonio, con capacidad económica para consolidar la estructura o derribar con todo el cuidado para salvar lo máximo que se pueda”. Una iniciativa privada que “devuelva la vida a la posada”.

Según esta vecina, “el expediente de ruina se puede ejecutar y luego reconstruir conservando la cerrajería exterior, o evitarlo consolidando el edificio para intentar mantener su ancha escalera, su bonita entrada empedrada con un mosaico circular estrellado…”. Pero estamos ya en agosto, dice, “y salvo milagro, los albañiles tienen el encargo de a emplear la piqueta en la demolición de la Posada de Grávalos. Si el derribo llega a producirse, y parece que ni la voluntad política ni ninguna iniciativa privada van a evitarlo, quedará demostrado que algo no se ha hecho del todo bien, por mucho que todos los agentes implicados consideren que han hecho lo que tenían que hacer y llegado hasta donde tenían que llegar”.

Y si esto sucede, concluye, “conviene que se sepa, para que esta pérdida nos sirva también de lección aprendida, máxime para quienes han tenido en su mano la posibilidad de evitarla, para que en otras situaciones similares obren con más cautela”.

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