Haití: entre los derechos humanos y la reconstrucción
Han pasado 12 meses desde que un gran terremoto tambaleará Haití, el país más pobre de América Latina durante años. Sin embargo, estos 12 meses no han servido para la recuperación del país, ni siquiera para levantar los escombros que aún permanecen en muchas de sus calles. Tras este primer año de fatalidad hay dos aspectos que preocupan seriamente a la comunidad internacional: la recuperación del país y la situación de los derechos humanos.
Así, la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navi Pillay, ha pedido que los esfuerzos para mejorar el cumplimiento del respeto por estos derechos fundamentales en Haití sean mejor concertados.
A pesar de los avances en muchas áreas de la reconstrucción, Pillay considera que los derechos humanos requieren una atención más urgente por parte de las autoridades haitianas y de la comunidad internacional. Por este motivo, sugirió el establecimiento de un plan con soluciones a largo plazo para satisfacer las necesidades de las personas que viven en los campamentos y en las conocidas como villas miseria.
“El acceso a un refugio seguro, agua, saneamiento, educación y salud continúa muy lejos de los niveles aceptables”, afirmó Pillay.
Pillay también ha instado a todos los Estados a que cumplan con sus promesas de financiamiento y subrayó la necesidad de que en 2011 todos propicien no sólo la reconstrucción de la infraestructura de Haití, sino también el progreso en el cumplimiento de los derechos fundamentales de todos sus ciudadanos.
En esta línea de aunar esfuerzos por la reconstrucción del país también se ha pronunciado el Coordinador Humanitario de Naciones Unidas en Haití, Nigel Fisher.
El funcionario reconoció que los esfuerzos de reconstrucción tras el devastador terremoto podrían haber sido más rápidos y que es necesario agilizar los esfuerzos de reconstrucción y garantizar un regreso seguro de los desplazados a sus hogares.
“En Haití, con el alto índice de pobreza y la carencia de ciertas normas, la prioridad no era reconstruir lo que existía anteriormente, sino tratar de levantar algo mejor. Tomó tiempo poner a trabajar la Comisión Interina para la reconstrucción y la respuesta temprana pudo haber sido más ágil”, dijo Fisher.
Fisher también ha señalado que se ha reducido a la mitad la cantidad de personas que viven en los campamentos, que para el primero de enero se estimaba en 810.000, y que el regreso de esos desplazados a sus hogares dependerá de la rehabilitación de los barrios, la oferta de servicios básicos como el agua, saneamiento y escuelas y la creación de empleos.
Por otro lado, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) ha manifestado nuevamente su compromiso de continuar asistiendo a Haití a largo plazo hasta que el país ponga fin al hambre.
La directora ejecutiva del organismo, Josette Sheeran, señaló que en estos momentos el PMA está dando de comer a más de 2 millones de haitianos. Los programas de asistencia incluyen alimentos en las escuelas, dinero por trabajo y la compra de productos a los agricultores locales.
El acceso a alimentos nutritivos es esencial para que Haití se recupere,
agregó Sheeran, a la vez que destacó que el Programa ha venido alimentando a los haitianos hambrientos desde mucho antes del terremoto.
El nuevo problema: el cólera
Sin embargo, estos no son los únicos campos en los que tiene que batallar Haití, con el apoyo de terceros, para lograr salir de la terrible situación en la que se ha visto condenado tras el terremoto. La epidemia de cólera que azota a la población desde el pasado mes de octubre es también un frente importante.
Según ha informado la Organización Mundial de la Salud (OMS), la tasa de mortalidad por cólera en Haití se redujo de 9% al comienzo de la epidemia, a poco más del 2% en la actualidad.
Sin embargo, la OMS destacó que se requieren más recursos para informar a los haitianos sobre cómo protegerse de la enfermedad, y para fortalecer los sistemas de agua y saneamiento.
Además, todavía no se tiene suficiente información sobre la situación en algunas áreas rurales, por lo que hay que mejorar los mecanismos de vigilancia. Al mismo tiempo, la OMS aclaró que todavía la epidemia no ha llegado a su punto máximo.
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