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El Orgullo se expande por todo Madrid: “No tenemos el ambiente de Chueca, pero siempre estamos dando el callo”

Una persona porta una bandera LGTBI.

Mario Escribano

El Orgullo LGTBI ya no es solo cosa de Chueca. Ni siquiera de la capital. El impulso de las reivindicaciones del colectivo se ha extendido también por otras ciudades madrileñas, que estos días acogen manifestaciones, encuentros o exposiciones en defensa de la diversidad. Se trata de municipios con gran densidad de población en los que, hasta hace poco más de un lustro, la celebración del Orgullo quedaba prácticamente relegada a lo que ocurría en el centro de Madrid. Ahora, los activistas reconocen que la afluencia e interés de los vecinos es cada vez mayor, algo en lo que ayuda el aumento del respaldo institucional.

Una de esas ciudades es Getafe (180.747 habitantes), que se involucra en la celebración de este día desde 2015. “Hemos tenido un crecimiento bastante grande de la participación”, celebra Iris Garrosa, delegada de KifKif en esta localidad del sur. En su caso, han apostado por una concentración y actuaciones musicales como evento central este jueves y recalcan que “se suele adelantar demasiado por la idea de no pisar las actividades del Orgullo estatal”, el que se celebra en Madrid. Allí intentan mantener el día de la protesta “cerca del 28 de junio” para “mantener vivo el espíritu de Stonewall”, las protestas que dieron origen al Orgullo en Nueva York y de las que este viernes se cumple medio siglo.

“La igualdad y la diversidad es inherente a todas las ciudades, pueblos, aldeas y pedanías”, recuerda esta activista y señala: “No podemos relegar la lucha LGTBI a Chueca porque sea el baluarte del colectivo, además de sufrir una deriva comercial sobre la que habría mucho que debatir. No tenemos el ambiente de fiesta de Chueca, pero a nivel de reivindicaciones siempre estamos dando el callo, porque la LGTBIfobia sigue existiendo”.

A nivel de relación con el Ayuntamiento -en este caso, del PSOE-, se alegran de no haber tenido “ningún problema a día de hoy, están dispuestos a tender la mano, y lo mismo con otros partidos políticos que no están en el Gobierno”. Eso sí, aunque esto supongo un punto a favor, echan en falta “que se hagan políticas reales, que no sea solo una semana al año y un manifiesto aprobado en Pleno”. En las pasadas elecciones, Vox irrumpió con dos concejales, que han pedido la retirada de la bandera LGTBI del Ayuntamiento porque, aseguran, “basan sus actuaciones en el adoctrinamiento y el menosprecio a los que no piensan como ellos”.

En KifKif consideran que, en cuanto a convivencia, “Getafe se comporta como un pueblo donde se conoce todo el mundo” y echan en falta “referentes”, como los lugares de encuentro para el colectivo. También esto tendría un ‘pero’ porque, explican, “mucha gente lo entendería como una liberación, pero también como ser señalado, aunque sea de primeras: hay mucha gente que sale del armario cuando llega a Madrid, porque es más difícil que te conozcan”.

“Parecía que solo se podía celebrar en Madrid”

Rubén López, vocal de Arcópoli y director del Observatorio madrileño contra la LGTBfobia, defiende que “lo importante es descentralizar, porque parecía que solo se podía celebrar en Madrid, pero necesitamos que la gente se sienta libre esté donde esté, que le puedas dar un beso a tu pareja como cualquier otra persona en cualquier otra circunstancia”. En esta ocasión, el Observatorio está trabajando con una treintena de municipios para la organización, “un avance que hay que celebrar, pero quedan muchos por implicarse”.

Las mayores urbes de la Comunidad, como Móstoles (207.095 habitantes), Fuenlabrada (193.586) o Alcobendas (116.037), también celebran su propio Orgullo. En otros casos, como el de San Sebastián de los Reyes (87.724), se celebra el Orgullo LGTBI del norte, que tiene lugar un mes antes que el estatal. Incluso dentro de la ciudad de Madrid hay convocatorias alternativas, como la del Orgullo crítico o el Orgullo vallekano, que suponen una apuesta más política y cercana al origen del 28 de junio como día de defensa de los derechos LGTBI.

En el último año, el Observatorio madrileño contra LGTBIfobia ha recogido 123 agresiones de odio a este colectivo en la Comunidad. La cifra no parece menguar, aunque López señala que ahora “la gente se está empoderando a la hora de denunciar, la Policía es más accesible y podemos llegar más lejos”. En cualquier caso, lamenta que “hay un problema de educación” porque “la gente está saliendo de los institutos siendo homófoba”, y cita que “no hay cambio” ya que los agresores siguen siendo menores de 30 años.

