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El PP mantiene el poder en los epicentros de la trama Gürtel

El exalcalde de Pozuelo, Jesús Sepúlveda, condenado a 14 años de cárcel. / Efe

Sofía Pérez Mendoza

El PP perdió en las últimas elecciones generales más de 3,5 millones de votos. La corrupción, lo constatan estos números y la fuga de algunos de sus grandes feudos como Valencia o Baleares le castiga en las urnas después de que varios sumarios triturasen las carreras políticas de expresidentes como Francisco Camps y Jaume Matas. Pero existen oasis de poder que no hay tramas corruptas que puedan arrebatarlos al Partido Popular. Están en el noroeste de Madrid y constituyen el epicentro de la trama Gürtel: Pozuelo de Alarcón y Majadahonda, dos municipios que el PP ha convertido en fortines electorales pese a todo lo visto en estos nueve años de instrucción del sumario.

La sentencia de la primera etapa de la red Gürtel confirma que el entramado de Francisco Correa pagó con 245.000 euros las campañas electorales del año 2003 con las que los exalcaldes Jesús Sepúlveda, exmarido de Ana Mato, y Guillermo Ortega, condenados a 14 y 38 años de prisión respectivamente, ganaron las elecciones en los dos municipios.

Dos grandes joyas de la corona de cuyo pasado ahora quiere desentenderse el PP, condenado por beneficiarse a título lucrativo de las mordidas que permitieron hacer estos grandes despliegues electorales y arrasar en las urnas. Génova, leída la sentencia de Gürtel, justifica que no podía “conocer los gastos extracontables” en los que incurría “algún candidato a título individual”. El mismo argumentario que expone el voto particular del conservador Ángel Hurtado, que defiende que el PP no tenía por qué estar al tanto de estas mordidas.

30 años de poder ininterrumpido

En las campañas pagadas por la Gürtel no se escatimaba ningún detalle: grandes coches, carpas gigantes... Las dos localidades engordadas por los millones procedentes de la corrupción no son dos lugares cualquiera: según datos de Hacienda, se trata de los municipios con más renta de España. Ciudades dormitorio, individualistas y sin tejido vecinal donde el PP no ha tenido hasta hoy problemas, pese a los sucesivos escándalos que llegan de los juzgados, para conservar los sillones del ayuntamiento. Han barrido en todas las elecciones municipales desde, al menos, 1989 hasta la fecha. 30 años de poder ininterrumpido.

Jesús Sepúlveda fue apoyado en 2007, antes de que estallara la trama, por el 70% de los votantes de Pozuelo de Alarcón; y a Guillermo Ortega le respaldaron el 68% en Majadahonda. Estas cifras galácticas se reeditaron en 2011, cuando ya ninguno de los alcaldes estaba en el cargo. Tuvieron que dimitir al ser imputados pero sus sucesores revalidaron los resultados. Pese a que en 2015 se notó una cierta caída en la región que dejó por ejemplo el Gobierno de la capital en manos de Manuela Carmena, el PP mantiene en Pozuelo la mayoría absoluta y en Majadahonda reunió más del 44% de los votos.

La sentencia de Gürtel remueve para muchos populares la certeza de victoria en estos dos feudos. Hasta ahora la factura se podía pagar; solo significaba perder la mayoría absoluta. Pero este fallo judicial ha llegado en un momento crítico para el partido y a menos de un año para las elecciones. “Una cosa más. Con esto el PP se hace trizas. Veremos a ver qué pasa en estos municipios el año que viene”, sostiene un miembro del Gobierno de Madrid.

En el PP de Madrid actual, otrora en la picota del poder con la omnipresente Esperanza Aguirre (en la presidencia entre 2004 y 2016), recuerdan los excesos electorales con nitidez cuando quedan apenas unos días para que se conozca la remodelación de la cúpula regional tras la fractura provocada por el escándalo del máster. Otra trama que ha puesto patas arriba al PP. Una vez más.

“Está claro que los votantes nos han castigado por la corrupción. Menos mal que ha salido ahora y no dentro de seis meses. Aunque igual en seis meses sale otra cosa”, apuntan desde las filas del Gobierno regional de Ángel Garrido, molestas con el lavado de manos de Rajoy, que trata de hacer ver que los municipios más ricos de Madrid funcionaban como entes autónomos, ajenos al control de Génova. “¿Cómo puede desentenderse la persona que envió ese mensaje a Bárcenas?”, se preguntan.

La relación entre el empresario Francisco Correa y el gerente del PP, Luis Bárcenas (los dos procesados con las condenas más altas) fue el origen de una alianza clientelar que encontró la horma de su zapato en los municipios más ricos, donde los abultados presupuestos favorecían las adjudicaciones millonarias. “Inflaban precios que se cobraban en las distintas administraciones públicas afectadas con la finalidad buscada de la obtención ilícita de importantes beneficios a costa del erario público”, recoge expresamente el fallo de este jueves.

La sentencia traduce en 402.529 euros “las dádivas obtenidas por Guillermo Ortega” de Correa y cía; y en 668.391 las cantidades recibidas por Jesús Sepúlveda. Nada hacía sospechar en los primeros 2000 que los exalcaldes, muestra de la máxima opulencia del PP, acabarían en la cárcel y arrastrarían a otros tantos enredados y partícipes de la misma red: los exconcejales de Majadahonda José Luis peñas y Juan José Moreno, el exedil arrepentido de Pozuelo Roberto Hernández...

Muestra de estas alianzas endiabladas es el hecho de que la esposa de Correa, Carmen Rodríguez Quijano, terminara siendo la jefa de prensa de Guillermo Ortega en el Ayuntamiento de Majadahonda. Rodríguez Quijano también ha sido condenada a 14 años de cárcel.

Con la sentencia de 1.687 páginas queda cerrada la primera época de la trama Gürtel, pero aún queda mucho por resolver en los tribunales. Está por conocer la pieza separada de Boadilla del Monte, otro feudo del PP donde Francisco Correa desplegó su “actividad de forma ininterrumpida desde al menos el año 2001 hasta el año 2009, supuestamente dirigida a lucrarse a expensas de los fondos y la contratación pública de los entes municipales”, según el fallo de este jueves. Además, se espera la sentencia por la 'caja B' del PP, acreditada por esta, y el causa por la destrucción de los ordenadores de Bárcenas. Estas cuentas pendientes puede complicar y mucho los 12 meses que tiene el PP para recomponerse y salir a ganar las elecciones.

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