La historia de Logroño al otro lado del Ebro
“Aquí nos juntamos todos, nobles y plebeyos”. Y es que el cementerio de Logroño, con casi 200 años de antigüedad, se ha convertido en un reclamo turístico más debido a su gran interés histórico y artístico. La asociación Amigos de La Rioja es conocedora de esta riqueza y, por esta razón, desde hace más de diez años, cada mes de noviembre realizan una visita por el camposanto para descubrir sus curiosidades.
Federico Soldevilla de Amigos de La Rioja, es un habitual del cementerio logroñés y conocedor de sus curiosidades y asegura “que recorriendo sus calles podemos conocer, de otra forma, la historia de Logroño”. Por ejemplo, recuerda, “en 1872 una gran riada destrozó el Puente de Piedra y hasta 1882, que se estrena el Puente de Hierro, no hay apenas enterramientos en el cementerio de Logroño. Esos años, la mayoría se registran en el de El Cortijo y Varea”.
Pero además, en el cementerio logroñés también encontramos una tumba que recuerda a los militares que murieron en el Ebro por estas fechas. Se trata, continúa Soldevilla, del Regimiento de Valencia que falleció cuando intentaban cruzar el río en una barcaza porque el Puente de Piedra se lo había llevado una riada“. En su inscripción aparecen los nombres de estos militares con el cargo que desempeñaban dentro del ejército. Son curiosos los epitafios que nos encontramos en el camposanto logroñés, asegura Soldevilla. ”Hay poesías, frases curiosas e incluso una que recuerda que el difunto fue jefe de tabacalera“.
Y también hay ilustres. Y es que a lo largo del cementerio logroñés, “nos encontramos con el Panteón de familias importantes en la historia de Logroño como el Marqués de Romeral, los Iñiguez o los Carreras, Pepe Blanco y Fernando Gallego, el ruso que lo construyó dedicado a su mujer”. Nombres que forman parte de la historia de la ciudad como también lo son los arquitectos Agapito del Valle o Fermín Álamo. También Amós Salvador 'descansa' en el cementerio logroñés, “en una tumba que únicamente cuenta con la Cruz de Santiago, sin más nombre ni referencia”, cuenta Soldevilla.
María Teresa Gil de Gárate, la familia Cadarso, los Zaporta... “gente de postín” que han dejado su huella en la ciudad y ahora descansan en el cementerio de Logroño. Un camposanto, prosigue, en el que también hay mucha simbología. Y es que, tal y como cuenta Soldevilla, son habituales los búhos, los relojes de arena marcando el final del tiempo y las cariótides con las antorchas hacia abajo indicando que el fuego se está acabando“.
Curiosidades, arte, historia, en definitiva, una nueva forma de hacer turismo, necroturismo o turismo de cementerio que ya ha comenzado su andadura en España. En Logroño, Amigos de La Rioja realiza, desde hace 10 años, visitas guiadas porque entienden que el cementerio es un elemento arquitectónico de importancia cultural y de ahí su interés de visitarlo como una actividad turística más.
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