La portada de mañana
Acceder
La fusión de BBVA y Sabadell acentúa la falta de competencia bancaria
Culto al líder, presiones y control en el taller de guión de Ramón Paso
OPINIÓN | 'A paladas', por Antón Losada

La farmacia de barrio en tiempos de Covid-19

Los aplausos de las ocho también van por los farmacéuticos y farmacéuticas. Nodos esenciales de la vida en el barrio y espacio de encuentro de los  mayores y personas vulnerables del vecindario, la actual crisis sanitaria ha puesto de manifiesto la importancia de su labor. Con los Centro de Atención Primaria saturados y, algunos, cerrados, la farmacia es el primer punto de contacto con el sistema sanitario para mucha gente.

Según datos del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España publicados en Portalfarma.com, el pasado 7 de abril había aumentado un 66% el número de profesionales farmacéuticos infectados, 65 farmacias permanecían cerradas en España (23 de ellas en Madrid), había 459 farmaceúticos ingresados y habían muerto ya 9. Trabajar en una farmacia es, sin duda, una profesión de riesgo en estos momentos.

Hemos hablado con María, una de las farmacéuticas del barrio, encargada de la Farmacia Malasaña, veterano establecimiento de la Plaza de San Ildefonso anteriormente llamado Farmacia Puerto. Pese a ser la segunda botica más antigua de Madrid y, a buen seguro, haber vivido otras epidemias en sus vidas pasadas, la crisis del COVID – 19 ha sacudido la normalidad de sus farmacéuticas, colocándolas en un punto central y de primera importancia sanitaria en el barrio.

— Hola María, ¿cómo estáis llevando las trabajadoras de farmacias la situación, a nivel personal y emocional?, ¿cómo ha cambiado vuestro trabajo?

A nivel personal, teníamos mucho desconocimiento cuando esto empezó. Nadie, ni el Colegio de Farmaceúticos ni Sanidad, nos daba directrices, no nos enseñaron cómo llevar esta situación. Creo que ni ellos mismos sabían cómo actuar. Del desconocimiento pasamos al miedo — al principio no nos lo acabábamos de creer— y del miedo llegamos al estrés, sobre todo porque cuando ya se declaró la alerta sanitaria hubo un caos tremendo.

En la farmacia tuvimos que adaptarnos muy rápidamente, a nivel práctico hemos tenido que enfrentar la situación: en nuestro vestuario (llevar guantes y mascarilla), hemos puesto mamparas de protección en los mostradores, desinfectamos continuamente, mantenemos la distancia, por supuesto...

—Un tema clave está siendo el de las mascarillas y guantes...

No teníamos suficientes mascarillas y guantes para cubrir toda la demanda y la protección del barrio. Los proveedores subieron mucho los precios y nos tuvimos que adaptar. Tuvimos la duda, ¿lo ponemos a precio de coste? Pero el precio de coste ya era tres veces mayor de lo habitual, regalarlos no podemos, no somos la sanidad pública...Hicimos lo que pudimos hasta que se agotaron. Parece que ya empieza a llegar otra vez material pero todo es desde proveedores particulares, el material que llega desde el Colegio de Farmacéuticos desde los almacenes de distribución es para nuestro uso y al público llega muy poquito, ojalá pueda llegar más.

Todavía estamos en el punto en el que no sabemos si se va a repartir desde Sanidad material a la población y  si se hará en las farmacias o no. Lo único que sabemos en este momento es que el lunes llegarán mascarillas, aunque parece que con cuentagotas.

—?Qué situaciones no habituales estáis viendo estos días?

Estamos teniendo que explicar a la gente la situación lo mejor que podemos y desde el Colegio nos dieron unas pautas para poder cambiar el horario. Nosotros abrimos hasta las 21.30 (12 h.) pero se nos dijo que podemos dispensar con la verja bajada desde las 19 h. porque parece ser que han aumentado los robos a farmacias.

—¿Hay grupos para los que la situación es especialmente complicada?

Los mayores son el grupo que lo tienen más complicado. No pueden salir, aunque a muchos les cuesta entender que es peligroso y por mucho que les decimos que les llevamos nosotros la medicación a casa quieren salir. Hay que tener en cuenta que muchas veces son personas polimedicadas, a menudo viven solos y las personas que les cuidaban ya no pueden ir a sus casas, así que estamos muy pendientes y les llamamos constantemente. A veces vienen sus vecinos a la farmacia para ayudarlos con sus compras.

—Habéis notado alguna evolución en la cuarentena desde la farmacia el tiempo que llevamos?

La gente se adapta al final...por lo demás, no hay más evolución que esa.

—¿Queréis mandar algún mensaje al barrio?

Todos nos hemos sorprendido de cómo lo hemos llevado y desde la farmacia queremos lanzar un mensaje de ánimo y decir que se puede aguantar más para parar la infección. Y devolver las gracias, recibimos agradecimientos de la gente del barrio por nuestra labor cada día.