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Reencuentros en la fase 1: “Ha merecido la pena esperar para conocer a mi nieta”

Cote y su familia se reencuentran en una terraza de Madrid.

Marta Maroto

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Gracia llegó al mundo un 3 de abril en Madrid, triste epicentro de la pandemia que hacía apenas unas horas había superado su propio récord en España, 950 muertes en un solo día. Sus padres no se atrevieron a recortar las cabeceras de los periódicos para adornar el álbum de su nacimiento, del que nadie más de lo imprescindible fue testigo. Hoy la pequeña, por primera vez después de dos meses, ha conocido a sus abuelos. 

“Tenerla en tus brazos es tener el mundo entero, he sentido una ternura y un amor tremendo”, explica Ana, de 71 años, abuela de Gracia: “Han merecido la pena estos meses de espera para conocer a mi nieta”. Ejerció toda su vida como enfermera y ha seguido esta pandemia con preocupación. “He pensado ¡caramba! Tú has venido con la COVID-19 y serás una luchadora, nada se te pondrá a contracorriente”.

Después de varios intentos y espera paciente de la inmensa mayoría en sus casas, Madrid ha entrado este lunes en fase 1. Por fin muchos padres e hijos, amigos y parejas se han reencontrado. “De lagrimita”, decían algunos, “no hemos podido evitar abrazarnos”, reconocían la mayoría. Dos meses de confinamiento dan para echar de menos. 

Sara, de 24 años, llevaba todo el estado de alarma sin ver a su pareja y pasó momentos de mucha preocupación cuando él contrajo el virus. Aunque ya estaban acostumbrados a la distancia, ella es de Canarias y él de Madrid, la única palabra que le viene a la mente es “raro”, cuenta. La alegría de volverse a ver pero no saber si tocarse, si darse un beso o bromear con chocarse el codo, es rara.

Continúan las limitaciones pero las restricciones se relajan. Se permiten las reuniones de hasta 10 personas, con mascarilla y guardando la distancia social. Han abierto, además, las terrazas, aunque a la mitad de aforo. Sin embargo, la imagen que luce la capital es una a medio gas: apenas el 10% de los locales abrirán y el resto seguirán a la espera. 

Aldo ha sacado sus dos mesas de terraza en el Callejón del Gato para aparentar y traer de nuevo cierta normalidad. Manolo, que solía saludar a su clientela por los motes que él mismo ponía, todavía deberá esperar a este ansiado y necesitado reencuentro, aunque cada vez que acude a limpiar su bar varios vecinos se asoman a preguntar cómo van las cosas. 

Han sido 72 días sin verse. Cote, de 64 años, lleva la cuenta. Esta mañana se ha emocionado al ver de nuevo a sus tres nietos y dice que para los mayores el tiempo pasa diferente. “Es como si hubiéramos perdido un trocito de nuestra vida por culpa del bicho, sientes que parece que fue ayer, pero les ves más grandes”, cuenta feliz rodeada de su marido, dos hijos y nuera, mientras los pequeños corren.

A falta de familia en Madrid, están los amigos. Nieves, Marco, Ana y Carol han aguantado con vídeo llamadas y WhatsApps, pero ya llevaban tiempo pensando cómo pasarían este día juntos. Carmen, Silvia y Lorena se han ido de compras a las escasas tiendas abiertas que había esta mañana, y por la tarde volverán a verse pero con el resto de su grupo. Ainara y sus amigas de siempre han ido a su bar de siempre, aunque esta vez, lamenta, no han podido tocarse. 

Nati, de 67 años, no se ha resistido y cuando su nieto de cuatro se lo ha pedido, se han dado un abrazo muy corto. Si ella estaba emocionada, el pequeño estaba hasta nervioso de ver de nuevo a los abuelos, con los que merendaba todos los días después del colegio. Mañana Nati verá a la bebé de otro de sus hijos, que nació apenas unos días antes del confinamiento. “Todavía no sé si la voy a coger en brazos, lo que tengo muchas ganas es de olerla, los niños huelen de una manera especial”, afirma. De fondo se escucha al abuelo jugando con el nieto. 

Es cierto que muchos se han saltado el confinamiento estos días y han aprovechado la mayor permisividad que comenzó con los paseos y las franjas horarias para ver a escondidas a sus seres queridos. Paula se echó a llorar cuando vio aparecer a su padre en bicicleta. No pudieron más que verse en el portal y casi de manera inconsciente, cuenta, le abrazó. Sin embargo, sí ha esperado para visitar de nuevo a su abuela. 

Los reencuentros de esta primera fase también han sido con lugares, el Retiro y los grandes parques de Madrid han abierto sus puertas, y ya se puede cambiar de municipio. Nostalgia es la palabra escogida por Joaquín y Quino, dos locutores de radio que también comparten paseo esta mañana. Nostalgia de caminar por estas calles que nunca antes habían visto tan vacías, “es un momento histórico conocer Madrid hoy como está”, señalan. 

Y reencuentros también con escenas que antes eran cotidianas. Antonio llevaba todo este tiempo sin ver pasar por su kiosko a Juan, empleado en un bar en la Plaza Mayor que hoy comienza a prepararse y desinfectarse para su apertura, y a Josua, una persona sin techo que siempre solía pedir limosna en la misma zona. En este primer lunes de fase 1, de reencuentro con las calles de Madrid, la capital comienza a respirar algo de la nueva normalidad a la que todos tendremos que acostumbrarnos.

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