Esther Ruiz comienza una nueva vida
Esther Ruiz comienza una nueva vida. Sin casa, pero una nueva vida. Este viernes ha llegado a un acuerdo verbal con la constructora Levalta por el que entrega voluntariamente las llaves de su casa y desaparece la deuda que había contraído con ella (alrededor de 250.000 euros, sin contar intereses). Su desahucio, por el momento, ha sido paralizado a la espera de ratificar esta negociación la semana que viene. En caso de fructificar, Esther Ruiz quedará libre de cargas aunque pierda su vivienda. Por este motivo, una sonrisa se dibujaba en su cara al conocer la noticia. Puede respirar algo más tranquila. Comienza de cero. El Instituto Riojano de la Vivienda (Irvi) está estudiando su caso y buscando un lugar en el que alojarla.
Más de un centenar de personas se han dado cita esta mañana en la puerta de su casa en la calle Capitán Cortés de la capital riojana. ″No es mi casa, es mi hogar″, decía su pareja sentimental. Su desahucio estaba previsto para las 13 horas, pero cerca del mediodía ha llegado la noticia del acuerdo. El suicidio de una persona esta misma semana tras ser desalojada de su vivienda en Logroño estaba muy presente en la cabeza de todos los presentes. Es la dura realidad del día a día de una sociedad inmersa en una crisis desde hace varios años. ″Sí se puede″. ″No son suicidios, son asesinatos″. ″El pueblo unido, jamás será vencido″.
Esther, visiblemente emocionada, y su pareja han dado las gracias a todos por el apoyo una y otra vez. ″Para mí es muy importante lo que habéis hecho por mí″. Todos a una. Solidaridad. Entre la desgracia, un rayo de luz. ″Voy a poder seguir viviendo tranquila, que es lo que yo quiero. El piso es suyo. Yo seguiré en lo mío y apoyaré casos como el mío. Lo único que quiero es vivir de mi trabajo″, ha dicho a los medios de comunicación.
La historia de Esther comienza en el año 2006, cuando decidió comprar una vivienda en la Guindalera a la constructora Levalta. La adquisición del piso se produjo sobre plano y firmó un contrato sin cláusula de arras (cualquiera de las partes puede retractarse pagando una indemnización). Cuando debía escriturar su nueva residencia, la crisis económica había estallado y los bancos le negaron el crédito con el que pretendía hacer frente al pago, pese a que la promotora les había ofrecido la posibilidad de subrogarse al préstamo que tenía con Caja Madrid. Sin escrituras, pero con más de 36.000 euros pagados a Levalta, se encontró con una demanda en el que la empresa le exigía el importe total, que ronda los 250.000 euros.
Han pasado ocho años desde que compró esa vivienda en la Guindalera de la que nunca ha disfrutado y, tras varias batallas judiciales, ahora ha llegado a un acuerdo con la constructora. Tras el último fallo de la Audiencia Provincial de Logroño, que se produjo en 2012 y daba la razón a Levalta, comenzaron los embargos. Su caso no es único en Logroño. Los afectados por esta situación, aunque se desconocen las cifras exactas, superan los 150. En algunos casos, como el de Esther, se tratan de compradores solitarios, pero también hay familias completas. Cada uno, con su drama particular. Están embargados de por vida y su deuda crece día a día por los intereses de demora.
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