Se dispara la tensión ante el inicio del censo nacional en EEUU

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Hay un incremento espectacular de las personas sin hogar, la amenaza de boicot declarada por asociaciones defensoras de los inmigrantes ilegales y, sobre todo, la tensión que se respira en el sur del país, donde opera un importante número de elementos antigubernamentales y que podría haber culminado con el asesinato de un censor en el este de Kentucky.

La ahorcamiento del censor Bill Sparkman, presuntamente por actuar en calidad de representante del gobierno, es la expresión más cruel de la histórica tendencia ultraderechista estadounidense que se opone categóricamente a cualquier tipo de intervención gubernamental en la vida pública de sus ciudadanos. El censo, que podría costar hasta 11.000 millones de dólares y que no será hecho público hasta el 1 de abril de 2082, es un perfecto ejemplo de ello.

Sparkman fue hallado colgando de un árbol, suspendido por el cuello con una soga y con la palabra “Fed” (por federal) grabada en su pecho en un lugar muy próximo a una plantación de marihuana del Parque Nacional Daniel Boone. Los foros de las páginas web afines al movimiento supremacista blanco no tardan en relacionar su muerte con la actividad pública que Sparkman estaba realizando en ese momento.

“He visto a peña (sic) del censo pasearse por aquí como si fueran dueños de todo”, afirma un forero. “Esto podría ser malo, porque así el Gobierno podría 'inbentarse' los resultados del censo que les hace falta para manipular completamente la Constitución”, explica otro. Un miembro del Ku Klux Klan solicita “a quien sea a que reste una unidad del censo total de estadounidenses” tras la muerte del censor.

A falta de más datos sobre la investigación, la muerte de Sparkman puede ser un incidente aislado, pero de todas formas hay quien lo asocia a la enorme tensión provocada por la declaración censal, que muchos expertos ven como una “punta de lanza” donde los americanos depositan toda su frustración por los problemas, sobre todo económicos, que atraviesa el país.

“Todo el mundo se olvida del censo hasta que toca hacerlo cada diez años, cuando se convierte en un marco de los problemas políticos de su tiempo”, explica a 'Newsweek' la historiadora Margo J. Anderson, de la universidad de Wisconsin, máxime cuando este nuevo recuento tiene previsto abordar ámbitos que nunca antes habían sido barajados por un censo a nivel nacional, entre ellos el matrimonio homosexual y la inmigración.

Precisamente por este motivo, el director de la Oficina del Censo, Robert Groves, ha solicitado “desesperadamente” al Congreso estadounidense que haga todo lo posible para impedir que la gente asocie el censo a una forma de expresión sobre el estado de la nación porque esta forma de pensar sólo desemboca “en la destrucción de la confianza pública”.

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