Un libro del IER aborda la piratería y el protagonismo de las mujeres comerciantes en la Europa Medieval
La monografía 'Políticas y estrategias socioeconómicas en la ciudad medieval atlántica' es el resultado de las intervenciones presentadas en los XVII Encuentros Internacionales del Medievo de Nájera (26 y 27 de noviembre de 2020), que abordaron las políticas socioeconómicas en las ciudades de la Europa medieval.
Se trata de un libro coral que arroja luz sobre el impacto de las actividades tanto legales (comercio), como ilegales (piratería), en las ciudades europeas medievales y cómo los nacientes estados las controlaron en su propio beneficio por medio de las primeras políticas económicas relacionadas con el mar.
Los once estudios de esta obra, que supone el título número 52 de la Colección Ciencias Históricas del IER, analizan la diversidad de esas políticas marítimas a lo largo de diversos puertos de la Europa atlántica, desde el golfo de Cádiz a Escocia, en la Edad Media. El volumen está coordinado por los profesores Jesús Ángel Solórzano Telechea (Universidad de Cantabria), María Álvarez (Universidad de Oviedo) y David Ditchburn (Trinity College de Dublín).
En el medievo el Atlántico se convirtió en un espacio comercial, no exento de aventuras y peligros, susceptible de regulación jurídica, exigiendo de los reyes y de las autoridades municipales un derecho marítimo capaz de amortiguar el desastre y compensar las pérdidas. El mar también fue fuente de oportunidades y de riqueza al conectar las ciudades peninsulares con los principales mercados europeos.
Esta monografía pretende precisamente enfatizar ambas visiones y avanzar, con nuevos datos, en el conocimiento de las políticas y estrategias socioeconómicas de esas ciudades medievales volcadas a los mares europeos.
LIBRO CORAL
En este monográfico, Gisela Naegle (Universidad Justus-Liebig-Giessen) analiza el carácter general de los Rôles d'Oleron, un tipo de derecho general del mar que se adaptó fácilmente a una gran diversidad de situaciones, por lo que se expandió desde el golfo de Cádiz hasta el de Botnia, en combinación con los fueros y ordenanzas municipales de cada ciudad.
Junto al derecho marítimo, la diplomacia mercantil resultó decisiva para las relaciones entre las potencias extranjeras, cuestión del máximo interés que, sin embargo, no ha recibido la atención historiográfica que merece en el caso castellano, si exceptuamos los estudios de Raúl González Arévalo (Universidad de Granada), quien analiza la presencia de las naciones italianas en la península ibérica y su acción diplomática.
Piratas y corsarios truncaron vidas y fortunas, tal como lo analiza Jesús Ángel Solórzano Telechea (Universidad de Cantabria) sopesando el papel de las actividades ilegales para las economías bajomedievales al impactar en el comercio marítimo internacional y generar inseguridad y pérdidas, de hombres y de barcos. Los estados vieron en la criminalización de la piratería y en la legalización del corso la vía para extender su control sobre ambas actividades.
Por su parte, para los gobernantes la seguridad marítima constituía una vía para conseguir más ingresos a cambio de las cartas de seguro, los privilegios o los préstamos. En el caso de los Países Bajos, Michael Limberger (Universidad de Gante) analiza las políticas de grandes ciudades comerciales, como Amberes, y las financieras, como Brujas, que buscaron el equilibrio entre el apoyo a los príncipes, en forma de créditos, y la compensación regia en forma de privilegios comerciales y franquicias.
Especial interés despierta el análisis de José Damián González Arce (Universidad de Murcia) del papel femenino en el comercio de amplio radio de Bilbao durante la baja Edad Media. Las mujeres bilbaínas fueron emprendedoras y las únicas protagonistas de algunas sociedades mercantiles, traspasando los límites que las convenciones sociales de la época les tenían preparadas.
En otros lugares de Europa, como Escocia, David Ditchburn (Trinity college de Dublín) analiza los intereses de la Corona en el control de las aduanas ya desde el mismo momento del nacimiento de los primeros burgos reales a principios del siglo XII. Estos tributos se consolidaron como una vía de tributación a la Corona, que pasaron a gravar las exportaciones de lanas, pieles, vino, cera y telas de los comerciantes ingleses llegadas a Escocia.
El refuerzo del control sobre la costa resultó también decisivo para Portugal. Su evidente vocación marítima, asociada a una vasta red fluvial, explica la temprana estrategia fiscal iniciada por los monarcas para sacar el máximo rendimiento a la dimensión portuaria de sus núcleos urbanos, de manera mucho más intensa y articulada a partir de la segunda mitad del siglo XIII, un proceso que es analizado por Catarina Rosa (Universidad Nova de Lisboa).
Al otro lado de la frontera, Lorenzo Lage Estrugo (Universidad de Cádiz) analiza el atractivo y el potencial económico de las rentas de Sevilla, derivadas de la actividad portuaria que atrajo el interés y los conflictos entre las familias nobles.
También en el noroeste peninsular los puertos costeros se convirtieron en centros dinamizadores de las economías locales. Las decisiones adoptadas por reyes y arzobispos para controlar la costa gallega, examinadas por Adailson Rui (Universidad Federal de Alfenas) han demostrado que la revitalización de la flota gallega y de su comercio activo llegó tarde, en el último tercio del siglo XIII.
Paz Romero Portilla (Universidad de La Coruña) analiza el puerto de La Coruña como un elemento de desarrollo económico y social gracias a la magnífica y estratégica ubicación de su núcleo urbano que, con una fácil comunicación con el norte de Europa, la incorporó pronto a las rutas comerciales internacionales como puerto de escala entre el Mediterráneo y el norte de Europa.
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