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Tres presidentes en menos de un año: la Comunidad de Madrid bate el récord de recambios en una legislatura

Cristina Cifuentes, Ángel Garrido y Pedro Rollán en la Asamblea de Madrid en 2017. / Efe

Sofía Pérez Mendoza

El timón de la Puerta del Sol vuelve a cambiar de capitán a dos meses del 26M. La Comunidad de Madrid se prepara para recibir al tercer presidente de la legislatura. Pedro Rollán, número dos del Ejecutivo actual y considerado cifuentista, asumirá el cargo previsiblemente la semana que viene tras la incorporación de Ángel Garrido a las listas del PP al Parlamento Europeo. En menos de un año, el sillón ha cambiado de dueño dos veces.

Esta última no irá acompañada ni siquiera de una remodelación de Gobierno –para escasas semanas no se toca nada– y pone el broche al mandato más convulso el PP. La factura y la fractura han salido a la superficie en una institución cuya estabilidad el PP se había garantizado histórica y sistemáticamente a base de mayorías absolutas. 

“Las instituciones funcionan más allá de las circunstancias personales de cada uno de los que estamos al frente de ellas”, justificó el presidente saliente, Ángel Garrido, en su última rueda de prensa tras el Consejo de Gobierno de los martes. En la sede del Ejecutivo, la Real Casa de Correos, la marea llegó hasta el cuello de la cúpula, de los jefes de prensa, de los directores generales y el cuadro técnico que desde abajo siguió trabajando al albur de los vaivenes políticos. Era abril de 2018 y Cristina Cifuentes acababa de dimitir como presidenta, arrinconada por el caso máster y un vídeo de años atrás en la sala de seguridad de un supermercado.

Su marcha se acusó mucho, dicen fuentes de la Puerta del Sol. Sobre todo en la proyección mediática. “Sustituir a un animal político como Cifuentes como primera espada era difícil”, recuerdan. Su sucesor, Ángel Garrido, se retrató desde el principio como un “político gris”, un “gestor” que no iba a dar el juego en medios de comunicación que ofrecía la expresidenta.

A la interna, apuntan las mismas fuentes, hubo marejada pero no por la gestión, sino por la batalla en el partido tras la salida del tótem que prometió el “fin de la era de los corruptos”. “La legislatura en realidad estaba ya bastante encarrilada, pero no podemos negar que ha sido muy movida”, apunta alguien que ha vivido de cerca todos los cambios. 

El baile de sillones no se ha producido únicamente en la Presidencia, también en casi todas las consejerías. Solo Economía y Hacienda mantiene casi cuatro años después a la misma consejera que eligió Cifuentes, Engracia Hidalgo. El resto del organigrama se ha revuelto.

Rollán, fichado en 2015 por Cifuentes con las credenciales de haber sido el alcalde más votado de España en 2011, ha cambiado tres veces de puesto (Transportes y Vivienda, Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, Vicepresidencia y Presidencia) y dice que “va ligero de equipaje” a las puertas del último cambio; Carlos Izquierdo dejó Políticas Sociales para sustituir a Rollán en Medio Ambiente; Jaime González Taboada, acorralado por la corrupción, y el polémico Jesús Sánchez-Martos salieron por la puerta de atrás en una remodelación que se comunicó a través de una escueta nota un sábado a mediodía. Con los consejeros, como un dominó, han caído, en el peor de los casos, o sido trasladados, en el mejor, toda serie de viceconsejeros y directores generales. 

Un diputado de la oposición resume así el mandato: “Ya venían cuesta abajo, pero se han dado cuenta de que la maquinaria ya ni siquiera rueda”. El PP perdió en 2015 la mayoría absoluta y consiguió gobernar por la mínima gracias al apoyo de Ciudadanos. Habían terminado los tiempos de la opulencia y de las alfombras rojas. Esta circunstancia también ha condicionado cada paso del Gobierno.

Estar en minoría ha obligado al Ejecutivo a pactar los presupuestos anuales y le ha enfrentado, con garantías de éxito, a dos mociones de censura. Una fallida promovida por Podemos y otra del PSOE que no llegó a ser porque Cifuentes dimitió antes. Las grandes leyes de la legislatura se han quedado, por este mismo motivo, en el limbo de la tramitación parlamentaria. No habrá ley del Suelo, ni ley de Farmacia, ni ley de Universidades, ni tampoco ninguna de las normas de Regeneración Democrática prometidas. 

“Han cambiado los escenarios políticos y también las responsabilidades, pero Madrid ha estado por encima de todo. Ha habido momentos muy difíciles pero eso no ha impedido cumplir con la práctica totalidad de los compromisos”, defendía Garrido el pasado martes. El hombre que nunca quiso estar allí se despedía desde un atril de la Puerta del Sol de su cargo “con pena”. Unas horas antes había confesado que no le hizo “gracia” no ser el elegido. Un golpe más para la institución: Garrido no reunía la confianza de su líder, Pablo Casado, para ser el candidato. “A mí me gusta una forma de gestionar moderada, tranquila, con respeto a los demás. ”No me voy a afilar el colmillo a estas alturas“, dijo en el acto de presentación  Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez Almeida como ticket electoral. 

A su lado estaba Rollán, esperando para recoger el testigo. Antes de confirmarse su nuevo puesto, decía que no se “considera el nivel” de sus antecesores pero advirtió que aceptaría “la misión” que se le encomendara. Entre el miércoles y el viernes de la semana que viene se hará efectivo el nombramiento de otro cifuentista al frente de la Comunidad de Madrid con la incógnita de si Díaz Ayuso le incluirá en su lista de “renovación”. 

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