Volver a las aulas en silla de ruedas: la lección de una joven profesora de Calahorra

Volver a las aulas en silla de ruedas: la lección de una joven profesora de Calahorra

Rioja2

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Patricia tiene 28 años y hace dos sufrió un accidente de coche junto a su familia. Desde entonces padece tetraplejia y ahora le acompaña una silla de ruedas. Pero eso no ha hecho que renuncie a las cosas verdaderamente importantes de su vida como su gran pasión, su trabajo.

Relata su historia en Infomédula, la revista de la Fundación del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, en el que pasó los primeros meses tras la lesión. “Sé que mis circunstancias han cambiado pero eso no va a obligarme a dejar aquello que formaba parte de mi vida”, explica.

Así es como Patricia decidió volver a las aulas. Cuatro meses antes de sufrir el accidente comenzó a trabajar como profesora de economía en Secundaria y Bachillerato en el colegio Santa Teresa de Jesús de Calahorra (Teresianas). Ahora, dos años después, “uno desde que salí de la burbuja de seguridad que dan los hospitales de rehabilitación”, ha vuelto.

Para ello, el papel del centro ha sido fundamental. La dirección ha sabido entender a la perfección sus necesidades y ha adaptado sus horarios para que sean compatibles con la rehabilitación. También han habilitado una clase para ella, son los alumnos los que se desplazan. Cuenta también con medios tecnológicos específicos ya que no puede utilizar la pizarra y la sustituye por un proyector y una pantalla. Han adaptado las instalaciones del colegio, hasta la sala de profesores, y en los exámenes le acompaña siempre otro compañero para vigilar y evitar las “chuletas”.

“Hemos llegado a olvidar la silla de ruedas durante las clases”

Pero sin duda, más allá de todo lo material, la principal ayuda ha sido la humana. Tanto profesores como alumnos se han volcado en hacer las cosas más fáciles y normalizar al máximo la situación. “Quiero pensar que el centro y yo estamos poniendo nuestro granito de arena para que los alumnos aprendan a normalizar, respetar y aceptar la diversidad funcional”, explica Patricia.

A pesar de todo este apoyo, confiesa que volver le generó miedo, nervios y mucha incertidumbre. Recuerda que el primer día tanto los alumnos como ella estuvieron muy serios, hasta el final de la clase cuando les explicó su lesión. “Lo hice al final para restarle importancia y lo entendieron, lo aceptaron”, cuenta, “ahora cada semana se turnan para que uno de ellos me prepare el aula. Hemos llegado a olvidar la silla de ruedas durante las clases”.

“Podemos vivir para la lesión o vivir con la lesión y yo elijo la segunda”

También el resto de los alumnos del centro le ayudan sin tener que pedirlo. “Los de infantil me siguen por los pasillos y me preguntan qué me he roto y si me duele, ¡bendita inocencia!”.

A pesar de todo, reconoce también algunas dificultades. Sobre todo el hecho de no poder moverse por el aula, “es difícil mantener la atención de los alumnos detrás de una mesa”, y la tensión baja que provoca su lesión, pero ella tiene una máxima: “Querer es poder. Podemos vivir para la lesión o vivir con la lesión y yo elijo la segunda”.

Con su experiencia, Patricia quiere lanzar un mensaje claro: “Animo a todas las personas que lean este artículo a tener ilusión y esforzarse por conseguir sus sueños”.

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