La Rioja apuesta por unos servicios sociales 5.0
La pandemia de coronavirus ha acelerado y profundizado en el proceso de digitalización en el que sociedad y economía se hallaban ya inmersos en las últimas décadas.
En un tiempo marcado por el aislamiento, las nuevas tecnologías han permitido mantener los servicios básicos para toda la ciudadanía y, en muchos casos, han garantizado el contacto permanente con las personas más vulnerables y necesitadas de apoyo.
De cara al futuro, el desarrollo de la digitalización en los pilares del Estado del Bienestar (Sanidad, Educación, Servicios Sociales), así como en el resto de servicios públicos, se revela imprescindible para garantizar la universalidad de los mismos, el acceso en igualdad de condiciones para toda la ciudadanía, independientemente de dónde resida o de las características sociales, demográficas o económicas de una determinada población.
En el caso de La Rioja esto es crucial. La región cuenta con un importante volumen de población envejecida, hecho especialmente relevante en el ámbito rural.
Las administraciones deben dar respuesta así a la prestación de servicios a poblaciones dispersas y, en muchos casos, sin una formación digital previa que les permita sacar provecho de las ventajas de estas herramientas.
El proyecto Territorio Digital de Servicios impulsado por el Gobierno de La Rioja dentro del marco del Plan de Transformación de La Rioja propone la extensión de las infraestructuras de conectividad y la implantación de servicios y cuidados universales aprovechando las posibilidades de la digitalización.
Con ello, se pretende generar una red de servicios que coordinarán virtualidad y presencialidad en cada uno de los pilares del Estado del Bienestar.
En el caso de los servicios sociales, poner las nuevas tecnologías al servicio de la ciudadanía permitirá articular nuevas prestaciones y aumentar la eficacia, eficiencia y sostenibilidad de las ya existentes.
Una de las áreas con mayor margen de implementación de estas soluciones digitales es la atención a la dependencia y la promoción de la autonomía personal.
A través de aplicaciones o asistentes virtuales como Tucuvi o Beprevent, es posible monitorizar el día a día de la persona que requiere estos cuidados mediante llamadas telefónicas o simplemente con sencillos comandos de voz.
Muchas voces hablan ya de un sistema de atención a la dependencia 5.0, que integre y coordine todos los sistemas y recursos con el fin de reducir la burocracia y ofrecer un itinerario personalizado a la persona en función de sus necesidades en cada momento (teleasistencia, atención temprana, gestión de una plaza de residencia, ayuda a domicilio, traslados entre comunidades, etc.)
En las propias residencias y centros de servicios sociales, hay un amplio margen de mejora en el uso de la inteligencia artificial que redunde en una mejora de la calidad de vida de los usuarios y una atención más personalizada y proactiva (instalación de sensores que avisen al personal de cualquier anomalía, sistemas de comunicación...)
De igual modo, la digitalización abre un abanico de opciones, programas y aplicaciones para que los sistemas públicos de servicios sociales mejoren la atención de personas vulnerables en ámbitos como el cognitivo o el emocional. Plataformas como Oroi o Cognifit ofrecen ejercicios en esta línea, mientras que Kuvu impulsa en su plataforma las relaciones intergeneracionales (mediante opciones como el homesharing o el coliving, que ofrecen compartir hogar a mayores y jóvenes para un beneficio mutuo en forma de compañía, apoyo y ahorro).
El envejecimiento activo y saludable es otra de las áreas en las que la digitalización puede marcar la diferencia. Así, encontramos desde plataformas MOOC para formación de personas mayores a uso de realidad virtual para la realización de ejercicio físico adaptado a cada edad, pasando por aplicaciones como Rosita, de Hearts Radiant, que ofrecen planes personalizados de longevidad construyendo nuevos hábitos que disminuyan el riesgo de dependencia y aumenten la calidad y esperanza de vida.
No hay que olvidar la importancia de implementar también soluciones de privacidad y seguridad que permitan el uso de estas herramientas con todas las garantías a personas con dificultades de cualquier tipo (mayores, personas con discapacidad, dependientes, población en riesgo o situación de vulnerabilidad...)
Son algunos ejemplos de cómo la tecnología puede ponerse al servicio de la ciudadanía y las administraciones para unos servicios sociales con un enfoque cada vez más integral, preventivo y sostenible.
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