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Las mujeres siguen siendo contadas a pie de viña: “No se creen que lo hago todo yo”

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Cuando la vendimia ya da sus últimos coletazos en La Rioja, a Berta Valgañón todavía le encontramos en la viña. Es difícil encontrarla en un momento libre para hablar: “estos días solo pienso en vendimia”.

Berta Valgañón ha vivido siempre el estrés que suponían estos días en casa aunque ahora también tiene la responsabilidad de estar al frente del legado de cuatro generaciones de viticultores. ¿La primera mujer? “Sí”, dice, aunque rápido puntualiza, “la primera como agricultora profesional, pero mi madre siempre ha estado en silencio”, dice refiriéndose a una generación de mujeres que trabajaba en las viñas de la familia aunque quizás no se les valoraba lo suficiente.

Tampoco ahora son muchas las mujeres que trabajan a pie de viña. “Que lleven el tractor a la cooperativa de Tirgo solo estoy yo y de vez en cuando otra agricultora”. Trabajando en la viña sí cree que cada vez son más, aunque se refiere también a casos contados.

Según los datos del registro de viñedo, y teniendo en cuenta que en ocasiones el titular no es el que trabaja la explotación, ya se puede apreciar esta desigualdad. De las 9.809 personas físicas titulares de viñedo en La Rioja, 6.559 son varones y 3.250, mujeres. Otro dato son las personas afiliadas a los sindicatos agrarios, en ARAG-ASAJA las mujeres son el 13%, en números absolutos, 304 mujeres frente a los 1779 hombres.

En 2016, esta ingeniera agraria que había trabajado hasta entonces en el sector de la construcción, vió como su padre se jubilaba y lo tuvo claro: “Yo me voy al campo”. Las circunstancias hicieron que tuviera que hacerse cargo de golpe y, además, arregló una vieja bodega familiar y empezó a elaborar también su propio vino, Pretium.

Aunque reconoce que no ha sido fácil, para ella y para su entorno fue el cambio fue natural: “Siempre me habían visto estar en el campo con mi padre”. Donde más problemas se ha encontrado por ser mujer es en el proceso de comercialización de sus vinos: “No se creían que lo hacía todo yo, como si hubiera un hombre detrás, pero yo no dependo de nadie, yo tomo las decisiones”.

Este es el ejemplo que inculca a sus hijos, un niño y una niña, y es el referente que ha hecho que su hija vea que la viña puede ser también el futuro para ella y quiera ser agricultora. “Yo quiero que tengan la oportunidad, y si ellos quieren, puedan quedar”, dice de la posible quinta generación.

Pero sí tiene claro el valor de la formación y defiende que por esta profesionalización debe caminar el futuro del campo riojano, “dándole valor”. Y que esa formación no debe olvidarse de la tradición: “Muchas cosas se han hecho toda la vida porque funcionan y no hay que perderlas”.

Berta Valgañón espera terminar la vendimia para el Pilar, está satisfecha con el trabajo y con la calidad de sus uvas. Ahora comienza el trabajo para convertir una parte de ellas en sus vinos Pretium y espera aumentar -“poco a poco”, puntualiza- su capacidad de elaboración. Esta mujer agricultora está orgullosa de haber apostado por la viticultura: “Es duro pero satisfactorio, es mi vida”.

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