El corazón que le devolvió a Ángel la infancia perdida

El corazón que le devolvió a Ángel la infancia perdida

Rioja2

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Ángel Pascual celebra dos cumpleaños: el 18 de febrero, día en el que nació, y el 6 de diciembre, día en el que volvió a nacer al recibir un nuevo corazón con tan sólo 13 años. No es para menos, de no haber sido trasplantado, hoy no estaría no podría haber hecho esta entrevista.

La infancia de este arnedano no fue como la de cualquier otro niño. “No podía hacer deporte nunca, me agotaba. Recuerdo a mi madre cargando conmigo para subirme las escaleras hasta que tenía 6 o 7 años.” Y es que Ángel nació con una cardiopatía congénita de nacimiento consistente en una malformación de ventrículo.

Ese problema le ocasionaba falta de proteínas, problemas en el hígado y en el riñón...“Casi vivía en un hospital”, relata Ángel, quien recuerda cómo todas las semanas tenía que ir al Hospital San Millán porque retenía líquidos y se hinchaba. A los 8 años, decidieron someterle a una complicada operación de corazón para que un ventrículo realizase las funciones de los dos, pero sólo funcionó durante dos años. Entonces, comenzó a empeorar e incluso los últimos años ya tenía que ir en silla de ruedas. Llegados a este punto, los médicos decidieron que la mejor opción era un trasplante.

Tras más de un año en lista de espera y un aviso de un posible donante que no llegó a buen puerto, Pascual recuerda con emoción ese momento en el que recibieron el aviso definitivo. Desde Arnedo, la Cruz Roja lo trasladó al Hospital Puerta de Hierro de Madrid con un operativo consistente en dos ambulancias, por si una de ellas fallaba. Y tras más de 12 horas de operación, un nuevo corazón le devolvió la vida y le permitió dejar atrás un día a día muy limitado.

VIDA NORMAL

“La recuperación fue espectacular. Fue diferente que la otra intervención que tuve con 8 años, porque entonces mi corazón seguía mal, pero ahora ya tenía un corazón sano, ya no estaba enfermo”, celebra Ángel, quien hoy en día lleva una vida “cien por cien normal”.

“Al principio tenía revisiones continuas, pero ahora, 24 años después, sólo tengo que ir cada año y tengo que cuidarme, pero como una persona normal. No fumo, no bebo e incluso podría hacer deporte, pero como nunca había podido hacerlo, no me llama”, detalla Pascual, para quien el trasplante supuso “un cambio radical, pasar de no poder hacer nada a poder ir al monte con los scouts sin ningún problema”.

Ángel era entonces un crío y recuerda con cariño cómo era “el niño de todas las enfermeras”, pero ahora, una vez que se ha convertido en padre, es consciente de lo que tuvieron que pasar sus padres y sus hermanos. “Ahora que ves a tus hijos te das cuenta del esfuerzo y de lo duro que tuvo que ser para mis padres. Estaban pendientes de mí todo el día y no podían atender a mis hermanos como les gustaría”.

Es por eso que, en el Día Mundial de los Pacientes Trasplantados, Ángel agradece profundamente a la familia el gesto de generosidad que tuvo y quiere también hacer hincapié en la importancia de donar órganos. “Hasta que no te toca, no te puedes imaginar lo importante que es. Algo que ya no vale nada, puede valer mucho para otra persona”.

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