Bernardo López García
¿Dónde dices que vives? ¿En la calle de Bernardo López García? Esta poco conocida y minúscula callecita que une la travesía del Conde Duque y la calle de Amaniel (de la que bien podría formar parte) fue en algún momento un punto de mayor importancia en la zona, cuando allí se encontraba el portillo del Conde Duque, razón por lo que fue conocida como calle del Portillo.
El portillo, que estuvo en pie hasta 1868 (como el resto de la cerca de Felipe IV), se llamó en principio puerta del Conde de Nieva, o así figura en el plano comúnmente conocido como De Witt, de 1636. Luego, en el XVIII,
tomó el apelativo “del Conde Duque” por la misma razón que el cuartel que, pese a lo que se ha creído comúnmente, no se llama así porque en sus inmediaciones hubiera vivido el más célebre de los Conde Duques -el de Olivares-, como dijo Mesonero Romanos, sino por
el palacio del Conde de Aranda y Duque de Peñaranda, que también atesoró ambas grandezas nominales, ¿o fue quizá por el del III duque de Berwick y Liria, conde de Lemos? Él y su familia tuvieron numerosas propiedades en la zona (su apellido Fitzjames Stuart nos pondrá en seguida sobre aviso de su relación con el Palacio de Liria). Demasiados Condes-duques...
El portillo debía ser, como el resto del recinto amurallado, de una calidad constructiva pobre. Las descripciones nos hablan de una puerta de ladrillo enyesada y pintada para parecer de piedra. Tenía, según Madoz, “ pilastras de orden dórico una a cada lado, sobre las cuales descansa la cornisa que sostiene el ático, el cual termina en un trofeo militar que sirve de base al escudo coronado de las armas de Castilla y de León”. Se llamó también Portillo de los Guardias, o de la guadia de Corps por los inquilinos del cuartel.
La callecita lleva hoy el nombre de Bernardo López García, poeta jjienense del siglo XIX que residió allí. Su gran éxito fue una oda patriótica , El dos de mayo (1866), de la que se hicieron muy populares los siguientes versos:
Oigo, patria, tu afliccióny escucho el triste conciertoque forman, tocando a muerto,la campana y el cañón...
Se trata, como se ve, de un vecino del barrio con una obra bien acorde con su historia.
Hay en la calle dedicada al escritor mucho reconocimiento para tan poca acera: al inicio una bonita placa en porcelana con su nombre y en el número 9 una gran placa de bronce en la que fue su casa. El bajorrelieve no se aprecia bien desde la calle y un cable negro descolgado de la fachada la atraviesa, pese a lo cual sigue mereciendo la pena pararse a contemplarala.
El homenaje lleva ahí colgado desde 1925, cuando se inauguró por
iniciativa de un grupo de jienenses residentes en Madrid. A un lado puede observarse el busto del escritor, al otro una escena de los sucesos del 2 de mayo. Aparecen además una madre dando el pecho a su hijo y un chispero. En la placa puede leerse: “Y suenan patrias canciones/cantando santos deberes” y debajo del relieve: “En esta casa murió el cantor del 2 de mayo Bernardo López García, Jaén MDCCCXXXVIII”
La callecita por lo demás no da para mucho. La acera de los pares, copada por pisos modernos, no tiene locales y la de enfrente participa de la tranquila zona de tabernas que tiene como epicentro la contigua Plaza de los Guardias de Corps y la calle del Limón. Hasta tres locales encontramos en los pocos metros de calle: La Dichosa, Mayrit y
La Casta (que ya ha conocido tres décadas).
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