Participar en la escuela es mucho más que acudir a la chocolatada de las fiestas

Participar en la escuela es mucho más que acudir a la chocolatada de las fiestas

Laura Olave Lozano

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La participación de los padres en la escuela puede parecer en principio algo sencillo pero es un proceso mucho más complejo. Y precisamente de esto es de lo que se está hablando estos días en la Universidad de La Rioja. ‘Familias y Escuelas: los discursos de la participación’ es el lema escogido para estas jornadas organizadas por el Área de Sociología de la UR.

Los profesores, Sergio Andrés Cabello y Joaquín Giró, explican que hasta el próximo viernes tratarán de dar forma a un estudio que llevan realizando varios años y que está relacionado con los derechos y los cauces de participación en la escuela.

La participación puede parecer algo sencillo, explica Cabello, pero es un proceso mucho más complejo porque hay muchos canales y medios pero también hay mucha confusión porque no todos entendemos lo mismo por participación. “Quizás muchos padres piensen que participar en la escuela es acudir a la chocolatada de las fiestas pero es mucho más que eso porque la comunidad educativa somos todos”.

De hecho, apunta Giró, los índices de participación no son muy altos. En las elecciones a los consejos escolares la participación de los padres no supera el 12%. “Los miembros de las AMPAs (Asociación de Madres y Padres de Alumnos) suelen ser los mismos, una especie de chichos para todo que, además de llevar su vida normal y familiar, tienen que atender todo lo relacionado con el centro y con los intereses de todos los padres”.

Falta una cultura participativa en este país, asevera Cabello. “Venimos de 40 años de dictadura y eso se nota aunque también es verdad que poco a poco vamos evolucionando”. Y prueba de ello son los casos de éxito que se registran, también en La Rioja.

En otras comunidades autónomas, explica Giró, se han creado comunidades de aprendizaje en centros que se caracterizaban por un alto porcentaje de abandono escolar y, tras la creación de estas comunidades, se ha reducido el abandono y se han mejorado los resultados académicos.

“La comunidad de aprendizaje de Caballero de la Rosa ha tenido éxito porque los niños ven cómo sus padres participan e incluso dan clase. Ha tenido éxito porque se ha conseguido aglutinar la participación de todos los agentes y algunos estudiantes voluntarios de la UR”.

Otro caso de éxito lo encontramos en el Celso Díaz de Arnedo. En todos los IES, cuenta Giró, los conflictos entre adolescentes y pre adolescentes son más o menos habituales, “conflictos que, en el Celso Díaz, han desaparecido desde que se ha otorgado a los propios alumnos la responsabilidad de intermediar. Son los alumnos los encargados de reunir a alumnos, padres y profesores y llegar a un acuerdo”.

Estamos en una situación de cambio. De hecho, Cabello asegura que la evolución de las familias en la participación está cambiando. “No hay más que echar un vistazo a las páginas webs y blogs de las distintas AMPAs para ver la cantidad de actividades que realizan y las responsabilidades que asumen como el comedor, bibliotecas, jornadas de madrugadores… hay padres muy concienciados y que tiran del carro”.

Está claro que la participación de los padres en el entorno educativo es beneficiosa para todos, también para el desarrollo personal del niño. “Si yo veo que mis padres están involucrados con el colegio, y veo que lo que pasa en el centro les importa, a mí también”, explica Cabello.

Ambos profesores coinciden en que la participación forma parte de un proceso muy complejo en el que influyen muchos aspectos, algunas veces unos equipos directivos y profesores que cierran esa participación.

Estamos, concluyen, ante un factor importante porque una de las claves del rendiminto escolar es la participación de las familias en la educación. Importante y complejo porque la participación no está exenta de dificultades, dudas y, muchas veces incluso recelos.

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