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Las múltiples lecturas de una obra “inclasificable”

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Una visita a la casa de Henrich Böll en Irlanda para conocer a la viuda del conocido escritor ganador del Nobel de Literatura en 1972; un perfil del que pudo ser el verdugo de Salvador Puig Antich; un ensayo de poesía sobre el poeta irlandés William James y otros trazos de carácter autobiográfico.

Éstos son algunos de los ingredientes de Esperando la tormenta (AMG), la obra “incalificable” de Eduardo Jordá (Palma de Mallorca, 1956), merecedora del XIV premio literario Viña Alta Río & Café Bretón que se ha presentado en la tarde del lunes en la cafetería logroñesa.

“Este premio es un homenaje a un género literario que podríamos calificar de mixto o misceláneo, pues se reconocen libros que mezclan la biografía con el ensayo, los viajes, la memoria. Es un género en el que me encuentro muy cómodo”, ha afirmado en rueda de prensa el escritor mallorquín. En su opinión, resulta un género difícil de cultivar, pues apenas tiene acogida entre los distribuidores comerciales, “que no saben en qué estanterías de las librerías colocarlos”. Sin embargo, “ésta desventaja es su mejor ventaja”, apostilla.

En una obra que incluye desde narraciones hasta ensayos pasando por conferencias y diálogos en los que se combinan fragmentos de ficción con otros de auténtico carácter autobiográfico, el único vínculo que da sentido a la obra es el propio autor. “Cada autor tiene una vida propia y todo lo que escriba tiene un sentido: su propia mirada”.

LOGROÑO A TRAVÉS DE AZCONA

Durante su comparecencia ante los medios, Eduardo Jordá ha manifestado su admiración por Logroño. “soy un escritor cursi prendado de Logroño”. Hace tres años visitó la ciudad por primera vez con ocasión de la celebración de las Jornadas de Poesía. José Ignacio Foronda le regaló unos poemas de juventud del recientemente fallecido Rafael Azcona. “Los leí con detenimiento y descubrí toda esa vida de la ciudad antigua y provinciana que me gustó mucho. Reivindico la vida provinciana. No es ninguna deshonra”, ha constatado.

Jordá afirma que los viajes son una fuente inagotable de inspiración. “Me gusta mucho recrear paisajes. Es uno de los motivos de la literatura y da igual recrear Logroño, Sevilla o la selva de África. Cualquier sitio merece la pena ser recreado. En realidad, sólo los conocemos de verdad cuando es recreado”, ha subrayado.

Por último, el escritor mallorquín ha manifestado sentir “una especia de respecto morboso por los escritores”. Trabajó durante dos años para Camilo José Cela en calidad de meritorio. De esta experiencia aprendió a no molestar jamás a un autor. “Sabía lo que le cabreaba que llamaran a la puerta preguntando por él. Lo viví desde dentro. Siempre decía ¡Quién se cree que soy, el Arzobispo de Manila! ¡Que se vaya a tomar por el culo!”.

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