Deberes ¿sí o no?
Deberes, ¿sí o no? En los últimos meses se ha intensificado la batalla contra los deberes. Organismos internacionales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han alertado sobre los efectos negativos de esta actividad.
Incluso una campaña impulsada por una madre en la plataforma Change.org, que ya ha llegado a la Asamblea de Madrid, ha conseguido más de 210.000 firmas para pedir la abolición de este tipo de tareas en la etapa de primaria. La prohibición, sin embargo, ¿es la solución? Guillermo Bautista y Albert Sangrà, profesores de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, lo analizan.
La OCDE ha alertado en varias ocasiones, la última el pasado febrero, de que los deberes que se hacen en el sistema educativo español son excesivos y, además, no mejoran el nivel de rendimiento escolar. Por su parte, un estudio publicado por la OMS el pasado abril aseguraba que los niños en etapa escolar se sienten «presionados» por estas actividades. Las chicas de 15 años son las que más estrés sufren en España (un 70 %), mientras que entre los chicos de la misma edad el porcentaje baja hasta un 60 %. Este estrés, según el organismo, tiene efectos negativos sobre la salud. “Provoca que sean más frecuentes problemas como dolor de cabeza, dolor abdominal, dolor de espalda y mareos, y síntomas psicológicos como tristeza o nerviosismo”, asegura el informe.
Escuelas como las Montessori hace años que optaron por no poner deberes en primaria y hacerlo en casos muy puntuales en secundaria. En esta línea va la petición que ha impulsado desde Change.org una madre, Eva Bailén, tras sufrir los efectos del exceso de deberes en sus hijos.
“Prohibir los deberes no es la solución. La mayoría de prohibiciones suelen generar situaciones extremas que no son recomendables”, asegura el profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación Albert Sangrà. Según el experto, los deberes pueden ser útiles en determinadas circunstancias, siempre y cuando los entornos familiares sean propicios, por ejemplo para reforzar y recordar lo aprendido, para que los padres vean qué trabajan sus hijos en la escuela o para generar un espacio de diálogo a partir de las dudas que los niños puedan tener.
Bautista tampoco es partidario de anular los deberes, pero sí de huir de este término y de su actual tipología. “Se deben poder incluir ratos de actividad en casa, pero no precisamente en forma de hojas llenas de divisiones o de actividades de libro de texto”, explica.
Como alternativas propone, por ejemplo, enseñar a los niños a hacer una tortilla, planchar o otras tareas de casa, o inventarse una historia entre toda la familia sobre algún aspecto de la actualidad. “Permiten fomentar una formación más integral y el desarrollo de responsabilidades”, defiende.
En ese sentido, insiste en que no deben dejarse en manos de los niños y las familias los contenidos curriculares más clásicos que no se hayan podido trabajar en la escuela, porque se desvirtúa el objetivo fundamental de la educación y se convierte el espacio de trabajo en casa en un momento angustioso, «en una especie de entrenamiento para que los niños mejoren lo que no saben hacer bien».
Se llamen deberes o se utilice otro término, lo importante según los expertos es determinar la función que deben tener y que el tiempo que se destine a ellos sea «razonable». Los alumnos españoles de 15 años dedican 6,5 horas a la semana a hacer deberes en casa; son 2,5 horas más que las 4 recomendadas por la OCDE.
Para Bautista, debe ser un tiempo que no cree angustia, y no quite horas de sueño ni tiempo para otras actividades, como la deportiva. «El tiempo para el ocio, el juego y el entretenimiento con la familia y los amigos también puede dar muchas oportunidades de aprendizaje», deja claro. Para Sangrà, todo lo que supere una hora de trabajo añadido al horario escolar es excesivo hasta los 12 años. “En edades más avanzadas tampoco tenemos que sacrificar el tiempo de ocio y descanso de los alumnos», puntualiza el experto.
Aparte de los deberes durante el curso escolar, el otro eterno debate es si se deben hacer este tipo de prácticas durante el periodo estival. El verano pasado se hizo viral el listado de deberes que puso un profesor italiano, Cesare Catà, entre sus alumnos de secundaria del Instituto de Ciencias Humanas Don Bosco situado en Las Marcas.
Entre las actividades figuraban que bailaran, que caminaran por la orilla del mar o que fueran felices. Siguiendo la línea de este docente, al que se le bautizó como «el profesor más enrollado del mundo», los expertos de la UOC defienden que las vacaciones son vacaciones y se deben evitar formatos clásicos como los cuadernos de verano.
“No hay que hacer actividades que impliquen malestar o sufrimiento”, alerta Bautista. “Tienen que hacer actividades que sean atractivas y que incorporen aprendizajes que posteriormente sean valiosos en su desarrollo personal”, explica Sangrà.
Batista matiza que las vacaciones son precisamente un momento para aprender de forma diferente al resto del año. “No debemos perder la rutina de aprender o de fomentar la inquietud por saber, pero debe hacerse de una forma alternativa a cómo se desarrolla en la escuela durante el curso”, concluye.
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