La parte contratante de la primera parte

La parte contratante de la primera parte

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No hay mejor manera de pasar un sábado que irse de campaña. Y más de resaca. Se lo recomiendo a todos ustedes, humildes lectores de este medio. A las once de la mañana partía desde Logroño la caravana electoral del PSOE, que consistía en un coche con la candidata Concha Andreu, René, que hizo las veces de conductor, y un servidor, con destino a Navarrete. Nada más subir al automóvil llegó la primera advertencia de la socialista. El día no iba a ser fácil. “Ya me han avisado de que tenga cuidado, que los periodistas sois periodistas hasta el final”. Tragué saliva, intenté poner ojos de pistolero en un duelo del lejano Oeste (lástima que fuera solo en los asientos traseros y nadie se diera cuenta) y contesté: “hombre, hasta el final hasta el final…”. Lo siguiente fue hundir los ojos en el periódico, donde González Pons no rehuía la mirada y decía que su enemigo era la abstención, no el PSOE.

La primera parada de esta caravana fue Fuenmayor. En el pueblo del riojano que unas horas más tarde ganaría la liga dio media vuelta y cogió la carretera correcta (recordemos en este punto que iba hacia Navarrete). No sería el único percance en cuanto a orientación del chófer a lo largo de la jornada, unos salvados con mayor solvencia que otros. Allí esperaba Julián Olagaray, que es un chico que siempre suele hablar de sanidad, pero que el sábado tenía dos fijaciones: Miguel Arias Cañete y el Atlético de Madrid. Los cuatro integrantes de la expedición echaron pie a tierra en Santo Domingo de la Calzada, donde varios afiliados esperaban en el bar Titanic, que no es un mal sitio para esperar como metáfora de lo que le ocurre al partido, aunque en estas elecciones ha aparecido el ex ministro de Agricultura a tiempo consiguiendo culminar lo que no pudo hacer el Carpathia con el transatlántico británico.

El mercadillo tenía de todo: alubias, tomates, bragas, calcetines “de los que no aprietan la pierna”, globos del PP y hasta un inmigrante que había votado a Zapatero. “¿PSOE? Bien, bien, PSOE bien”. Apuntado el tema de los calcetines para proponerlo en el Parlamento Europeo como una directiva obligatoria de cumplir que acabe con el sufrimiento de miles de personas, cuya patente es posible que sólo la tenga ese vendedor, tocó cambiar de localidad. La siguiente, Ezcaray. El mercadillo era parecido al anterior, pero con gente que hablaba en euskera. Las octavillas, caramelos y piruletas, pese a que estas últimas no tenían el logo del puño y la rosa, iban tocando a su fin y la hora ya se había echado encima, así que no dio tiempo ni a tomar el vermú con un concejal que iba a invitar a todos porque era su cumpleaños. Una lástima porque para ese momento alguno ya había recuperado fuerzas. El jefe esperaba en Ochánduri y no se le podía hacer enfadar.

En ese pueblo en el que la mayoría de las casas tienen una pancarta colgada en sus balcones con el lema: ALCALDE DIMISIÓN, el secretario general del PSOE de La Rioja, César Luena, y el alcalde de Casalarreina, Félix Caperos, dieron un no mitin ante los vecinos. Si usted no sabe lo que es un no mitin, no se preocupe, nadie lo sabe. Un no mitin es un mitin en el que no se pide el voto pero en el que se pide, algo así como que la parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la segunda parte. ¿Qué tal, está muy bien, eh? Terminada la reunión con los vecinos, con un rugir de tripas más grande que el del león de la Metro-Goldwyn-Mayer, Casa Marga, en Cuzcurrita, acogió a todos los socialistas que habían estado por la Rioja Alta intentando convencer a la gente para que les votara. Eran unos cuarenta los que tenían que reponer fuerzas antes de ir a ver a Elena Valenciano a Aldeanueva de Ebro o el fútbol, o las dos, según se terciara. Unos tenían más caras de futuribles que otros, como Carlos Cuevas antes de entrar en la Audiencia Nacional, pero allí nadie soltaba prenda sobre nada. Ni nombres ni sobres. Ni chicha ni limoná.

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