En la asociación Respeta de Alcorcón (169.502 habitantes) aseguran que en este periodo les han notificado una veintena de agresiones a personas LGTBI, “muchas en discotecas y redes de transporte”, aunque solo una pareja ha querido denunciar a los agresores, algo que achacan al “miedo a la reacción” y a que muchos consideran “que no sirve para nada”.

Allí es la primera vez que los activistas LGTBI consiguen que la reivindicación tenga acogida en las instituciones. “Organizamos el Orgullo desde desde 2013, pero hacíamos cuatro charlas y poco más, porque no nos daban permisos para nada”, lamenta Adolfo Martínez, coordinador de Respeta en la ciudad, que critica duramente la gestión de las relaciones con el colectivo por parte del anterior alcalde, David Pérez, hoy número dos de Isabel Díaz Ayuso: “Nos reuníamos en parques o bares porque no nos cedían ningún espacio. Todos los años les pedíamos que pusieran una bandera y ni eso”.

En esta ciudad, la protesta también se celebró este jueves y aunque han apreciado un “mayor interés” son conscientes de que no han podido desarrollar el proyecto al completo, ya que el cambio de Alcaldía se produjo hace apenas dos semanas: “Es una ciudad donde todo lo relacionado con el colectivo LGTBI ha sido cortado en los últimos ocho años”. Martínez apunta que “no es solo que pongan la bandera sino que, por ejemplo, se comprometan a que el 1% de las contrataciones para empleo público sean para personas trans, que sufren en mayor medida el paro y la precariedad”.

“El Orgullo es conseguir derechos, no solo carrozas”, defiende este activista, que se muestra crítico con la deriva comercial de lo que ocurre con las reivindicaciones LGTBI en Chueca. “Que alguien me explique qué hacen el resto del año por las personas LGTBI las multinacionales que sale con carrozas en el desfile. Ya que salen, que al menos les pidan algún tipo de compromiso en materia laboral”, sugiere.

“Ya no es posible dar marcha atrás”

En Alcalá de Henares (193.751 habitantes) el Orgullo se lleva celebrando desde 2012, cuando el colectivo Diversa decidió dar el paso y organizar su propia manifestación. “Aquí cada año vamos a mejor. La gente sale tranquilamente y estamos luchando para que todo el mundo salga sin miedo y sin agresiones”, celebra Rocío Martín, activista de esta asociación alcalaína, que señala que este año se han acercado personas LGTBI de avanzada edad, algo que a veces no es tan habitual: “La gente ya lo conoce y hace unos años igual no sabían ni que existía”. Incide, eso sí, en que “hay que inculcar que existe la diversidad, también entre determinadas actitudes en los jóvenes”.

No ha sido la única movilización del colectivo LGTBI en la ciudad. A principios de abril, este periódico reveló que el obispado de Alcalá ofrecía cursos ilegales y clandestinos para “curar” la homosexualidad. Un extremo que llevó a que decenas de personas se manifestaran en la misma tarde ante la catedral alcalaína al grito de ‘Nuestro amor no se cura’. “Tampoco le hemos dado mucho bombo, porque supone nombrarle todo el rato y al final se hace protagonista”, zanja Martín.

Samuel Picazo, técnico de KifKif en Alcalá, está de acuerdo con esta posición y admite que el obispo “siempre acaba siendo el gran protagonista”. Allí la manifestación fue el pasado sábado -suelen adelantarse al resto de ciudades madrileñas- y se congratulan de que “cada año se sume más gente, porque se acerca mucha gente de todo el Corredor de Henares”. “Aunque antes estuviera España 2000 y ahora esté Vox, tenemos la suerte de que el resto de grupos tienen un apoyo bastante fuerte hacia el conjunto de las personas LGTB”, comentan sobre la irrupción de la extrema derecha en la ciudad, sobre quien aprecian lo mismo que en el caso del obispado: “Si conseguimos que nos afecte, se van a sentir ganadores, pero dar marcha atrás ya no es posible”.

Picazo incide en que en la capital “es más fácil ser persona LGTB, porque uno es bastante más anónimo”. Mientras, continúa, “en las ciudades más pequeñas o en los pueblos eres ‘el hijo de’ o ‘el nieto de’, y llevar tu identidad y orientación de manera abierta puede ser algo más traumático” y concluye: “No es lo mismo ir cogido de la mano de tu novio por la Gran Vía de Madrid que por la calle Mayor de Alcalá”.

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