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El nuevo PP de Madrid es el viejo PP de Madrid

Pío García Escudero (izda) junto a Juan Carlos Vera y la exministra Ana Mato en 2009. / PP

Sofía Pérez Mendoza

Mariano Rajoy busca en la vieja guardia del PP la solución a la crisis que vive el partido tras la dimisión de Cristina Cifuentes. La dirección nacional confía a Pío García Escudero y Juan Carlos Vera la travesía hasta 2019. Dos hombres del aparato que siempre estuvieron allí. 

Rajoy vuelve con este movimiento a rescatar al primero. Ya lo hizo cuando lo nombró presidente del Senado (cargo que aún ocupa) y ahora tira de nuevo de él como estandarte de la “tranquilidad” que necesita el partido tras una “situación complicada”. García Escudero fue presidente del PP de Madrid entre 1995 y 2004 hasta que las aspiraciones de Esperanza Aguirre de controlar, además del Gobierno, el partido lo desplazaron. 

Juan Carlos Vera también ha estado ya en el lugar que ahora se le encomienda en la gestora que dirigió el partido regional tras la dimisión de Aguirre y que presidía la propia Cifuentes. Vera fue, además, el jefe de la campaña electoral que le dio al PP la victoria en 2015. Un “funcionario del partido” que cuenta con la plena confianza de Mariano Rajoy. El mejor ejemplo de lo que se conoce como el aparato de Génova. 

Las dos expresidentas se entrecruzan por todas partes mientras el partido trata de hacer borrón y desligarse de “nombres propios”. El argumentario se centra ahora en ofrecer un “proyecto de partido” y “huir de personalismos”, un mensaje que casa mal con los hiperliderazgos de Cifuentes y Aguirre. Ambas controlaban la estructura orgánica del partido a la vez que la presidencia del Gobierno. 

Y el Partido Popular no quiere más líderes que Mariano Rajoy. La distancia con sus figuras se impone desde arriba –ha habido dudas hasta el último momento con Ángel Garrido precisamente por su cercanía a la expresidenta– y se extiende por el gobierno que un día presidió Cifuentes.

Mariano Rajoy ve en Garrido un candidato por necesidad con el que poder salvar  la investidura y que, además, jura fidelidad a los mandatos de Génova. Tanto, que en su primera rueda de prensa como candidato no ha mencionado el nombre de Cifuentes y se ha referido a continuar el “proyecto del Gobierno”. Aún así, el presidente no quiere mantener su espacio destacado en la ejecutiva regional para garantizarse el control total sobre las listas electorales. Aunque la rebeldía parece lejos de la actitud adoptada por el que fuera mano derecha de Cifuentes, Rajoy ya no está para asumir riesgos. 

Con la intervención en la cúpula del PP de Madrid, el jefe del Ejecutivo Nacional reserva a su control la estructura orgánica del partido y, con ella, la capacidad de hacer y deshacer las listas de 2019. La plaza donde el partido se va a jugar todo; el verdadero quebradero de cabeza para el PP. Ángel Garrido queda desde ya marginado de esa ecuación de nombres con peso político: “Tiene un plazo hasta que finalice el mandato. Este es el compromiso”, ha concretado el coordinador general del PP, Fernando Martínez Maíllo. 

Los nuevos dirigentes del partido, cuyo nombramiento no será en firme hasta que se celebre el próximo Comité Ejecutivo, serán los encargados de confeccionar estas listas. “Son personas honestas y lo han demostrado durante muchísimos años. Tenemos plena confianza en ellos y por eso los proponemos”, ha dicho sobre Escudero y Vera el coordinador del PP. 

La dirección nacional del PP opta por volver al pasado como única alternativa para mostrar solidez. Rajoy se agarra a lo viejo conocido tras un desmoronamiento que nadie puede ya negar. Al PP se le ha ido por el desagüe Cristina Cifuentes, su gran apuesta electoral para 2019 hasta hace apenas dos meses.

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