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El barrio madrileño de Begoña protesta contra el cierre de su único supermercado

Pilar Martínez, presidenta de la Asociación Vecinal de Begoña

María Santos Viñas

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Begoña, como dicen sus vecinos, es una isla en Madrid, cercada por carreteras y aislada del resto de vecindarios. El barrio está rodeado por las vías del tren, la carretera de Colmenar Viejo y la que lleva a Fuencarral. Los vecinos no pueden acceder a pie a los comercios del resto de zonas del distrito de Fuencarral-El Pardo, un tema que les preocupa y mucho, sobre todo ahora que Mercadona ha decidido cerrar las puertas del único supermercado que hay en el barrio. 

Mercadona aterrizó en Begoña hace doce años. Llevó nuevos productos y comodidades para los vecinos pero arrasó, denuncian los vecinos, con el comercio local que quedaba. La empresa ha comunicado que cerrará sus puertas el 8 de julio, pero los vecinos no han perdido la esperanza y han salido a la calle para manifestarse. 

“Mercadona se llenó los bolsillos con nuestro dinero”

La presidenta de la Asociación Vecinal de Begoña que ha organizado la protesta a la que han acudido unas decenas de vecinos, Pilar Martínez, cuenta que en el barrio había muchas tiendas de alimentos, pero que fueron cerrando tras la llegada del supermercado: “Nos queda una carnicería pequeña y no tenemos ni pescadería”. Pilar explica que no es suficiente, “quede lo que quede no va a servir para abastecer de lo más básico a los 8.000 vecinos que somos”. “Mercadona se llenó los bolsillos con nuestro dinero y acabó con el comercio de proximidad”, denuncia la presidenta.

Desde la empresa aseguran la tienda no cumple con “los estándares necesarios” para atender a los clientes. Sin embargo, Pilar intuye que el cierre del supermercado tiene que ver con la apertura de uno nuevo de la misma cadena en Fuencarral, el barrio contiguo. Sin embargo, a pesar de estar al lado, es muy complicado acceder a él a pie, porque les separa una carretera. 

Pilar, micrófono en mano, recuerda frente a las puertas del establecimiento que la población del barrio está muy envejecida y que estos vecinos no pueden desplazarse a otros barrios a comprar por las dificultades del transporte. 

María Pilar, Pedro y Helena discuten por cuales pueden ser las razones que han llevado a Mercadona a cerrar el local. “Es un negocio, no un ONG”, señala María Pilar, que acusa a la empresa de abandonar a todo un barrio y de dejarles desabastecidos después “forrarse” con ellos. 

Lucía, otra vecina de Begoña, señala la dificultad que tendrán a partir de julio las trabajadoras del servicio de atención a domicilio a mayores, que hacen la compra a las personas a las que cuidan y que ahora tendrán que arreglárselas de otra manera. “El supermercado más cercano está a 20 minutos y no se puede venir andando desde allí con la compra”, explica.  

Para Mercadona la decisión ya está tomada, pero los vecinos no tiran la toalla. Desde la asociación han recogido más de 1.400 firmas que van a enviar a Juan Roig, presidente y máximo accionista de la empresa. Sin embargo, como no confían en que Mercadona deje el supermercado, los vecinos piden al resto de cadenas alimenticias que vengan al barrio y cumplan con una labor que va más allá de lo empresarial.

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