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Infarto cerebral y otras lesiones

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El 14% de los españoles que han sufrido un ictus tiene afectado también el corazón o las extremidades inferiores. Así lo demuestra un estudio español, MÍTICO, cuyos resultados se han presentado en la International Stroke Conference, que estos días se celebra en Nueva Orleans, Estados Unidos. “A lo largo del pasado año, varias publicaciones internacionales han alertado sobre el riesgo que corren los pacientes con enfermedad polivascular, que son aquellos que presentan afectación en diferentes territorios arteriales. Hemos comprobado que el paciente con daño cerebrovascular que además sufre enfermedad coronaria o arterial periférica aumenta considerablemente las posibilidades de fallecer respecto al enfermo monovascular”, asegura el doctor José Castillo, catedrático de Medicina de la Universidad de Santiago de Compostela y director de esta investigación.

El estudio MÍTICO se puso en marcha para investigar la posible relación entre el riesgo de sufrir nuevos ictus y la elevación de determinados marcadores inflamatorios. En este trabajo han participado un total de 59 hospitales de toda España. Se hizo un seguimiento completo durante un año de 863 pacientes. Al analizar la incidencia de enfermedad polivascular, se observó que 121 de ellos (el 14%) presentaban afectación en otras zonas del organismo. Concretamente, 86 de ellos, en dos territorios vasculares y 35, en tres.

Se analizó, además, la progresión de la enfermedad vascular, es decir, cuántos pacientes que entraron en el estudio con signos de enfermedad en un territorio acabaron manifestando síntomas en otras zonas arteriales. También se estudió el modo en que esta circunstancia se traducía en una peor evolución. “Al cabo de un año, el 18% de los enfermos polivasculares volvió a sufrir un ictus frente al 11% de los monovasculares, por lo que cabe concluir que la afectación polivascular debe ser considerada un importante factor de recurrencia. No obstante, quizá sea más relevante aún la asociación entre los nuevos ictus y la muerte de origen vascular, que fue del 20% en el grupo de pacientes con manifestación polivascular frente al 12% frente los pacientes con afectación monovascular”, explica el doctor Castillo.

El estudio de los marcadores de inflamación, en este caso la interleuquina-6 (IL-6) y VCAM-1 [i], reveló diferencias entre estos dos grupos. “Vimos que había una concentración mayor en el grupo de pacientes polivasculares”, apunta el doctor Castillo. A partir de lo ya sabido por resultados previos del estudio MÍTICO, se pudo comprobar que los niveles altos de IL-6 (superiores a cinco picogramos por mililitro) se asociaban con una probabilidad 25 veces mayor de desarrollar un nuevo episodio vascular en los pacientes polivasculares y de 18 veces en los monovasculares.

Al analizar el pronóstico de los pacientes cuya enfermedad pasó de una afectación monovascular a manifestar signos de lesión en otros territorios, se observa que de los 742 que tenían afectación monovascular al inicio del estudio, 53 desarrollaron un nuevo ictus, pero 15 desarrollaron un episodio coronario y 14 una enfermedad arterial periférica. Según el doctor Castillo, eso significa que 29 pacientes, un 3%, experimentaron una progresión de la enfermedad entendida ésta como manifestación de síntomas en nuevos territorios. En concreto, en este 3% la concentración de IL-6 fue 8 veces superior al resto de pacientes. “Una vez más los marcadores de inflamación se asocian no sólo a un aumento del riesgo de la enfermedad, como habían demostrado datos previos del MÍTICO, sino que además se asocian a patología polivascular y, sobre todo, con un riesgo de afectación progresiva”.

El perfil del paciente incluido en el estudio fue el de una persona de 67 años, hipertensa (60%) y que no practica ningún tipo de actividad física (55%). El 45% tenía los lípidos (colesterol, triglicéridos) elevados, el 18% eran fumadores y el 30% diabéticos.

ICTUS

Según datos de un registro del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología (GEECV-SEN), un 26% de los españoles que ha sobrevivido a un ictus ha fallecido al cabo de seis meses. Se calcula que una de cada diez muertes en España está causada por un ictus, término con el que se conocen las enfermedades del cerebro provocadas por un problema de la circulación sanguínea. Esta urgencia neurológica constituye la segunda causa de fallecimiento en nuestro país y la primera en la mujer. Su aparición provoca más discapacidad y muertes prematuras que la enfermedad de Alzheimer y los accidentes de tráfico juntos.

Cada año sufren esta enfermedad unos 120.000-130.000 españoles. De ellas, unas 80.000 fallecen o quedan con discapacidad. Actualmente en nuestro país más de 300.000 personas presentan alguna limitación en su capacidad funcional tras haber sufrido un ictus.

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