El equipo económico
Obama lo sabe muy, se pasó toda la campaña diciendo que estaba mejor preparado que John McCain, y aunque hasta dentro de casi ochenta días no estará al mando del país tiene que moverse rápido, buscar a los mejores y enviar una señal a los mercados.
La grave crisis hipotecaria del año pasado fue el germen del caos financiero de Wall Street de finales del verano, que ha costado hasta el momento miles de millones de dólares a los inversores estadounidenses y que ha colocado al país al borde de una profunda recesión. Los últimos datos oficiales revelaron que la economía del país sufrió una contracción del 0,3% en el tercer trimestre del año, el mayor descenso del PIB desde el tercer trimestre de 2001, y que una treintena de estados ya están en recesión.
Con la tarea titánica que tiene por delante, el presidente electo deberá formar un gabinete acorde a las promesas de cambio que anunció y preparado para el futuro incierto que se avecina. Todas las miradas estarán puestas en el hombre que escogerá para uno de los puestos claves, el secretario del Tesoro, que asumirá con una crisis económica sin precedentes, con una treintena de estados de la Unión que ya están en recesión, y con la obligación de gestionar el plan de rescate de Wall Street.
Por algo los analistas coinciden en que el nuevo equipo económico debe ser una de sus prioridades, para lo cual Obama lleva varios meses trabajando. Ahora las quinielas están a la orden del día y en todas ellas aparecen el multimillonario Warren Buffet y el el presidente de la Reserva Federal de Nueva York, Tim Geithner, así como Larry Summer, que fue secretario del Tesoro con Bill Clinton, y Paul Volker, que fue presidente de la Fed durante los mandatos de Jimmy Carter y Ronald Reagan.
GUERRAS HEREDADAS
Otra de las las cuestiones que Obama deberá abordar con urgencia es Irak, una guerra demasiado impopular, con un altísimo coste económico y que ha costado miles de vidas estadounidenses. El senador fue claro y prometió por activa y por pasiva que si llegaba a la Casa Blanca pondría fin a la campaña militar “de forma responsable”, ordenando el regreso paulatino de las tropas en 16 meses, que en estos momentos asciende a 15.000.
Si bien es cierto que prometió el regreso a casa de las tropas en Irak, la realidad es que muchos de esos mandos y soldados lo harán por poco tiempo, ya que el candidato también dijo en reiteradas ocasiones que si se convertía en presidente trabajaría para mejor la cada vez más conflictiva situación en Afganistán, uno de los referentes de la lucha contra el terrorismo que emprendió la Casa Blanca tras los ataques terroristas del 11 de septiembre.
El futuro presidente de Estados Unidos también tendrá muy presente la amenaza nuclear, encarnada en Irán y Corea del Norte, “un peligro real” para el mundo, aunque durante la campaña tendió una mano a la diplomacia y se mostró partidarios del diálogo con Teherán y Pyongyang, una camino que en caso de confirmarse supondrá un giro radical en la política exterior de la Casa Blanca en los últimos ocho años, y un acercamiento a quienes creen en el multilateralismo.
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