Músculos para la memoria

Un nuevo trabajo de investigación, divulgado por la revista oficial de la Asociación Médica Americana (JAMA), mantiene que los programas de actividad física son una forma de mejorar la situación de pacientes con alteraciones de la memoria.

A medida que la población envejece, se incrementa el número de pacientes con enfermedad de Alzheimer (EA), una tendencia que llevará al diagnóstico de 106,2 millones de casos a la altura del año 2050, según las previsiones que manejan los expertos. “Si se pudiera retrasar la aparición de la enfermedad, aunque sólo fuera un periodo de doce meses, habría 9,2 millones menos de enfermos en el mundo. Por este motivo -razonan los autores- se han realizado diversos intentos de identificar estrategias que permitan a los mayores vivir libres de la enfermedad durante un tiempo más prolongado”.

El grupo de especialistas, que ha desarrollado su trabajo en la Universidad de Melbourne (Australia), analizó la función cognitiva de un grupo de más de cien personas y evaluó su riesgo de desarrollar demencia. Se incluyó a los participantes con problemas de memoria en un plan de ejercicio físico. El objetivo de esta medida era animar a los participantes a invertir al menos 150 minutos de la semana a la actividad física moderada en tres sesiones. Los paseos fueron la fórmula más utilizada.

Al realizar las evaluaciones de memoria de estas personas, se observó que eran notablemente mejores transcurrido el periodo de observación. “Que nosotros sepamos -escriben los investigadores- este ensayo es el primero que demuestra que hay una mejora de la función cognitiva en los adultos mayores con trastorno leve de la memoria. Los beneficios del ejercicio fueron patentes al cabo de seis meses y se mantuvieron durante todo un año después de haber interrumpido el programa de actividad”.

A diferencia de la medicación “que no resulta eficaz e los casos de alteraciones cognitivas leves”, según estos especialistas, “el ejercicio tiene la ventaja de proporcionar beneficios para la salud que van más allá de la función cognitiva en sí, ya que están probados sus efectos positivos en casos de depresión, calidad de vida, riesgo de caídas, salud cardiovascular y probabilidades de caer en situación de dependencia”.