Un pueblo de La Rioja conserva un botín de guerra de Espartero, que plantean reclamar desde Castellón

Iglesia de Cenicero

Ester Fernández García

16 de marzo de 2025 09:37 h

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El Ayuntamiento de Morella, en Castellón, ha pedido información a la Diócesis riojana sobre el estado de las piezas de un botín de la Toma de Morella, en la I Guerra Carlista, que se encuentra en la Iglesia de San Martín de Cenicero. Una petición que podría ser el primer paso de una reclamación de devolución de las piezas.

La Diócesis ha confirmado que “en la parroquia se conserva el tesoro casi en su totalidad, a falta de un copón y dos pequeñas cucharillas que los feligreses afirman no haber conocido en muchos años”. Así mismo, aseguran que “las piezas se encuentran en perfecto estado y en uso en la actualidad”.

La parte del botín que recibió Cenicero, según recoge el libro Un paseo por Cenicero de David J. Gangutia, incluye una custodia de metal dorado con diferentes labores, un incensario de plata, una bandeja de plata hecha a martillo, una navetilla de plata labrada con una cucharilla para el incienso, tres cálices, un copón labrado con su caja y una caja labrada para los óleos.

Custodia incluida en el botín de guerra de Cenicero que se conserva en Cenicero

Pero, ¿por qué se encuentran todas estas alhajas en Cenicero y por qué las pide Morella? En 1840, con la I Guerra Calista prácticamente decidida a favor del bando isabelino, un grupo carlista liderado por el general Cabrera se resistía y se refugió en Morella. Pero el ejército de Espartero tomó también este territorio, consiguiendo con su saqueo un importante botín de guerra que, repartió entre sus soldados y que ahora se busca.

Seis años antes, la localidad riojana de Cenicero había resistido a las tropas del general carlista Zumalacárregui. Varios vecinos, apodados los Urbanos, se habían refugiado en la iglesia, sufriendo los continuos ataques de los carlistas que llegaron a incendiar el templo. A pesar de ello y de su superioridad numérica y armamentística, el bando carlista tuvo que retirarse de Cenicero.

Es por ello, que Espartero -por petición de su esposa la Duquesa de la Victoria, según cuentan algunas crónicas- decide donar a la parroquia de Cenicero su parte del botín de guerra conseguido en Morella. Es decir, una parte de este botín de guerra llega a Cenicero como una donación en agradecimiento por su valía y en compensación por los destrozos provocados por los carlistas.

A la espera de una posible reclamación, la Diócesis riojana se ha limitado a confirmar el “perfecto estado” de las piezas y no se ha pronunciado sobre su devolución. Mientras tanto, el tesoro aguarda su destino desde la sacristía en la que lleva casi doscientos años.

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